Capítulo 2: Alguien externo

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Intentaba no pensar en nada, en no recordar nada

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Intentaba no pensar en nada, en no recordar nada.

También quería hacer oídos sordos a las molestas voces que alteraban su ritmo.

Sus ojos forzados se obligaban a no cerrarlos, no quería perder la conciencia.

Sin saber el porqué, temblaba.

Estaba aterrado, pero no había ninguna amenaza en su campo de visión, ¿quizás una intuición de algo negativo?

Deseaba que no fuera así, no quería continuar alterando su poca equilibrada rutina, que ya era un desastre por sí misma.

En lo sombrío y obscuro de su refugio se escuchó un estruendo. Los pies cubiertos del visitante impactaron con la superficie empapada de agua, algo parecido a una pequeña poza que se mantenía en la entrada.

Él se colocó alerta. Eso no parecía ser un roedor.

Su pulso incremento considerablemente e igual su sudor helado que recorría su cuerpo. También su corazón comenzó a latir con mayor intensidad.

Sus pupilas se dilataron.

¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era?

No podían ser los cazadores... ¿verdad?

No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no.

No otra vez.

Su respiración comenzó a fallar.

Volvió a escuchar una pisada.

Quería correr. Quería escapar.

¿Hacia dónde?, si la única salida y entrada estaba siendo ocupada por el invasor.

No tenía escapatoria.

Quería escapar, quería escapar, quería escapar.

No quería ser atrapado.

Debía correr, hacia cualquier lugar estaba bien. Sólo debía correr.

Igual que esa vez.

Había experimentado esta sensación antes, cuando vivió el escenario que reflejaba su pesadilla. Sabía lo que era.

Un terror incontrolable.

El dueño del ruido ocasionado cada vez se acercaba más, para él aquello era peligroso.

Quería retroceder por cada paso que daba el emisor, pero continuamente se acorralaba en la pared. No había salida.

Sus rodillas impactaron con la superficie de su pecho, sus manos temblorosas a los lados, ya que no podía mantenerlas quietas. Con los ojos buscaba una salida que lo beneficiara. Podía escuchar sus incontrolables latidos del corazón. Su rostro aterrado no tenía explicación.

Quería gritar, pero sabía que debía mantener silencio.

No quería ser atormentado por ellos de nuevo.

Debía escapar, pero cada vez quedaba menos tiempo.

Entonces cuando la persona que había ingresado ya se encontraba dentro del campo de defensa de él, ya no pudo suprimir lo que su garganta quería expresar.

—¡Aléjate! —bramó con pavor— ¡Aléjate de mí!

Mierda, había metido la pata. No debió haber gritado.

¿Pero no era esto lo mejor? Así podría volver con ellos.

—Hey, cálmate amigo —contestó con calma el invasor—. No imaginé que alguien estaría aquí.

Una persona.

Eso quizás lo alivio.

Pero, no quería estar con nadie.

No podía estar con alguien.

Otra vez la respiración comenzó a fallarle.

Quería estar solo. Quería estar solo. Quería estar solo. Quería estar solo. Quería estar solo. Quería estar solo.

¿Entonces por qué?

¿Por qué esta persona se encontraba frente a él?

No quería, no quería, no quería, no quería.

¿Estaba alucinando?

Desde aquella vez su cabeza solo repetía una y otra vez la misma frase: "Los humanos son malos". Por ende, debía permanecer aislado.

¿Por qué alguien había encontrado su refugio?

—Aléjate —farfulló en un murmuro.

Sus manos con desesperación se aferraron a sus cabellos cenizos, junto a eso, comenzó a balancearse sobre su propio eje.

—No vengas. No vengas. Aléjate. No vengas. No vengas. No vengas. No vengas. Aléjate —comenzó a susurrar de forma continua.

El visitante se encontraba desconcertado, no podía escuchar sus lamentos, pero tampoco sabía cómo reaccionar. Intentó acercar su mano a su hombro tembloroso.

—Hey..., ¿estás bi-

—¡No me toques! —vociferó con desesperación.

Tenía que escapar.

El invasor retiró su mano que todavía no alcanzaba la superficie del hombro del chico que se encontraba frente de él.

—Está bie-

—¡Aléjate! —volvió a chillar—. Aléjate, aléjate, aléjate, aléjate —comenzó a repetir.

Quien había ingresado comenzó a retroceder paulatinamente, cualquiera estaría consumido por el pavor luego de ver aquella escena. Lástima que esta no fuera la ocasión.

—Siento haberte molestado —comenzó a hablar—. En realidad, no imaginé que alguien estaría en este pueblo.

Soltó sus cabellos y dejó sus murmullos para después.

Hace un tiempo que no había escuchado a alguien hablar, a las únicas voces que había escuchado eran las de sus pesadillas.

De alguna manera, la voz de este tipo era hermosa.

Pero no podía convivir con él.

—Normalmente me iría luego de ver tu reacción, pero, eres interesante.

Le aterraba.

—Espero que puedas soportarme un tiempo.

No podía ser cierto. No debía ser cierto.

¿Por qué alguien debía penetrar el escudo que tanto le costó construir?

Ah, que tragedia.


¡Por fin terminé de escribir el segundo capítulo!

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¡Por fin terminé de escribir el segundo capítulo!

SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora