❝ ChanYeol lleva ciento ochenta y seis años buscando a su pareja loup. Junto con su manada ha recorrido toda Corea en busca de su otra mitad, sin embargo, es hasta que llega a China que su sangre se agita, confirmando que después de tanto tiempo, al...
✦ Favor de escuchar la última parte del capítulo con la canción, es importante para que se imaginen mejor todo.
La calle del Freal Luv, Chengdú.
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ChanYeol intentó asimilar lo que acababa de ocurrir frente a sus ojos, sin embargo, se le hacía bastante difícil razonar cuando era testigo de uno de los momentos más hermosos de un loup.
El pequeño chico que le había gritado al castaño se acercó cauteloso con su manita encogida sobre su pecho, temblando como una espiga de trigo en pleno ventarrón. Cuando sus ojos se encontraron con los de ChanYeol, gimió temeroso antes de pegarse a la espalda de LuHan siendo incapaz de sostenerle la mirada, logrando que Sehun gruñera por la cercanía de aquel pequeño cambiaformas con su pareja.
El mayor de todos no quería interrumpir, pero estaba seguro que habían logrado dar un espectáculo a la gente del mercado y por las miradas nada discretas que estaban recibiendo, decidió guiarlos a todos hacia el puesto de dangos.
—Van a ser diez órdenes para comer aquí y otras diez para llevar, por favor— la voz vibrante y ronca de ChanYeol resonó en todo el puesto sobre aquel silencio extraño en el que se habían sumido, logrando que el chico que estaba despachando la comida asintiera contento ante el gran pedido del cliente. Cuando estuvieron de nuevo solos, el primero en hablar fue Sehun, quien estaba sentado en la misma banca con su pareja, mientras que ChanYeol compartía asiento con el pequeño pelinegro. Lo miraba de reojo con ganas de decirle que dejara de temblar porque no resultaba una amenaza, pero temía que cuando le hablara saliera corriendo a esconderse en el regazo del castaño.
—¿Cómo te llamas, pequeño? —preguntó Sehun sin apartar los ojos del hermoso castaño que había resultado ser su compañero de vida.
—Soy LuHan, tengo ciento cincuenta y cuatro años... —aunque lo había dicho demasiado rápido, su oído estaba lo suficientemente desarrollado como para entenderlo a la perfección—... te he esperado mucho tiempo.
Aquello no era un reproche, sin embargo, el tono con el que lo dijo no les gustó nada a los alfa. Por lo general, un lobo estaba eufórico cuando encontraba a su otra mitad, y aunque los ojos de LuHan brillaran de emoción, las acciones de su cuerpo delataban cierto nerviosismo en él.
—Creo que el pequeño es otro... —dijo entonces ChanYeol, soltando después de sus palabras una suave risa que dejó boquiabierto al pequeño pelinegro, como si no creyera que aquel hombre alto y fuerte pudiese sonreír.
