Quiero estar a tu lado.

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Al acompañarlos encontró a los demás perros rodeando y manteniendo juntos un pequeño grupo de borregos, los cuales eran los que habían escapado en la madrugada de ese día. Los inspeccionó y cuidó.

A la mañana siguiente. El padre de Yitzhak (quien no había dormido) se encontró al pequeño Yitzhak abrazando la cabeza de Kelev, ambos durmiendo. Llamó a su esposa y le contó todo lo que había pasado. Evitando las tardanzas alistó algunas cosas para el viaje con Kelev y partió con ayuda nuevamente de vecinos cercanos a su casa. El pequeño Yitzhak al no encontrarse con Kelev, nuevamente se asustó y le preguntó a su madre si sabía algo al respecto. Su madre contándole lo que su padre había planeado se quedó más tranquilo.

Ya a medio día cada que podía dejaba sus estudios y salía a ver si podía visualizar a su padre y a Kelev en el camino a casa. Cada ruido, cada ladrido, cada movimiento de los demás perros en casa hacían que el pequeño Yitzhak se sobresaltara y saliera de su casa para observar si su padre y Kelev ya venían en camino. No pasaron un par de horas más y nuevamente el pequeño Yitzhak al observar que los perros se dirigían a la entrada principal (la cual tiene una colina directamente en frente de la casa) él igual los seguía corriendo detrás de ellos. Como pudo se subió a un árbol cercano y vio aproximarse a su padre subiendo la colina, pero no logró ver a Kelev con él.

Al notar eso, se intranquilizo y bajo del árbol de un salto. Corriendo hasta su padre empezando a subir la colina, imaginaba que quizá Kelev estaba detrás de su padre y por ello no podía verla de lejos. Una vez a pocos metros notó solo a su padre. Poco a poco dejo de correr, empezó a trotar, luego a caminar. Asimismo su sonrisa que le llegaba de oreja a oreja comenzó a decaer, poco a poco se fue haciendo más chica hasta que su rostro tomara una postura seria. El Sol salía de aquella dirección por lo que el pequeño Yitzhak tenía que poner su mano sobre su rostro para que no le quitara totalmente su visibilidad. Una vez arriba, alcanzando a su padre, le pregunto sobre Kelev por lo que su padre al principio sonrió y luego empezó a reír. El pequeño Yitzhak no sabía cuál era la gracia, por lo que su padre extendiendo sus brazos para indicarle un abrazo, el pequeño Yitzhak fue hasta su padre y lo abrazó.

Sin dirigirle más palabras a su padre ni éste a él, se encaminaron tomados de la mano hasta casa. El pequeño Yitzhak a pesar de no tener una respuesta clara acerca de Kelev, la sonrisa y el afecto de su padre lo hizo estar confiado y tranquilo por lo que no se preocupó por ello. Al tiempo en que los rayos del Sol ya no le lastimaban la vista, el pequeño Yitzhak apartó su mano de su frente y en ese momento sintió y una especie de babosa caliente que recorrió su mano dejándola pegajosa. Rápidamente inclinó su rostro a lado de su mano libre y vio a Kelev caminar despacio con un vendaje diferente al que le había hecho su padre. Entendiendo que no podía forzar a Kelev a que hiciera mucho esfuerzo con su cuerpo, se limitó a acariciarla y besar su cabeza. Nuevamente su alegría y felicidad alcanzaron un máximo en él ya que aquella empezó a reír y a sonreír pero aquella risa y sonrisa permanecieron en él casi sin pausa y sin dormir por varios días. Al igual que había noches en las que se escuchaban aullidos a lo lejos de aquella casa y Kelev aullaba en respuesta. Pero nunca más tuvieron otro problema con ningún animal ni mucho menos con alguna persona.

Fin.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2016 ⏰

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El pequeño y su amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora