Rey.

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Se había sentido más cansado en los últimos días. No se había sentido así desde el día gloricioso.

"¿Dónde estás? Gato idiota."

Le había pedido usar esa cola varias veces. Aquella que usaban solo para probarse el uno al otro. No entendía porque Chanyeol se negaba a no hacerlo sin ella, no era necesaria después de todo.

Ahora todo lo que quería era sentir el suave pelaje en su piel.

"Me agradaba más la reina."

Su narguile olvidado ya al lado de su gigante almohada, sin ser usado aquel día. Aun no quería dormir, pero el silencio absoluto en aquel lugar no lo ayudaba. Parpados pesados, muy pesados.

"Aun no tomes tu siesta, Baek."

La vista del castaño viajó hacia la voz. Extraño, muy extraño. Aquel que tenía enfrente, con aquella sonrisa suya. No se había evaporizado como siempre.

"Tu cabello." Notó en ese instante también, que Chanyeol ya no tenía su gris cabellera, ahora era blanca, blanca como el techo de aquella habitación.

"He decidido cambiarlo." Sonriente lo miró y se acercó hasta sentarse en aquella mullida almohada, al lado del castaño. "¿Por qué no has ido al palacio del Rey?"

"Ya no me sería cómodo estar en su jardín. No así." Apuntó con algo de desprecio su cuerpo.

"Creo que te hubieran gustados sus jardines. Tiene rosas rojas en ellos, son muy bellas."

"El Rey." Dijo despectivamente.

"No preguntó por ti. Pero el Sombrerero y la Liebre de Marzo querían venir a celebrar tu no cumpleaños uno de estos días."

"No los quiero aquí. Aunque si vienen a llevarse sus tazas..."

"Huraño."

Se acomodó de costado en su almohada, empujando con cuidado el gran cuerpo del contrario hasta que quedo recostado. Apoyando su cuerpo contra el del otro, posó su cabeza en aquel hombro, y deslizó sus manos hasta rozar suavemente el mentón del alto chico.

"¿Puedes usarla de nuevo?"  

Mi querido Cheshire. {ChanBaek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora