Reunión: 1.

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Cansado de estar gritando desde que aquel Dodo hubo irrumpido en su mesa, mientras gritaba en aquel idioma que nunca quiso realmente aprender; se sentó en su elegante trono.

"Hemos traído al interprete, su majestad." Uno de los sirvientes entraba desde la gran puerta para caminar más cerca del Rey, junto a él una pequeña avecilla azul con rayas amarillas.

"Tú." Apuntó con su elegante bate hacia la avecilla. "¿Qué era lo que decía ese Dodo gritón?"

La avecilla con sus delgadas patas temblando procedió a moverse hacia adelante, subiendo y bajando la mirada con cierto temor.

"Ya viene, su majestad."

"¿Quién viene?" miró a su sirviente. "¿Alguien más ha sido invitado a mi palacio?"

"No, su majestad."

"Entonces ¿Qué estás diciendo pequeña?, aclárate." Miró de nuevo a la avecilla, la cual se encogió ante la penetrante mirada.

"L-lo que dijo el Dodo su majestad. Eso ha dicho; Ya viene."

"Ya viene." Repitió para sí mismo. "No lo entiendo. Córtenle la cabeza a ese Dodo." Ordenó con un ademán, recostándose en su silla, tratando de resolver lo que acababa de saber.

Luego de unos minutos, y de que la avecilla junto a su sirviente se fueran de la gran sala, aún seguía pensando en aquello. Después de todo, no tenía nada más que hacer.

Con un fuerte grito llamó a uno de sus sirvientes, quién acudió enseguida.

"Has llamar a la oruga. La solicito con urgencia en mi presencia." Sabiendo que quizás aquel arisco, ahora hombre, lograría descifrar lo que aquel Dodo decía, esperando que aun quedara la esencia de Absolen en él.

"No podemos su majestad."

"¡¿Cómo que no pueden? ¡"

"Tiene un cartel de No molestar en la entrada, su majestad."

"Oh. Ya veo." Tranquilizándose, volvió a pensar en alguien que no quisiera ser molestado y pudiera ayudarlo. "Llamen a Cheshire, él no tiene entrada, ni carteles."

Su sirviente salió rápidamente del lugar para cumplir la orden. Volviendo luego de una hora a la presencia del Rey.

"Hecho su majestad."

El Rey movió su mano en orden para que se retirara. Golpeó dos veces con su bate en suelo.

"Evaporízate ante mi presencia, Cheshire."

"Su majestad." La voz gruesa resonó en la sala en un saludo. "¿Ha estado tomando el sol últimamente?"

"Sí, ¿Por qué?"

"Su piel." El ser alto se evaporizó al lado derecho del Rey, quién miró algo molesto al recién evaporizado. "Tiene un exquisito nuevo color." La mirada del Rey se volvió amable y contenta.

"He de decir que tu cola está más... ¿Blanca? Y es una pena por tu orejas, realmente." Quiso devolver el elogio.

"No se preocupe por mí, majestad. Mas ¿Para qué me ha citado aquí?"

El Rey lo llamó con su mano y le susurró su dilema al oído.

"Ya veo." Flotando con gracia y con una mano en su mentón a modo de pensar. "Creo que entiendo."

"Y ¿Qué es?"

"Puede ser que volvamos a ser como antes. Oh, mis adoradas orejas volverán." Dio una vuelta en el aire a modo de celebración.

"Así que es eso."  

Mi querido Cheshire. {ChanBaek}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora