2 de mayo, 1998

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Lunes.

El domingo fue mágico: salimos a caminar y comprar cosas junto con mi nueva vecina. Su nombre es Niove y es muy carismática, nunca deja de sonreír, es muy linda y le encanta la lectura. Ayer, luego de las compras, fuimos a un restaurante chino y comimos ahí; verla comer tan animada, tan llena de vida, me hizo pensar en la mía siendo tan rutinaria. Niove nunca deja de leer y aprender, en cambio yo me he sumido en la amargura y conformidad. Lo que no me explico son los dolores en el cuerpo.

Le platiqué sobre los eventos que han ocurrido en los últimos seis meses; por su cuenta se enteró de la muerte del vecino, le di algunos consejos para que no llegue tarde y se evite de problemas con ciertas personas que no son muy gratas, aunque siendo una chica tan linda, seguro que se llevará mejor con ellos.

Después de la comida, decidimos regresar a casa y ella se fue a su lugar, yo regresé a mi departamento y acomodé todo. Algo ahí me hizo extrañar, mientras recogía mis cosas encontré una cuerda de acero, nunca antes la había visto. Al tocarla sentí una sensación de alivio, me hizo sentir muy tranquilo. Es muy extraño, no veo la razón de tenerla ni muchos menos que hiciera sentir relajado.

*****

3:00 am

Desperté con la cuerda en la mano. Recuerdo que la tiré en el contenedor de afuera y ahora está en mi mano. Si caminé en la noche significa que soy sonámbulo y no tenía conocimiento de ello. Espero que nadie se alarme o que les haya causado algún disgusto, con esto de que alguien vive dentro de mi... Me da miedo que algo pueda pasar.

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