Niñero ❀Dipwill❀

✿Dieciséis »2/2«✿

Los castaños voltearon a ver tras su espaldas, se sorprendieron al ver que era el rubio.

— ¡B-bill! —Hablo la chica nerviosa— ¿Q-qué te trae por aquí...? Aún te quedan dos semanas...

— Mabel... —Su tono de voz era frío y muy serio.— Se puede saber... ¿Dónde esta Will? —Se cruzo de brazos.

— E-eh... ¡No has respondido mi pregunta! —Trato de cambiar el tema.

— ¡Mabel! —Exclamó molesto apunto de acercarse a ella.

— ¡Bill! —El nombrado volteo a ver al castaño. — Ella no tiene la culpa, es... Es mía. —Suspiro pesado viendo frente a frente al Cipher.

— ¿Qué? —Lo miro extrañado.— Mi pequeño hermano está aquí... ¡Por tu culpa! —Se abalanzó contra este, tratando de ahorcarlo.

Su hermana vio esto y trato de separarlos.
Varias enfermeras y enfermeros en la sala de espera los separaron, pero aún así el rubio si que estaba molesto.

— ¡¿Cómo pude confiar en ustedes?! —Grito tratando de liberarse del agarre de los que lo retenían.

— ¡Bill, lo lamentamos mucho! —Exclamó la castaña con preocupación en su rostro.

— ¡Y pensar que tú...! ¡Dipper Gleeful! ¡Habias cambiado! ¡Que no eras más ese maldito mocoso a los diez años!

— ¡Bill basta!

— ¡Saquenlo de aquí! —Los enfermeros hicieron caso y se llevaron al rubio a la salida.

La poca gente que estaba ahí estaba más que asustada, mientras que el castaño trataba de calmarse por lo sucedido.

Mabel abrazo a su hermano, pero este la separo pocos segundos después.

— Necesito... —Suspiro.— Necesito estar solo.

Su hermana asintió con tristeza, dejando ir a caminar a Mason en paz.

El castaño caminaba con cara agachada por los pasillos del hospital.
Levanto la mirada viendo que nadie de personal se acercará para entrar a la habitación del peliazul.

La abrió con cuidado, viendo al menor plácidamente dormido, entró y cerro la puerta.

— Hey... —Sonrió débil y se acerco al menor.

Se puso de cuclillas al lado de la cama viéndolo, sentía que algo se había roto dentro de él.

Estaba tan triste al ver que ahora por su culpa el menor estaba ahí.

— Bill vino a verte. —Habló.— Ya vino por ti... —Su sonrisa se desvaneció al instante.— Al parecer tendrás ya que irte. —Su voz se quebraba, nunca había llorado, y menos por un niño.

— Lo lamento.

Fue lo último que dijo para después poner su rostro en la cama, así dejando salir todo lo que había guardado durante mucho tiempo.