STARDUST: ONE SHOTS

Emerald Eyes || Namja (1)

Cuando éramos niñas me encantaba cepillar su cabello... Era tan negro como la noche y sin embargo brillaba como si en cada fibra existieran miles de estrellas... Sus rizos caían largos hasta su cintura y eran el marco perfecto para el rostro más lindo que había visto en mi vida.

Pero lo que más me encantaba de ella eran sus ojos verdes, el universo se escondía en ellos... Y cualquier emoción que ella tratara de ocultar se reflejaba a la perfección en esos cristales de esmeralda... O al menos, yo siempre pude saber todo lo que le ocurría antes de que ella decidiera contarme algo. Adhira era más que mi mejor amiga, era la persona que me anclaba a la tierra, y la niña que al convertirse en mujer me haría soñar.

Y así fue, Adhira creció para hacerme soñar, para convertirme a mi también en mujer... Siempre fue una muchacha inquieta y aquello me gustaba mucho en ella, principalmente porque yo era más retraída e incluso más conservadora. Yo supe desde el principio que este cariño especial que sentía hacia ella... este "amor"... no iba a ser bien visto por mi familia ni por la suya, en mi mente y en mi alma lo guardaba y nadie, en absoluto, y mucho menos Adhira debían saber como me sentía.

Y a pesar de que nunca lo hubiera hablado con ella, ella sabía cosas... No era secreto que para mi su mente y sus expresiones eran un libro abierto, pero me sorprendía lo mucho que ella podía llegar a saber lo que pensaba, incluso sus maneras de abordar ciertos temas me confundían... Y esa confusión no hacía más que acrecentar mi amor por ella.

Decidimos realizar nuestra fiesta de quince años juntas, su cumpleaños era en mayo pero decidió esperar hasta el mío que era en agosto para hacer un festejo. Llevamos vestidos similares, el mío de color azul violeta y el suyo de un color verde casi tan bonito como el verde de sus ojos. Sus joyas y maquillaje la hicieron lucir más como una mujer de 25 años que como una niña de 15... Yo, en cambio, había optado por mantener un aspecto natural y solo llevaba puesta una cadena de oro que me había regalado mi madre recientemente.

Aquella noche yo iba a confesarle mi amor a Adhira, íbamos a pasar la noche juntas y planeaba decírselo de una vez... Tomar un poco más de la cuenta de Fenny de coco me iba a dar el valor, y sobre todo me quitaría el miedo de pensar que aquella confesión provocaría que nuestra amistad se dañe. Yo no quería perder a Adhira, no importaba si ella no sentía lo mismo por mi.

Me había retirado al baño para refrescar un poco mi rostro luego del baile y el festejo, y reconocía que a propósito decidí tomar un par de minutos más mirándome al espejo. No era tan bella como Adhira, pero mis rasgos eran finos y elegantes. Llevaba el cabello castaño y lacio, largo únicamente hasta la altura de los omóplatos. Mis ojos eran grandes pero de un color café chocolate muy "común". No me consideraba nada al lado de Adhira... Y en cambio ella podía atraer a hombres y mujeres tanto como quisiera.

No era envidia lo que sentía, si no más bien un profundo deseo de poder saber que alguien veía en mi a través de todo aquello. Respiré profundamente y luego salí más envalentonada que antes. Repentinamente la fiesta se había puesto más animada, las luces eran de colores más intensos y todos parecían estar disfrutando de todo aquello.

—¡Namja! ¿Dónde te habías metido? ¡Vas a perdértelo! - sentí que mi madre tironeaba de mi brazo como si se tratara de algo realmente importante... ¿Una sorpresa de cumpleaños? ¿Por qué iba a perderme una sorpresa de cumpleaños? Lo lógico era que esperaran a las cumpleañeras ¿no?. Caminé junto a mi madre hacia la pista de baile, y allí en el centro se encontraba Adhira, resplandeciente y con todas las luces proyectando figuras en el suelo al chocar contra su silueta...

Por un par de segundos, sólo por un momento pensé que Adhira sería quien me declararía su amor, que aquella sonrisa con la que me observaba desde la pista de baile era el preludio de algo que iba a hacer voltear mi mundo de cabeza. Y vaya que lo era, pues su sonrisa al mirarme pronto se convirtió en palabras.