Choromatsu

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El tercero de los Matsuno andaba cabizbajo por la calle, usaba aquel atuendo azul cielo que portaba cada que salía a buscar trabajo, nuevamente fue un caso en vano, solo consiguió un empleo de medio tiempo, estaba seguro que podría hacer más si tan solo le daban la oportunidad. Por ahora debía resignarse, mañana empezaría a trabajar como ayudante en una tienda mientras un trabajador se recuperaba de un accidente, solo serían un par de semanas.

Llevaba ya varios días en aquel empleo, no era algo difícil, el supervisor y los otros dos empleados eran personas amables, no tenía problemas con ninguno.

Ya era noche, le habían preguntado a Choro si quería trabajar unas horas extras, el acepto sin dudar, después de todo se acercaba la fecha de un concierto de Nya-chan al que deseaba asistir. Solo faltaba una hora para cerrar, Choromatsu mataba el tiempo limpiando uno de los refrigeradores cuando se escuchó la pequeña campana de la puerta que anunciaba la entrada de un cliente, se apresuró a tomar su puesto en la registradora mientras observaba a dos tipos entrar.

Aguardo en su lugar mientras escuchaba las risas de aquellos sujetos, parecían divertidos diciéndose insultos y empujándose, en uno de sus juegos terminaron tirando una botella de las tantas que había en los estantes, los hombres dejaron de reír y se acercaron a la caja con intención de pagar las cervezas que recién habían tomado del refrigerador.

Choromatsu les dijo el total de las latas y el producto que habían roto, de saber que reaccionarían tan mal lo hubiese dejado pasar, pero ya era tarde; uno de los sujetos tomo la camisa del Matsuno atrayéndolo con fuerza y quejándose del atrevimiento por cobrarle lo que según él, estaba mal puesto en el estante, el chico trato de dialogar, explicar que ellos fueron responsables al estar empujándose en el pasillo, gran error, solo empeoro todo.

Entre los dos hombres tomaron a Choromatsu de los brazos llevándolo hasta el pasillo en el que aún permanecía aquella botella rota y el contenido esparcido por el suelo; con brusquedad lo arrojaron de rodillas, un par de centímetros más y hubiese aterrizado sobre los pedazos de vidrio.

- ¿Qué esperas? – Hablo uno de los hombres – Comienza a limpiar, ¿Ese es tu trabajo no? – tomo una de las botellas del estante y la dejo caer al suelo cerca del chico que por instinto se cubrió.

- Eres un bueno para nada – hablo el otro sujeto – ¿Ni siquiera esto puedes hacer bien? – imitando a su compañero tomo una botella esta vez arrojándola directamente contra Choromatsu. El primer hombre se acercó propinándole una patada en el costado que lo hizo caer sobre los vidrios regados del piso. El chico en el suelo se mantenía quieto, temeroso, mientras un par de botellas más le eran arrojadas junto con un sin fin de insultos, se cubrió el rostro, sintió un ardor en sus piernas al parecer unos pedazos de botella se le habían incrustado.

El sonido de las botellas al quebrarse, opaco el suave tintineo de la campana, un par de ruidos se escucharon seguidos de quejidos, pero Choromatsu seguía en su posición, sin moverse.

- Choromatsu... - una voz familiar le obligó a mirar descubriendo lentamente su rostro lloroso, frente a él se encontraba su hermano mayor.

- ¿O-osomatsu niisan? – miro incrédulo al de sudadera roja, giro para ver a aquellos hombres en el suelo.

- Vamos, hay que curarte – le tendió la mano al menor ayudándole a ponerse de pie.

La policía y el gerente no tardaron en llegar tras el aviso del Matsuno mayor, por las circunstancias era lógico que le permitieran a Choromatsu regresar a casa y tomar un día libre, Osomatsu solo había tratado un poco las heridas del menor con lo que tenía a la mano en la tienda.

Al llegar a casa ninguno de sus otros hermanos se encontraba, Choromatsu aguardaba en la recamara a que el mayor regresara con el botiquín. Era una suerte que sus padres estuviesen en casa de unos amigos, probablemente se hubiesen asustado al verlo llegar con sangre en su ropa. En la tienda Osomatsu había retirado con cuidado un par de trozos de vidrio que se habían clavado en sus piernas, afortunadamente no hubo heridas profundas, pero si tuvo varios cortes que mancharon su pantalón de rojo.

Osomatsu entro a la habitación, se hinco junto a su hermano y con cuidado doblo el pantalón para poder tratar las heridas.

- Hay que apurarnos – Osomatsu rompió el silencio que se mantenía desde que habían salido de la tienda - nuestros hermanos nos esperan con Chibita, si nos tardamos se comerán todo – sonrió divertido colocándole una venda en la pierna derecha.

- ¿Por eso estabas ahí? – Choromatsu preguntó en voz baja.

- Si, después de todo siendo el que tiene dinero creímos que era buena idea que invitaras a tus hermanitos algo de beber – rasco su nariz complacido al terminar la curación.

Choromatsu mantenía un semblante serio, casi triste, acto que no pasó desapercibido por el mayor.

- Debiste asustarte, ¿No? – Osomatsu le había atraído para abrazarle sorprendiendo de sobremanera al menor – Todo está bien, tu niisan está aquí – acaricio el cabello de su hermano.

Choromatsu se aferró al mayor ocultando el rostro en el contrario, no podía decirlo en voz alta, pero en realidad se había asustado demasiado, estaba muy agradecido de que su hermano llegara a salvarlo, claro que una cosa era pensarlo y otra decirlo, no es que le costara expresarse como al cuarto Matsuno, pero en contados casos como este, su orgullo de hombre quedaba por el suelo al sentirse tan indefenso. Osomatsu era un inútil nini, eso lo repetiría siempre, pero no negaría que era un gran hermano mayor cuando se lo proponía.

El incidente no fue mencionado a la familia, fue un pequeño secreto entre el primer y tercer hermano.

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Iba a poner algo sobre el miedo al fracaso, pero esto me gusto más, siendo Choro alguien tan responsable, lo que debe sacarle de quicio e inclusive asustarle son las situaciones sobre las cuales no tiene control.

El siguiente es de mis ninis favoritos y ya tengo en mente su drabble *w*

Muchas gracias por leer n_n

El miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora