Capítulo 6

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6. Golpe Bajo.

- Porque las niñas te necesitan.

- ¿Y no me han necesitado antes?

- No. Antes tenían a Zhoumi.

JongIn se alejó, como si su repuesta lo hubiera herido. JongDae esperó a que él se recuperase de lo que le acababa de decir.

Pero sabía que no se había terminado.

Ninguno de los dos se movió ni volvió a hablar. JongIn no sabía bien que sentía ante las últimas revelaciones. ¿Era un cobarde por no enfrentarse a la verdad?

¿Y cuál era la verdad?, se preguntó. La verdad era que JongDae lo había acusado de cosas que no podía refutar. No hubiera creído que las niñas eran suyo, excepto si le hubieran mostrado pruebas. Habría movido cielo y tierra para quitarle a las niñas de las manos de un hombre al que no consideraba adecuado para criar a sus hijas.

Y aún lo creía. Lo que hacia que la situación fuera peor.

- Creo que es mejor que me vaya - murmuró JongIn.

- Sí.

- Creo que es mejor para otro momento en que ambos estemos más tranquilos.

- Sí...

Pero JongIn no se movió. Algo no lo dejaba marchar.

¿La necesidad de estar donde estaban sus hijas? ¿O era JongDae lo que lo retenía?

Él se giro para mirarlo. Su cabello claro caía sobre su frente. Llevaba un jersey ajustado que marcaba las curvas de su cuerpo, y un vaquero que seguían las línea de sus caderas y muslos. Los dedos de una mano jugaban nerviosamente con el suéter.

JongIn se dio la vuelta y se alejó nuevamente. Por primera vez miró la habitación. Le sorprendió la decoración pasada de moda, las cortinas de terciopelo haciendo juego con el tapizado de los sofás. Parecía una habitación decorada por la mano de un hombre pesado, con pocos detalles suaves, a excepción de los cojines de seda que había en los sofás y las sillas.

Le gustó, lo que le sorprendió, porque estaba dispuesto a que no le gustase nada de JongDae. ¿O se trataba de Wu Zhoumi? Volvió a sentir amargura y envidia por el hombre que había disfrutado del cariño de sus hijas, hasta el extremo de darle su apellido.

JongIn no quería marcharse. JongDae lo intuía. Aún seguía en estado de shock. Sus hijas estaban allí, en esa misma casa, y necesitaba verlas, ver la verdad con sus ojos. JongDae lo comprendía, y habría deseado que las cosas hubieran salido de otro modo aquella mañana. Porque podrían haberse ahorrado toda la pelea entonces, y él podría haber visto a Arai y a EunHee y haber contemplado las maravillosas niñas que tenían. Y lo más importante, las niñas podría haber conocido a su otro padre y haber sabido que ya no se quedarían solas si le pasaba algo a JongDae.

¿Debería decirle que él sabía como se sentía?

¿Estaría dispuesto a escucharlo?

De pronto, se oyó el crujir del suelo de madera en algún lugar de la casa. JongDae se dio la vuelta hacia la puerta. JongIn hizo lo mismo. Los dos se quedaron tan petrificados, que que corazones parecían haberse detenido. JongDae conocía todos los ruidos y crujidos de la casa.

- ¿Qué? - preguntó JongIn.

- Arai - dijo él, sabiendo que la niña caminaba suave -. Quedate aquí - le advirtió, mientras abría la puerta. Luego desapareció.

Pasión Oriental (KaiChen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora