I. "Bienvenidos a Forks, el hogar de lo extraño."

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I.

"Bienvenidos a Forks, el hogar de lo extraño."











Volver a Forks no estaba en los planes de Jade, pero luego de una llamada importante por parte de un viejo amigo, decide enfrentar a su antiguo hogar.





Veía el extenso bosque a los lados de la carretera e inspiraba el olor a pino y agua de mar que se infiltraba por las ventanas del auto, llenándola de una enorme alegría de al fin poder volver al lugar que la vio crecer. A su izquierda, podía ver a unos chicos saltando del acantilado de First Beach, descendiendo al extenso mar.

Están locos, pensó.


La velocidad del auto comenzó a bajar a medida que el pueblo desaparecía, junto a los raros chicos de la playa. Finalmente, llegó a la entrada de una gran propiedad con extenso campo rodeada de bosque, a lo lejos se podría apreciar la estructura de la inmensa y antigua casa completamente blanca y de dos pisos.

El clima frío y nublado típico del lugar golpeó su cara al salir del auto, provocando un escalofrío en su espalda baja. A pesar de todo extrañaba Forks, había muchos recuerdos en este lugar.

— Ya te acostumbraras.

— Por si no lo sabías, Félix, yo vivía aquí.

— ¡Pues yo no!— Se quejó, Katherine Argent, quien estaba acostumbrada al calor de California, bajando sus infinitas maletas.

— Vamos, Kat. No es tan malo.

— A ti no se te está congelando el trasero. ¡Abre ya!

Félix obedeciendo, abrió la puerta de la antigua casa de Rebeca Argent.

Apenas entraron un sentimiento de angustia y tristeza los llenó. Hacía ya mucho tiempo que no enfrentaban el fantasma de su pasado.

— Está todo tan... — Empezó la más delicada de los primos Argent. — Sucio.

— No seas así, Kat. No hemos venido en diez años.

— Diez largos años. — Murmuró, Jade, con tristeza. No habían pisado esa casa desde que su abuela murió.

Jade comenzó a abrir las ventanas para que el olor a humedad se fuera, Kat comenzó a barrer y Félix a sacar las sábanas blancas que cubrían los muebles. Al finalizar, se dirigió afuera nuevamente, se acercó al remolque sujeto a la camioneta y abrió las puertas.

— Ya llegamos, muchachos. — Dijo, dirigiéndose a los tres caballos que la miraban atentamente.

Desató a cada uno de ellos y los llevó al establo que se encontraba en el enorme patio trasero, ubicó a cada uno en un cubículo y llenó sus recipientes con agua y comida.

Volvió a la casa, subió al primer piso y se dirigió a su antigua habitación, que utilizaba cuando se quedaban todos los jueves a dormir con sus abuelos.

Necesitaba algunos retoques, pero era habitable.

Su sonrisa desapareció al ver la cantidad de valijas que tenía por desempacar. Sin más que perder, comenzó a sacar su ropa, sus aparatos electrónicos, sus libros y todo lo demás.

Ya estaba terminando de acomodar todo, realmente había quedado perfecta. Sólo debía ubicar sus fotos en el panel de corcho que utilizaba para sus anotaciones y calendarios.

Primero ubicó la de sus padres, luego la de sus tíos, con su prima Allison, con sus abuelos, con su hermana Kat y primo Félix, y por último la más dolorosa: la de Dominic. Ya había pasado casi un año de su desaparición, pero aún le dolía. Fue algo tan repentino que no lo vio venir, si tan sólo lo hubiera acompañado...

FIGHT | paul lahote ; the sun saga¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora