Harry sentía como el teléfono móvil temblaba en sus manos, tanto que sus dedos ni siquiera coordinaran lo suficiente para poder escribir en la pantalla una respuesta coherente.
El último mensaje que había recibido aquella tarde y el motivo por su nerviosismo, era uno de su novia, Ashley, una rubia con ojos verdes de la cual cualquiera se enamoraría a primera vista debido a su indudable belleza, una chica que a fortuna del muchacho, era completamente suya. O bueno, eso pensaba él.
Aquel mensaje estaba teñido por todas partes de misterio, además de la mala espina que le daba al ojiverde esa simple oración que le carcomía los pensamientos. Después de todo, tras cuatro largos años de relación, conocía a Ashley lo suficiente para saber cuándo algo andaba mal, y en definitiva, todo indicaba que desde ese instante todo lo que había construido hasta el momento iría en picada. El mensaje decía:
"¿Podemos vernos? Tenemos que hablar. Te espero a las 5 en punto en el Mc de siempre."
Las manecillas en el reloj de su muñeca parecían no moverse en absoluto, y él no estaba seguro de si eso era bueno o malo para lo que ocurriría en su esperada cita, se limitó a contar los segundos marcados por la aguja más grande, y en cuanto llegó a las 4:30 p.m. se levantó inmediatamente del sofá, tomando su abrigo y su teléfono, ya había salido de su departamento cuando tuvo que devolverse por las llaves antes de cerrar la puerta tras él. Bajó las escaleras del edificio como si el ascensor le quitará los últimos minutos de su vida, y tomó su motocicleta para dirigirse al lugar pactado con la muchacha dos años menor que él, tanto era su apuro que se saltó dos semáforos en rojo y por poco atropella a una mujer con su perro, el cuál le ladró tanto que Harry reconsideraría el hecho de adoptar uno en cuanto estuviera casado.
Aparcó el vehículo y corrió a la entrada mirando su reloj, 4:58 p.m., su ansiedad era tal que no se sentía capaz de tomar asiento y sentirse tranquilo, así que se limitó a rodear el lugar con las manos en sus bolsillos, hasta que vio la larga cabellera dorada adentrarse al lugar. Suspiró e inmediatamente entró tras ella, acomodando sus rizos chocolate con sus dedos y tratando de mostrar su mejor sonrisa, la cual por lo usual se daba de forma natural cuando se encontraba cerca de la muchacha. Después de todo, era lo único que él conocía.
La abrazó por la espalda, y en cuanto ella se dio la vuelta para encararlo se inclinó para besarla, en ese momento lo apartó con su brazo.
– ¿Qué te parece sí... Uhm, pedimos primero? –Dijo apartando la mirada, evidentemente incómoda, separándose de él y dirigiéndose a la caja.
– Sí. Claro. –Suspiró, girando sobre sus talones y siguiendo a la muchacha con los ojos clavados en el suelo.
Pidieron su orden normal de Domingo, dos cajitas felices para Harry y una para Ashley. A él no le gustaba mucho, y por lo general seguía sintiendo hambre tras las comidas, pero su novia tenía una fascinación por los juguetes típicos de la cadena de comida chatarra, motivo por el cual él la complacía dándole los dos que venían con su comida.
Comieron en silencio, al menos ella lo hizo, pues el rizado no había ni siquiera destapado ninguna de las cajas de comida, extrañamente no sentía hambre y sólo miraba con atención cada uno de los movimientos de su novia, el ambiente era tenso y por un momento, él deseo con todas sus fuerzas que el tiempo se congelará y no tuviera que escuchar las palabras que sabía que no le traerían más que dolor.
– ¿No comerás? –Preguntó la pequeña chica levantando sus ojos verde oscuro de sus papas fritas, dirigiéndolos a los esmeralda del mayor.
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He's better
RomanceElla le rompió el corazón por un chico que era mejor. Él comprobó por sí mismo que lo era.