CAPÍTULO TRES.

205 24 23
                                    


Su tan preciado dinero llegó exactamente a las dos de la tarde, deslizado en un sobre bajo la puerta de su casa mientras él observaba la misma a la expectativa. Harry había estado tan ansioso ese día que ni siquiera se había preocupado por comer.

Tomó el sobre y miró su contenido. Sin un remitente, sin una nota, nada más que los billetes dentro de un sobre beige. A Harry no le sorprendió, ni se preguntó cómo alguien podría entrar a su edificio sin pasar por el portero del mismo, solo se limitó a contar los billetes. Maldijo en su cabeza, esto no le alcanzaría para mucho y sus chantajes hacia su madre no funcionarían en al menos algún tiempo. Suspiró y buscó algún número en su agenda el número de Liam, uno de sus compañeros, llamó y esperó.

- Hey, soy Harry. –Dijo un tanto bruscamente al auricular.

- Sí, ¿qué necesitas?

- No tengo mucho dinero hoy.

- ¿Y por qué me llamas?

- Quiero saber dónde puedo conseguir diversión más barata.

- ¿Hablas en serio?

- Sí, alguna vez me hablaste de un bar...

- Harry, ahí no va gente como la que tú conoces...

- No me importa.

- Bien, te veo en la entrada.

Y colgó.

Nuevamente, Harry no sabía cómo llegaría a aquel dichoso bar cuando no sabía sí quiera dónde era, y como sí leyera sus pensamientos, instantáneamente le llegó un mensaje con una dirección. Harry no se lo pensó dos veces y se dirigió a aquel lugar.

Por lo que le había contado Liam semanas atrás, era un lugar dónde iba la clase media-pobre, no era costoso y así mismo su calidad era pésima, pero afortunadamente la gente con malas intenciones que iba allí no abundaba como lo hacía en otros lugares del mismo calibre.

El lugar era justamente como lo había imaginado, un lugar pequeño y oscuro, las luces que iluminaban la pista eran bastante menos fuertes y brillantes que las de los sitios donde solía ir, la música se reproducía en algún aparato electrónico en vez de ser en vivo, la gente vestía con ropa de segunda y hablaban un tanto raro, pero a él nada de eso le importó cuando vio al chico (considerablemente más musculoso y grande que él, aunque el rizado fuese más alto) y se adentraron a beber.

Cuando la primera de las bebidas llegó a la garganta de Harry, sintió que esta ardía, no entendía como la que se suponía era la misma que tomaba en los bares de alta sociedad era tan diferente a la misma, tenía un sabor fuerte, e inmediatamente comenzó a sentirse mareado. La sensación le encantó.

Liam desapareció en la pista, y él se limitó a seguir bebiendo, un trago tras otro sin parar, pero se sintió peor en mucho menos tiempo. Decidió ir a tomar aire, y dejó un billete sobre la barra mientras se encaminaba tambaleándose entre la gente, sintió una mano en su bolsillo trasero, pero no se reparó en voltear, simplemente siguió su camino hasta llegar a la calle. Todo estaba oscuro allá afuera, y el frío caló sus huesos de inmediato, no había casi nadie, a excepción de una pareja que discutía afuera del lugar, la chica pelirroja con un cigarrillo entre sus dedos parecía molesta porque su novio bailaba con otra mientras esta fue al baño, él sólo daba excusas al aire intentando que esta no se fuera. Era gracioso como aquella situación le recordaba a Ashley, a pesar de que ellos no peleaban casi nunca, y bueno, ella no fumaba.

Harry siguió caminando por la acera vacía, con la vista desplazándose de un lado a otro, recorriendo sus pies, la carretera, el cielo, él solo intentaba averiguar dónde estaba ahora hasta que se sintió demasiado mal para seguir. Se sentó justo donde estaba, y recostó su espalda sobre una pared, cerró los ojos y buscó a tientas su teléfono. No estaba. Tampoco había dinero. Maldijo en su mente. Tragó saliva y entreabrió los ojos para mirar las estrellas del cielo, se preguntó por un momento que estaría haciendo la rubia en aquel momento, no se percató en qué momento se tiró al suelo y comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos, ni siquiera notó que alguien lo estaba viendo hacer aquella escena.

Y en ese momento, el rizado perdió todo el control.

Abrió los ojos, sintió una fuerte punzada de dolor recorriendo su espina dorsal hasta repartirse por todo su cuerpo. Un fuerte olor a vómito lleno sus fosas nasales, y su vista tardó al menos treinta segundos en enfocarse, observó su habitación desorientado, no recordaba cómo había llegado, pues lo único que tenía en su memoria eran las botellas baratas de alcohol y su contenido quemando su garganta, sumado a dos bonitas estrellas azules... ¿Estrellas azules? Meneó la cabeza de un lado a otro, tratando de despejar su mente e intentando recordar lo que había sucedido, ¿sería Liam quién lo llevó a casa después de estar tan mal para ni siquiera recordar lo ocurrido la noche anterior?

Duró un tiempo tratando de rescatar algún recuerdo que le indicara con exactitud la situación, pero después de un par de minutos decidió que realmente no era más importante que deshacerse de aquel olor que nublaba sus pensamientos y lo hacía querer regurgitar. Se quitó de inmediato su ropa sucia y lanzó esta hacia una bolsa de plástico que tiraría después, para posteriormente adentrarse a la ducha caliente, eliminando cualquier rastro de mal olor e intentando relajar sus adoloridos y cansados músculos. Cerró los ojos debajo del grifo, haciendo un nuevo intento por recordar, entonces pequeños flashbacks volvieron a su mente.

Dos estrellas azules.

Demasiado brillantes como para olvidarlas.

No son estrellas, lucen más como dos orbes celestes.

¿Había estado con una chica?

Algo dentro de él le decía que era demasiado linda para olvidarla.

Volvió a intentarlo.

La calle solitaria y una mano extendida hacia él.

¿Acaso era todo un sueño?

Escuchó voces en su cabeza, ¿se estaba volviendo loco? Voces... Era sólo una, un tanto chillona que hacía eco en su cerebro, no era una voz de chica, pero era más linda que cualquier voz que había escuchado en su vida.

Hizo un esfuerzo mayor por recordar, y aunque intentara olvidarlo y tan solo pensar que no era de importancia, como algunas otras noches atrás, su cabeza no dejaba de repercutir la idea de que tenía que saber lo que pasó, no supo cuánto tiempo permaneció allí bajo la lluvia artificial martirizándose cuando el sonido del teléfono lo sacó de su ensimismamiento, terminó rápidamente su ducha y salió desnudo, mojando el suelo y dejando un camino de humedad hacia el lugar del que venía aquel sonido, contestó.

– ¿Sí?

– Hey, Styles, ¿qué mierda te pasó anoche? Fui a la pista un momento y cuando vuelvo no estás, al menos debiste decirme que te ibas, amigo, me dejaste abandonado y no contestabas tu celular y, joder... – La voz gruesa de su colega inundaba la línea, Harry no estaba seguro de sí su voz era molesta o preocupada, pero le inquietaba algo más que el estado de ánimo de su corpulento amigo.

– ¿No fuiste tú el que me trajo a casa?

– ¿Qué? Te estoy diciendo que...

– Sí, entiendo, te llamo después. – No espero respuesta y corto de inmediato la llamada.

Al parecer sus sospechas de que Liam no lo había acompañado en los últimos momentos de la noche que no podía recordar eran ciertos, se sentía ligeramente orgulloso de su intuición, pero algo le quedaba claro ahora, tenía que hallar a la persona dueña de los ojos más hermosos que había visto en su vida, así fuera lo último que hiciera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 30, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

He's betterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora