Capítulo 1

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"Tal vez en otra época, en otro momento, nuestro hilo rojo finalmente se una."

***

Se hundió hasta lo más profundo del agua, y una vez abajo, abrió los ojos.

Le gustaba ver cómo, a través del agua cristalina del río, la luz del sol se filtraba, dejando que sus rayos llegaran a ella incluso en la parte más oscura.

No fue hasta que el aire comenzó a faltarle, que cerró los ojos, tomó impulso y subió a la superficie.

Pequeños sonidos de lo que pasaban en el exterior llegaban a sus oídos debajo del agua, parecía que había una gran conmoción afuera.

Cuando salió, vio que todas sus amigas, y todas las personas que antes estaban bañándose en el río, habían salido de este y corrido hacia la cima para ver algo pasando por la carretera.

Se puso de puntillas, intentando ver aquello que causaba tanto revuelo.

Las carrozas se detuvieron al ver el tumulto de gente que se formaba a su alrededor.

Y de pronto, una llamarada de fuego sorprendió a todos.

Un chico alto de cabellos rojos escupía fuego de su boca.

Nunca antes había visto algo similar, lo miraba con la boca abierta, acaso aquello era magia?

Aún cuando todos retrocedieron asustados, ella se quedó en su lugar... Mirándolos impresionada.

Un chico no muy alto, pero si más que ella, saco un megáfono y habló.

-EXODUS CIRCUS! Estaremos por un tiempo en este pueblo, no se lo pierdan.

Al terminar, música explotó en el aire y tres pierrots salieron de la segunda carroza.

Un poco más bajos que el presentador, los tres del mismo tamaño.

Dos de ellos, traían sus rostros pintados de blanco, y una sonrisa dibujada de forma exagerada, el azul y el rojo.

El tercero, el pierrot verde, llevaba una máscara de porcelana, que cubría toda su cara.

Los pierrots se acercaron al público y comenzaron a repartir volantes...

Aquel tercer Pierrot fue quien se acercó a ella.

Lo único que pudo distinguir, detrás de aquel antifaz, eran unos ojos marrón brillantes, y tan sonrientes como lo pintaba la máscara que llevaba.

Tomó el papel con sus manos aun mojadas, haciendo que este se arrugara un poco.
No se atrevió a mirarlo, no podía... En lo único que se podía concentrar era en aquel pierrot, que daba vueltas y jugaba con el público.

Le había sacado una sonrisa... Tenía tanto tiempo de no reír, que de verdad empezó a creer que aquel circo tenía más que solo actores.

Pero así como había llegado, desapareció. Y cuando lo perdió de vista, aquel trance en que se encontraba se rompió.

Debía volver a su trabajo, por lo que bajó la colina y comenzó a lavar las ropas que le quedaban.

Siempre era la última en quedarse junto al río, aun cuando todos terminaban.
Apreciaba esos pequeños momentos de soledad, en donde podía descansar.

Esta vez el tiempo había pasado sin que ella se diera cuenta.

Su mente divagaba en aquel minúsculo espectáculo que había podido contemplar... Y eso que ni siquiera era la función completa, lo cual era aún peor, una probada de un pastel que no podía comer.

Para cuando se dio cuenta el cielo estaba oscuro. No había vuelto a tiempo para la cena por lo que probablemente no comería esta noche.

Empacó sus cosas, algo resignada. No era la primera vez que se perdía en su imaginación y no era consciente del tiempo, y mucho menos la primera vez que se quedaba sin comida.

Caminó por los mismos senderos de siempre, en medio de la oscuridad y alumbrada solamente por las estrellas, ya que la luna no se había dignado a salir. Y en aquel pasaje que conocía a ojos cerrados, encontró una pequeña diferencia.

Luces, de todos colores, en un lugar donde no solía haber más que oscuridad.

Se acercó con paso precavido, y se encontró con chicos que incluso a esta hora, estaban trabajando.

Excavando, llevando tierra de un lado a otro, clavando y cortando madera.

La carpa aún no estaba armada, pero ya podía sentir el cambio de aire en el lugar: El circo estaba en la ciudad.

Desde ese día, encontró su nuevo pasatiempo.
Ver como la magia se formaba era igual de interesante que la magia misma.

-Si vas a estar viniendo, deberías por lo menos ayudar.

Estaba de cuclillas, por lo que oír la voz de repente la tomó por sorpresa, haciendo que perdiera el equilibrio y se fuera hacia atrás.

El chico a su lado, hizo una mueca, en un intento de contener la risa por el gesto de la chica, pero logró aguantarse y principalmente, logró  tomar a tiempo la mano de la chica antes de que se callera.

-Lo siento... yo no pretendía asustarte.

Ella lo miró de arriba abajo: pelo desaliñado, botas llenas de barro, camisa y pantalón desgastado y su cuerpo cubiertos de tierra. Podía notar, a simple vista y por la textura áspera de las manos que la recibieron, que el chico llevaba todo el día trabajando ahí, preparando el terreno para montar el circo.

El joven se rió.

-No es la primera vez que vienes... lo que me resulta curioso es el que vienes a ver?

-Vengo a ver la magia.

-Esta no empieza hasta que el show inicie.

-La verdadera magia, es como ustedes convierten este lugar, triste y desolado en un escenario irreal.

Los ojos rasgados, una mirada similar a la de un gato, labios sonrientes curveados al final... El chico incluso así, vestido de forma vaga y sucia, parecía un ser irreal. Aquellos ojos felinos se posaron en los de ella al oír aquellas palabras, como si de pronto algo hubiera llamado su atención.

Abrió su boca, pero las palabras que iba a decir quedaron en el aire, al ser interrumpidos por una voz grave.

-Oy Jongdae!- ambos se sobresaltaron, como si de pronto recordaran que no estaban solos en el mundo.

Al mismo tiempo, voltearon la cabeza a ver quién llamaba.

Un joven alto, y de cabellos rojos caminaba hacia donde los dos se encontraban. No sabían en que momento habían retrocedido ambos un paso, como si los hubieran atrapado haciendo algo prohibido.

Ella reconoció al joven alto de inmediato, sus facciones y altura lo hacían difícil de olvidar... era el chico del fuego.

-Chanyeol!- gritó el chico gatuno, saludando al que lo llamaba- disculpa, tengo que irme.

Avanzó unos cuantos pasos para encaminar a su amigo, mientras ella se limitaba a verlo partir.

-Si vuelves mañana- dijo dándose la vuelta- puedo enseñarte un paisaje diferente.

Voiceless SoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora