Capítulo 5

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Rose

Han pasado dos semanas en las que vivo en mi infierno personalizado. Vivo aislada de todo y de todos. No salgo a comer, las comidas son subidas a mi habitación.

Pedí una habitación para mi porque me rehusé a dormir con Bruno en una misma cama. El mismo día de la boda me pegó una cachetada porque no me quise acostar con él para consumar el matrimonio. Ya lo tiene de entretenimiento, cuando llega enojado me pega y yo tengo que hacer el papel de esposa sumisa.

Mis padres no los he vuelto a ver y a mi querida Leona, la tienen en donde están los perros de seguridad. Y para ser sincera es ella la única a la que extraño.

Me encuentro en el balcón de mi habitación leyendo un libro, o eso creía, porque me he puesto a pensar en Christoph. Desde el día de la boda no lo he podido sacar de mi mente. Presiento que lo conozco pero no se de donde.

No se porqué mi mente me lleva a un niño que besé cuando tenía siete años.

Entonces caigo. Él es ese niño. Al que le di su primer beso.

Una sonrisa aparece en mi rostro y comienzo a materializar su rostro en cabeza. Es hermoso, todo el grita sensualidad y a la vez elegancia.

No puedo calificarlo como una persona de la sociedad, no parece que sea un ricachón sin corazón. Además él no parece francés, y en la sociedad todos son franceses de raza pura. No se permiten mezclas con otras nacionalidades.

Algo me llama a salir de la habitación en la cual me refugio. Cuando llego a la sala, mi corazón martillea con rapidez. Es él, está aquí.

Está hablando con mi suegro, decido acercarme cuando siento unos brazos rodearme la cintura e inmediatamente me tenso.

-Hola mi amor- me besa el cuello.

-Bruno- digo de mala gana -¿Qué quieres?

-¿Acaso no puedo saludar a mi esposa?

Me gira y me besa, de forma rápida y brusca me separo de él y miro a Christoph. Aún no se da cuenta de nuestra presencia.

-Que raro que saliste de tu guarida- ignoro lo que dice.

-¿Quien es él?- pregunto por Christoph.

-Él, es mi hermano bastardo- abro los ojos como platos.

-¿Tu hermano?- digo sorprendida.

-Si. Mi padre lo tuvo fuera del matrimonio con una americana, al casarse con mi madre se lo quitó a la de él y lo criaron. Es mayor que yo por un año.

Lo miro asombrada por la información. Él me dijo que era solo un viejo conocido.

-Entonces, ¿Por qué no me casé con él, si es el mayor de los LeBlanc?- digo sintiéndome un poco decepcionada.

-Porque él es un hijo ilegítimo. Mi padre solo lo crió por responsabilidad. Así que tendrás que conformarte conmigo, preciosa- se burla el muy maldito.

-Eres un idiota Bruno, ¿Lo sabias?- di media vuelta y lo dejé con la respuesta en la boca.

Me quedé pensando en lo que me dijo el imbécil.

Con razón no parece francés, tiene rasgos americanos. Más bien, no se parece en nada, físicamente hablando, a su familia. Ellos son todos rubios, ojos azules. Y él tan imperfectamente bello, piel bronceada y ojos oscuros.

Cuanto me hubiese gustado que Christoph fuera mi esposo. Quizás las cosas fueran más fáciles.

Cuando lo vi allá abajo sentí un revoltijo de sentimientos alojados en mi corazón. No podía creer todo lo que él me hacia sentir y solo nos vimos una vez por menos de diez minutos.

No creo en el amor a primera vista. Pero esto no es el caso. Siento que lo quiero desde hace mucho tiempo.

Definitivamente estoy loca. Sintiendo algo por alguien que no conozco y que a lo mejor gusta de alguien más.

La vida no podía ser mas injusta conmigo.

Que hice en la otra vida para merecer esto.

Con estos pensamientos me voy a la cama.

Todo Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora