Capítulo 18

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Christoph

Llego a la cabaña agotado, he estado fuera muchas horas. Me la he pasado investigando algo que nos podría beneficiar bastante a mi y a Rose.

Y pensado en ella, esta mañana amanecí solo. Me enojé porque al despertar no estaba a mi lado, luego recordé que es una mujer casada y se me pasó.

Suspiro, deseando que todo esto acabe, que ella y yo estemos juntos sin ningún problema. Que podamos pasear en el pueblo tomados de la mano, como una pareja normal. Pero, nosotros estamos muy lejos de la normalidad.

Leona me espera detrás de la puerta, me pongo a su altura y la acaricio. Por alguna razón siento que con ella estoy conectado a Rose.

Extraño, ya lo se.

-Hola linda, ¿Tienes hambre?- me responde con un ladrido.

Le doy de comer y miro el reloj. Las seis de la tarde y no se nada de mi muñeca.

La puerta comienza a ser tocada de manera brusca, parece desesperado quién sea que este afuera. Camino hacia la misma y cuando abro, me encuentro a Cara muy sofocada y en su rostro brilla la preocupación.

-Pero... ¿Qué te pasa mujer?

Ella no me contesta, está sin aire. La tomo de un brazo y la obligo a sentarse en el sofá, voy a la cocina y le sirvo un vaso de agua y se lo llevo. Ella bebe pequeños sorbos y parece tranquilizarse.

-Ahora, dime que pasa- digo nervioso, siento que algo anda mal.

-Te he estado buscando toda la tarde. Es Rose- inmediatamente se me atasca la respiración -Peleó con el señor Bruno y pasó algo horrible.

Mi corazón late muy rápido, la volvió a golpear el muy cabrón.

-¿Cómo está ella?- pregunto alterado.

-Está muy lastimada, no te podría explicar. Tienes que venir, el señor no está y ella está aún inconsciente. Esto pasó alrededor de las once de la mañana.

-Vamos, Cara. No puedo perder tiempo.

Caminamos casi corrimos a la mansión, cuando llegué a la habitación de Rose, sentía la misma ira de la otra vez multiplicada por cien. Está más golpeada y al parecer no reacciona.

Me acerco a la cama y le acaricio el hinchado rostro. De esta Bruno no se salva, lo dejaré peor que cuando éramos adolescentes y nos peleamos hasta llegar al hospital.

-Mi amor, ¿Qué fue lo que pasó?- le beso la frente.

-Joven Christoph, hay algo que no se si debería decirle.

-Dime, Cara, no te quedes con ello.

-Los gritos de ayuda de la señora se escuchaban por toda la mansión, eran de dolor y sufrimiento. Cuando Bruno se fue subí a ayudarla y la encontré...- traga saliva -No se si podría continuar - sus ojos se llenan de lágrimas.

-Habla, Cara- le exijo, estoy perdiendo la poca cordura que tengo.

-Ella estaba inconsciente y estaba desnuda con sangre en su entrepierna- dice con cautela.

-¡NO!, ¡mataré a ese hijo de perra!

La violó, a mi mujer, a mi vida. Le puso sus asquerosas manos encima, eso sí que no lo dejaré pasar por alto.

Vi rojo por la furia, en eso escuché la voz de ese malnacido. Había llegado a la mansión.

Bajé lo más rápido que pude las escaleras y lo vi junto al que se hace llamar mi padre. Despídete de tu rostro de niño bonito, Bruno.

Después de esta va a necesitar un buen cirujano.

-¡BRUNOO!- grite con toda la ira latente en mi.

-¿Qué diablos haces en la mansión?- preguntó enojado.

-¡La vas a pagar, imbécil! Lo que hiciste es bajo y muy sucio. ¡Eres un bastardo!

En sus ojos brilló la comprensión.

-¡Vaya, vaya!, si no tuve que contratar un investigador privado, para saber quien es el amante de mi querida esposa. No es nadie más que mi hermano bastardo.

Quiero matarlo, es lo único que se reproduce en mi cerebro. Y es lo que haré.

-Eres un ser asqueroso- él rió.

-Ella es deliciosa, debes de saberlo. Me encantó poseerla y escuchar sus gritos, fue tan excitante. Lo haría una y otra vez solo por sentir su estreches. Ufff solo de pensarlo me pongo duro.

Y con eso firmó su sentencia de muerte. Su tour por el infierno.

-Eres un hijo de puta.

Me abalanzo sobre él tomándolo por sorpresa, y el primer golpe sale hacia su rostro. Luego el segundo y el tercero. No puedo controlarme, la furia me consume, cada ves que materializo el rostro de Rose en mi cabeza, más fuerte le pego.

Siento mis nudillos lastimados y llenos de sangre. Estoy encima de él y creo que está inconsciente porque ya no se está defendiendo, pero yo no puedo parar. Escucho voces alarmadas y gritan que lo mataré, que me detenga.

Siento que me toman de los brazos y me llevan hacia atrás separándome de Bruno. Tengo la respiración acelerada y veo los rostros horrorizados de todos. El bastardo está inconsciente con el rostro lleno de sangre y muy hinchado.

Justo lo que quería.

Todo Por Tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora