El Fin De Una Vida Sencilla

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Fue rápida la reacción del joven al levantarse de la cama, como si hubiera despertado de una pesadilla, más sin tener la más mínima idea de que soñó, el joven con algo de desánimos y dejando atrás su somnolencia se levantó de la pequeña cama, la cual apenas con una sábana blanca, conformaba el único lugar donde sentarse en aquella pequeña habitación destinada para los sirvientes del lugar el cual eran los dormitorios de la servidumbre del regente de la ciudad de los divinos, una ciudad del lado noroeste de Imperia del Norte; El joven se deshizo de la camiseta marrón de tela y se dirigió a la percha donde se hallaba su saco de vestimenta formal, tras cambiarse se colocó los guantes negros pese a que se exigía los de color blanco en etiqueta de la región; Se tomó un momento y se colocó frente al espejo donde el joven podía ver que su uniforme de sirviente estaba en condiciones y tomo su tiempo para peinarse, tomo también del perchero antes cubierta por el saco, un estoque dentro de su respectiva funda, se lo amarro junto a su cinturón y tomo un libro de la pequeña mesa de noche al lado de la ventana cubierta por sus cortinas.

El joven de unos diecisiete años salió de la habitación y siguió su curso a través de los dormitorios de la servidumbre, dejo el libro sombre el blanco barandal y se dispuso a observar los primeros rayos del sol del rojo amanecer que cubría la metrópoli, un mar de techos de las casas hacía difícil ver demasiado lejos, pero no importo, el joven se dispuso a proseguir a presentarse a tiempo y dirigió marcha hacia la mansión la cual quedaba prácticamente enfrente, viendo como ya los carruajes empezaban a escucharse y en varios lugares se oía a la gente yendo hacia sus trabajos, pese a los tempranos que era, esto solo lo hacía más apacible.

Tras cruzar la calle se dirigió a un puerta al lado de la reja principal, sacando el manojo de llaves abrió la puerta para cerrarla tras de sí, al llegar tomo un rápido desayuno con algunos de los otros sirvientes del lugar, tras ello varios de los guardias le saludaron a él refiriéndosele como "Joven Marshall" dicho apodo por respeto que Jaiden se había ganado tras estar en la servidumbre del duque prácticamente desde que tenía memoria, ya que desde muy, muy pequeño era huérfano y gracias a la relación de sus padres con el circulo de reyes de Imperia, pese a no ser prácticamente relevantes, pudo sin problema alguno hacerse con un trabajo humilde como sirviente para la familia Termestris, junto con que siempre fue un cercano conocido por no decir amigo de la hija única del duque, Alana Termestris; el joven Jaiden dirigiéndose a sus ya asignadas tareas del dia vio a una de las sirvientas ante la puerta de la habitación de Alana por lo que se acercó a preguntar.

No se enojara si la despiertas más temprano -Dijo mientras sacaba el reloj de bolsillo para verificar la hora- como ves, son ya casi las ocho en punto, después de todo son ordenes de la señorita Alana, para que pueda empezar temprano con su entrenamiento -dijo con el tono tan respetable y elegante el cual aprendió con tantos años de refinar su etiqueta, junto con el porte el cual ya llevar el brazo derecho por detrás y el brazo izquierdo por delante con la mano cerrada, que para Jaiden ya era un estándar-

Supongo tienes razón, joven Jaiden -Apodo con el cual las damas preferían referirse a el- aunque como ya habrás oído el duque no está demasiado conforme con los entrenamientos de mi señorita, pero conociéndote si dices que no hay problema es porque no lo habrá -dijo con una mera sonrisa ante quitarse la duda la cual seguramente la tuvo varios minutos indecisa frente a la blanca puerta-

La sirvienta toco para dar un previo aviso y los dos entraron a la habitación, era lo típico de una familia adinerada, una gran cama en el centro con velos alrededor, dos roperos junto con una gran mesa de noche con un gran espejo para retocarse y otro para vestirse, la sirvienta se decidió por ir a despertar a la joven y Jaiden se dirigió a abrir las grandes cortinas.

Señorita Alana, tal como nos pidió son las ocho en punto de la mañana, el joven Jaiden ya pidió su desayuno, estará listo en unos minutos, por ende levántese para poder ayudarla a arreglarse -tras decir eso la somnolienta joven de la misma edad que Marshall, cuyo pelo rojo escarlata y ojos cafés conformaban a la que era una dama en todo el sentido de la palabra sino un interés común entre los primogénitos de la burguesía de la ciudad, ella daba el ultimo bostezo para terminar de espabilar, la joven agradeció y Jaiden sin que se lo dijeran se dirigió a la puerta para dejar a la dama prepararse, más la joven decidió detenerle para decirle- Jaiden mas tarde quisiera conversar contigo -a lo que el joven se volteó e hizo reverencia y se fue sin decir palabra alguna-

Jaiden Marshall y La Orden de la Ceniza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora