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le gustaba la música, decía que la música era el mejor método para escapar de la realidad. Por eso, todas las mañanas iba al asilo a cantarle a aquellos ancianos llenos de vida  y gozos en sí. Cantaba la última canción que había compuesto pensando en ella... Anastasia. "Anastasia, Anastasia, Anastasia" deambulaba por su mente una y otra vez; y como si el universo quisiera complacerlo la vio pasar por la sera de la calle gracias a aquella enorme ventana que daba hacia afuera. La vio con su hermoso vestido de lana color rosa pálido que hacia una excelente combinación con el tono de su piel, pero ¡Que no le quedaba bien a ella si ella era perfecta para él!.

"Abuelos, mi propia Julieta me espera" fue de ese modo como se despidió Lucas Lawler de los ancianos.

~*~
Luca llevaba media hora persiguiendo a Annie, por alguna razón se detuvo al llamarla, su caminar siempre había sido lento y con la cabeza gacha y ese día no era la excepción, es por eso, que el se detuvo a acudirla, quería ver a donde se dirigía, él quería ver la razón de su tormento.

Annie se introdujo al bosque sin sospechar de la presencia de alguien siguiéndola, ella iba ida en su mundo, como siempre. Luca hacia el mejor esfuerzo para hacer el menor ruido posible con las ramas y hojas secas que se encontraban reposadas sobre la tierra del bosque. Annie llegó a su refugio, consistía en un lago con rocas que lo rodeaba la orilla de este, como si estuvieran diseñadas para que se sentaran en ellas, lo demás eran arboles donde Annie siempre se sentía pequeña e indefensa, pero segura de no estar rodeada de gente que podía hacerle daño. Cada vez que llegaba cantaba una pequeña melodía para hacerles saber a sus amiguitos del bosque sobre su presencia; y Lucas al escucharla se asombró, "Su voz es un hechizo de sirena" pensó él. Y era cierto, eso era su voz... un hechizo de sirena, el encanto de una sirena.

Él, la observaba darle comida a los conejos y a las pequeñas aves que se le acercaban y si no fuera por la tristeza de sus ojos diría él que fuera un cuento de los hermanos Green. Luca se sorprendía cada vez más al verla con los animales, ¡habían hasta venados!. Definitivamente el alma de Anastasia no sólo era cálida.

~*~

Había ya pasado una hora desde que Luca observaba a Annie. Se encontraba haciendo trazos en su libreta en donde Luca no distinguía si dibujaba o escribía, hasta que él decidió acercarse para anunciar su presencia, pero él paró en seco al ver lo que ella hacía... Se trataba de él. Annie dibujaba sus hermosos ojos miel.

Dibujaba sus ojos que tanto le gustaban, sus pestañas largas y abundantes, sus cejas pobladas y su iris color miel... una combinación perfecta en un dibujo, él, una perfección.

*~*
"Lucas.. Es como... el chocolate en invierno, como la música en un día de lluvia, es como...el hombre de tus sueños".
*~*
Annie pensaba que la perfección en la vida era aquella que podías ser feliz y cometer errores, llorar y sufrir, pero levantarse, esa perfección de amar y desamar, eso era la perfección de la vida.. vivir. Aunque para ella, ella no lo veía así porque ella sólo había conocido el sufrimiento. Se dice que la tierra esta en la mitad del infierno y del cielo, pero lastimosamente Annie siempre lo habia visto como el infierno, si, el infierno. Ella había ido al infierno o el infierno había ido a ella.
~*~

5/05/09
Annie recogía sus pinceles y sus colores para macharse de su escondite. Cuando salió de ahí vio la casa de Lucas y sin poder resistirlo se dirigió a la puerta. Al ver la estupidez que ella creía hacer, se dio media vuelta.

-¿No ibas a tocar? - Annie dio un salto en su mismo eje, persona que tanto... Había recelo en el hablar de él.

-Lu-lucas- tartamudeó Annie -Y-yo no quería molestar.. tal vez dormías-Annie agachó su mirada hacia sus botines castaños ocultando la vergüenza en sus mejillas.

-Mmmm, primor. ¿Quieres entrar?- Lucas hizo un ademan con la mano corroborando su invitación- Tengo chocolate- finalizó la oración con la intensión que eso convenciera a su indefensa sirena.

-Me encantaría, Lucas.- Annie subió la mirada para ver la galaxia de estrellas que había en los ojos de él, ella afirmaba que jamás en la vida había visto unos ojos como esos... Profundos y sinceros, y si mirabas mas adentro podías ver un mar poseído por el amor.

Luca hacia el chocolate mientras Annie acomodaba las sabanas y las almohadas al frente de la chimenea improvisando una cama. Era raro y curioso pero él le trasmitía confianza, protección. Tal vez esa era la razón por la cual Anastasia entró al barco de su marinero, aún sin conocerlo.

-Anastasia, el chocolate está listo- Lucas había entrado a la sala justo en el momento cuando Annie finalizaba su pequeño trabajo- Ojalá te guste, pequeña sirena.- Lo último había sido un leve susurro que había deambulado por la mente del marinero.

-Por favor, llámame Annie- Aceptó el chocolate con sus dos mano tocando, apropósito, la gustosa piel del joven- Anastasia no me gusta.

- Annie, llámame Luca- Luca tomó un sorbo de su chocolate introduciendo en él un pequeño malvavisco que flotaba en la superficie de la sustancia. -Cuéntame de ti-

-Hablemos mejor de ti- Annie apresuró en cambiar el tema, ella no quería hablar de nada que implique la vida de ella, para ella eso era un tabú, eso era un secreto que nadie sabía y que nadie podía saber.

-Está bien- Luca se había dado cuenta del sentimiento que recorrió a Annie, a través de sus ojos, sus pupilas se dilataron y el brillo que mantenía se opacó, ademas, las pequeñas venas rojizas que se veían, apenas notables, se hicieron mas presentes, pero Luca sabía que eso no era algo que ella
estaba dispuesta a contar, no aún.

Ataduras de dolor [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora