Capítulo 2

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La fina alfombra del recibidor era limpiado por una larga cabellera rosa, a causa de varias reverencias de disculpa por haber llegado sin avisar, o tal vez súplica para que los recibieran.

—¿Por qué haces eso, hija? —preguntó Fleur avergonzada.

El niño levantó a su melliza con suavidad, sin ser capaz de dirigir su mirada esmeralda a la familia.

—Cariño, ellos son los mellizos Gloriosa Daysi y Timber Sprouse, tienen 15 al igual que Twilight —presentó la elegante mujer, dirigiéndose a su marido.

—Niños, él es el profesor Night Light, su padrastro.

—Mucho gusto... Señor.—Daysi hizo una pequeña reverencia.

—El gusto es mío. —Sonrió el arquitecto. 

Timber se quedó callado. Acto que enojó un poco a la pelirosa.

¿Qué esperaba? ¿Que lo recibiría con los brazos abiertos luego de abandonarlos?

Él no era su padre y nunca lo sería.

Esa jamás sería su familia. 

—Y ella es Twilight, los tres serán como hermanos. —finalizó la modelo.

Twilight nunca había visto unas prendas tan desgastadas como las de esa noche. 

Sin importarle su apariencia, la oji-violeta sonrió a la extraña, extendiéndole la mano. La melliza le devolvió el gesto y tomó la mano de la chica algo dudosa.

Las manos de Twilight eran suaves y cálidas, mientras que ella sentía sus manos toscas y frías. Se ruborizó.

Hizo lo mismo con el chico, quien tenía la mirada baja y no había dicho ni una sola palabra en todo ese tiempo. Sin embargo, él, como lo hizo con su padre, ni se inmutó en verla.

—Él, a las niñas no les da la mano. —explicó su melliza.

—Ahora soy tu hermana, puedes hacerlo—le cogió la mano con inocencia, Timber se sorprendió por un segundo, nunca alguna fémina lo había tomado de la mano, aparte de su hermana. Sin embargo, reaccionó y bruscamente se soltó del agarre de la pequeña peli-azul.

El ojiverde no ocultó el desprecio que aquella niña rica le hacía sentir. 

¿Fue por ella? ¿Por ella su mamá no los quería?

¿Abandonas a tus hijos para criar una bastarda ajena?

La rabia se apoderó de él y solo quizo desaparecer.

Corrió con todas sus fuerzas, fuera de la casa.

—¡Timber!—escuchó a lo lejos la voz de su madre.

La sensación era horrible. 

Llegó al jardín y se acercó a las rejas de la gran entrada. Grande fue su sorpresa, al ver a su padre en una esquina de la calle, casi frente a él, sentado en una roca, con lágrimas en los ojos. Tuvo el impulso, fue muy fuerte, pero se contuvo.

Papá ya no podía.

Papá ya no comía.

No podía seguir siendo una carga para él. No, cuando su madre disfrutaba de toda clase de lujos a conciencia de que dejaba una familia en la calle.

Su cerebro solo se atinó a darle un consuelo de lágrimas y lloró amargamente, sentado en el suelo y abrazando sus rodillas.

Su hermana apareció detrás de él, observándolo con tristeza a unos pies de distancia.

Cuando se calmó un poco, minutos después, ella se acercó para llevarlo dentro.

Luego de pasar el umbral de la puerta, les esperaba una nueva vida.

Stairway To Heaven • FlashlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora