Capitulo 4

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Leonardo se encontraba en el centro del dojo, tumbado, con los ojos cerrados; el Sensei le había dormido, y después llamo a sus otros hijos. Cuales, con las órdenes del maestro, se sentaron al rededor del mayor; cerraron los ojos y respiraron hondo.

De la nada, al abrir de golpe los ojos, se encontraron que ya no estaban en el dojo; en cambio en una sala negra, pero claro, sin ventanas ni una puerta visible. Notaron que el Sensei, no se encontraba con ellos; algo que les preocupó, pero una dulce e infantil risa les llamó la atención.
-¿Qué hacéis aquí?-, pregunto una voz, que le pertenecía, calculadamente, a un crío de por lo menos 6 años.
-Venimos, a salvar a Leo de su sufrimiento-, le respondió el de rojo, después de tragar en seco. Entonces delante suya, apareció una pequeña tortuga, de unos muy brillantes ojos de color azul zafiro; cual sonreía con ternura.
-Pues venís a tiempo. Está casi terminando, los recuerdos están desapareciendo, los gritos aumentando-, les respondió; pero cuando pronunció lo de los gritos, su sonrisa desvaneció, y como dictó, se oyó los gritos de Leonardo. Cuidadosamente Raphael cargo al pequeño ser, cual se había abrazado fuertemente a su pierna; este guardó su rostro en el hombro del de rojo.
-Por favor, ayudarme. Estoy desapareciendo y no tenemos tiempo-, les comento el pequeño, que había comenzado a llorar.
-Siempre hay tiempo, tan solo hay que hacerlo-, le susurró el de rojo; y con eso, el llanto empezó a tan solo ser sollozos, y delante de ello apareció una puerta.
-La única entrada es esa. Pero por cada persona que entra, aparecerá en otro lugar; por favor, llegad a tiempo, intentare distraerlo el más tiempo que pueda-, les dijo, antes que el de rojo le dejara en el suelo, y el pequeño entrará por esa puerta. Con toda la valentía que tuvieron, pasaron los tres por esa puerta; llevándoles a diferentes lugares de la mente de Leonardo.

Michelangelo, apareció en una sala llena de flores, y un gran árbol en el medio; cual, debajo de ella, se encontraba un Leonardo meditando.
-¿Leo?-, pregunto el pecoso, mientras se acercaba al que se encontraba meditando.
-Si Mickey-, le respondió, sin parar de meditar; el de naranja pudo notar, que ese líder en azul, parecía tener 11 años.
-¿Por qué meditas?-, pregunto el mutante que en ese momento era el mayor.
-Además que es algo que en esta parte de la mente siempre se hace; es para quedarme firme, y proteger este sitio, contra el poder del príncipe de las tinieblas-, lo contestó, sin abrir ojos.
-De ¿quién?-, pregunto el de naranja.
-Él que está haciendo sufrir a tu hermano-, le respondió.
-Ah. Pero ¿por qué le hace sufrir?-, pregunto curioso.
-Porque el yo mayor, hizo algo que nadie debe hacer. Ahora la misma persona, que una vez le salvó la vida, quiere que Leonardo le pertenezca 100%, pero para eso, tiene que hacer que caiga bajo su hechizo. Uno cual, para que funcione, tiene que eliminar la memoria de la persona que amo en un tiempo, tiene que debilitar a su víctima, y hacer que beba una poción. Una cual todavía no a usado, pero hay algo más. Algo que no logró alcanzar; pero te aviso, que no toques nada, Michelangelo. Porque puede ser vuestra peor decisión-, le explico, y entonces toda la sala empezó a brillar y el pecoso apareció en otra sala, donde se encontraba su maestro.
-¿Qué has descubierto Michelangelo?-, le preguntó, y el de naranja empezó a contarle lo que le explicaron.

Mientras en otra sección de la mente de Leonardo, el de morado andaba con un líder en azul, de 13 años; estaban pasando por una sala totalmente rellenada de libros. Donde se podían leer: "Mickey destroza la cocina" o "Donatello decidió ser el siguiente gran científico"
Pero lo que sorprendía, era que no había ni uno de su hermano en rojo.
-¿Por qué no hay libros de Raph?-, pregunto el genio.
-Fui atacado no hace mucho, no pude con el, ya que no sabía cómo, hacía trampa y creaba cosas en la mente de Leonardo que no deberían estar. Cogió todos libros, que aunque tan solo apareciera una vez el nombre de Raph; el sabía que todo esto eran sus recuerdos, pero an estado desapareciendo. Casi destrozo los otros libros, pero conseguí poder proteger esos recuerdos; aunque se llevó los importantes-, le explico.
-¿Cuáles?-, pregunto.
-Las que Raphael aparecían. Aunque estos dos siempre estén discutiendo, los recuerdos más importantes, las hizo con él. Sus primeras palabras, sus primeros pasos, sus primeras Katanas; y el que me gusta más, su primer beso-, contestó para luego añadir una divertida risa, con su sonrisa.
-¿Primer beso?-, pregunto confuso el de morado.
-Fue gracioso. Pero al final de todo, Leonardo y Raphael se han besado-, le respondió, con una sonrisa divertida, mientras recordaba cómo se dieron un beso.
-¿Me lo contarías?-, pregunto integrado el de morado.
-Lo siento pero no puedo decírtelo, además ya te di una pista-, y con eso, el genio fue rodeado de una luz y apareció junto con su hermano menor y su Sensei.
-¿Encontrares algo? Donnie-, pregunto el más bajito.
-Algo de un beso-, le respondió.

Pero sin nadie supiera, algo pasaba en una zona especial de la mente de Leonardo; una zona donde se encontraba el de rojo, andando por una sala en blanco y negro. Entonces de la nada, apareció otro Leonardo, pero no era más joven que él; era el verdadero Líder en azul, pero su cuerpo estaba lleno de heridas y marcas negras.
-Te estaba esperando-, le informó el de azul, cuál se encontraba de espalda.
-Tu me recuerdas, ¿verdad?-, pregunto el de rojo.
-Para no olvidarte, has sido el hermano más pesado y testarudo que he tenido-, le respondió, con una ligera sonrisa. Pero esa sonrisa desapareció al instante; y otra herida reino su cuerpo.
-Raph, por favor, no te asustes al verme-, le pidió el de azul.
-¿Por qué me asustaría?-, pero nunca tuvo respuesta vocal; Leonardo se giró, para mirarle a la cara, pero los ojos del que sufría no tenían color.
-¿Qué-que les pasó a tus ojos?-, pregunto el de rojo, mientras se acercaba al de azul.
-Es-estoy ciego. Pero aunque no pueda ver ahora, sigo pudiendo sentirte-, le dijo, con lagrimas saliendo de sus ojos; el rudo hermano, colocó su mano en la mejilla del de azul, quitando las lágrimas que caían.
-No quería que le viese, no quería que me enamorase de nuevo; no quería que volviera a mirar esos ojos, y cayera otra vez en la lista de cupido-, le contó, mientras levantabas rostro; pudiendo saber, que los ojos de Raphael se encontraban allí.
-¿De quién no quería que te enamorases?-, pregunto el de rojo.
-De ti-, con esa respuesta, el de azul unió sus labios con el de rojo. Mayoría de las heridas del de azul, se estaban curando, aunque las marcas negras amenazaba de nunca salir; mientras los dos que se besaban, disfrutaban de un dulce plato llamado AMOR. El deseo más grande del de azul, se hacía realidad, aunque sabía que no iba a durar todo lo quiso, pero fue suficiente disfrutarlo; mientras el de rojo, experimentaba, lo que su corazón siempre le había pedido.

Desde una parte donde nadie había entrado antes, si se trataba de la mente de Leonardo; alguien observaba a esa pareja, cuál se fundaban en un gran beso. El que observaba, se prometía que pase lo que pase, aunque le doliera a su pequeño Leonardo iba a hacer desaparecer a ese interrumpido.
-Pase lo que pase, te prometo, Raphael Hamato, que vas a morir muy pronto-, y con eso se levanto y se preparó para el inicio de su historia. El último paso para hacer a el Líder en azul, en su esposo; alguien que estará perdidamente enamorado del príncipe de las tinieblas.

Corazón controlado (Yaoi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora