Dos chicos se encontraban en la biblioteca de su escuela, castigados, al ser la hija de los chefs más famosos de todo París, era muy problemática en la escuela. Hoy la causa de que estuviera castigada fue haber golpeado a la hija del alcalde.
—Señorita Marinette podría poner más atención por favor —dijo un chico cabello rubio y ojos verdes, profesor de la chica.
—Estoy aburrida ¿sí? —dijo la chica.
—Entonces ya no se vuelva a meter en problemas —dijo y volvió a posar su vista al pizarrón.
La chica solo lo miraba pícara al chico, parece que no es mucho más mayor que ella —tiene 20 años — le cuenta hasta unos 22 años a su profesor. Además de que es jodidamente sexi.
—Profesor una pregunta ¿qué edad tiene usted? —cuestionó la Dupaing - Cheng.
—Tengo 23 —dijo volteando a mirarla.
Con que esa era la razón por la que varias se volvían locas, solo tres años de diferencia.
—¿Y por qué un profesor tan sexi hace en esta escuela? —dijo coqueta.
El comentario de la chica hizo que algo se le prendiera al mirada esmeralda, hacía un tiempo que esa chiquilla le despertó algún sentimiento en él, pero no lo mostraba por su trabajo. Solo la hija del alcalde que lo acosaba, de vez en cuando se le insinuaba, pero solo tenía en mente a la azabache problemática.
—Responda mi pregunta Agreste—esas palabras hizo que el chico volviera a la realidad.
—No lo se será por que habrán chicas lindas como usted —dijo recargandose en la mesa de la chica mirandola a los ojos.
La azabache se sonrojó, ese comentario la hizo poner sumamente nerviosa. No sabían porque pero el calor ya estaba reinando en el lugar. Ese profesor le hacía sentir de una manera extraña y nerviosa cada vez que le daba clases.
Al salir de aquel mundo, la chica poso su mirada en la del chico, no sabían pero ambos se acercaban lentamente. Hasta que sus labios se encontraban unidos, la chica puso sus manos en las mejillas del profesor profundizando el beso que de alguna u otra forma de mostraba desesperados, como si hubiesen esperando mucho tiempo.
Se separaron por culpa del oxígeno, un fino hilo de saliva los unía.
—No se, pero ya no aguanto más Marinette —dijo el rubio sonrojado.
—Yo tampoco, profesor Agreste —dijo la chica en el mismo estado que el chico.
—Adrien desde hoy, linda —le guiño un ojo a la chica.
Ahora fue la azabache quien besó al rubio, se levantó de su lugar y abalanzarse cayendo en la mesa ella arriba de él. Marinette puso sus piernas al costado del torso de su profesor y él sus manos en sus caderas.
Sus bocas parecían comerse, inconsciente la chica empezó a desabrochar la camisa del chico.
—¿Estas segura? —pregunto dudoso el chico.—Sí —balbuceo la chica.
Siguió desabrochando botón por botón, él se sentó en la mesa para que la chica pudiese quitar su camisa. La azabache recorría su mano en el torso del chico, y él masajeaba su espalda hasta que decidió quitarle la blusa de encaje que traía puesta.
Al quitársela pudo ver los pechos de la chica, de un tamaño perfecto, poso su mano en uno de ellos haciendo gemir a la chica. Supo que esa acción le encantaba así que le quitó el sostén, dejándolos libres tomo uno y empezó a chuparlo.
—Adrien... Es... Increíble —pudo decir en un hilo de voz la chica.
Dejo los pechos para ponerse de pie al igual que la chica, cuando estuvieron ambos de pie, él prosiguió a quitarle el short que traía puesto, dejándola en bragas. Ella bajo sus manos al pantalón del chico desabrochando su cinturón y después el botón que lo sostenía.
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One-shots Miraculous (+18)
RomansaPara las personas perver cómo yo les traigo este pequeño lemmon