Tlön: Yamel.

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-¿Por qué arrojamos unrats al agua, mami?- Preguntaba Yamel, mientras sostenía un pequeño unrat entre sus dedos y contemplaba aquel animal extraño hecho de barro y de colores azules, verdes y amarillos.
- Esta noche aparece Kai, la diosa del agua, y debemos darles estas ofrendas por salvarte de tu mala sangre cuando eras bebé.
- ¿Kai?
Yamel tení unos hermosos ojos verdes que se mostraban con un brillo de plenitud en cada pregunta, llena de curiosidad y asombro infantil.
- Kai es la diosa que vive en una luna que aparece cada cuatro ciclos. Cuando tú naciste, estaba la luna de Kai en cielo y fue a ella a quien le pedimos que te sanara. Estabas dormida y no despertabas. Mamá Iuni nos dijo que deberíamos traerte al lago en la noche, cuando la luna de Kai brilla más. Teníamos que bañarte con el agua que tocaba la luz de la luna, justo como hoy. Hacia mucho frío, pensaba que no debía meterte en un agua tan fría, pero no encontraba otra forma para curarte...
- Sí, sí, ya se. Luego mi cabello se puso azul y mis ojos se abrieron y viste que de ser negros se pasaron a verde. Lo que yo quería saber, mami,es porqué  unrats y no otra cosa y, y... ¿qué son?
- Los unrats son espíritus que aparecen en los sueños, en los sueños malos. Pero ellos viene y te salvan . Son guardianes que te cuidan mientras duermes y cuando te mueres. Los unrats son enviados por la diosa Kai, ella los crea y los manda. Cada uno de nosotros tiene tres unrats, estos son los mios. Este de aquí, el de seis patas y color azul, lo he visto varias veces, es tan grande como un Elkex y monté su espalda para escapar de grandes sombras en forma de demonios. Se llama Darn. Este otro, tiene cuatro alas y sus ojos son hermosos, de un dorado como el oro más pulido y brilla con  todos los colores del mundo. El puede hablar conmigo, siempre le cuento mis problemas, aunque el me responde con cosas extrañas que no entiendo. No tiene nombre,  le gusta que le diga uno diferente cada vez que lo veo. La ultima vez lo llamé Iutkao, como el abuelo. Y el que tienes en tus manos y que parece una persona, se llama Huro, tiene dos cuernos y tres ojos, además tiene dos alas. El usa dos hachas para defenderme, pelea muy bien y es muy valiente. Es mi unrat guerrero.
- Pero... ¿Porque los tiramos al agua? ¿Hicieron algo malo?
- No, Yamel. Ellos nunca se portan mal. Y ya te lo dije, son regalos que le doy a Kai por curarte. Los hago  con el mejor esfuerzo y el mejor arcilla que hay. Valen mucho, es un regalo de agradecimiento a Kai.

Entonces Yamel miró al unrat que tenía entre sus manos y  susurró un nombre. - Huurooo-. Observaba los cuernos altos que se asomaban de la frente, potentes y majestuosos de Huro. Sus alas de insecto, y las dos hachas, una en cada mano, cómo esperando la pelea. Sus ojos eran verdes como los de ella, y en la frente, entre los cuernos, se encontraba el tercer ojo. Yamel levantó  la otra mano y acaricio su frente, buscando aquel ojo de Huro en la suya. Por alguna razón relacionó el color de los ojos del unrat con su milagro de sanación y pensaba que Huro debería ser su unrat también.

- Mamá ¿ cuales son mis unrats?
- Lo sabrás cuando Kai los envíe a protegerte en tus sueños. Ahora mira ¿ves esas estrellas de ahí? Las que forman un triángulo.

Se arrodilló y se colocó junta a ella, extendió su mano señalando las tres estrellas.  Dos estaban asomándose paralelas al horizonte, emparejadas la una con la otra y en medio del espacio entre ellas, se hallaba un volcán dormido, con la sima cubierta de nieve.  Justo arriba del volcán,  se asomaba la tercera estrella, a una distancia parecida a las que tenían las otras dos, haciendo de las tres un triangulo casi perfecto.

Yamel y su mamá se hallaban a la orilla del lago donde sucedió el milagro,  el lago estaba quieto como aquélla noche, multiplicando las estrellas como espejo, pero también reflejando el volcán. El lugar por si solo ya tenia una hermosura divina, el bosque  de arboles inmensos que lo rodeaba y los cantos de los animales nocturnos, proclamaban el lugar como santuario sagrado y misterioso.

Como todas tierras sagradas  en Tlön, el lugar carecía de un nombre y no se debía dibujar en los mapas o decir como llegar a el, así que la única forma de  encontrarlo era con un guía. La mamá de Yamel era la guía de ese lugar sagrado, y solamente podía llevar como máximo a dos personas.  Esa noche únicamente llevaba a  Yamel.

Los guías casi siempre eran mujeres,  eran elegidas por la Mamá de la tribu tras un ritual en la que entraba en trance durante nueve noches. Una vez elegidas, las guías perdían su nombre y solamente se les asignaba el calificativo de Guía o se le reconocía por lasos familiares: se le decía hija de  Iutkao, hermana de Yako esposa de Alatkao, o también cómo hija de Mamá Iuni o madre de Yamel. El nombre que había perdido la mamá de Yamel era  Yin, un nombre que ya nadie de la tribu pronunciaba, que borraban de cualquier escrito y que incluso evitaban poner a un recién nacido. El nombre no existía mientras estaba viva la guía que lo portaba.

Las dos estaban esperando que la Luna de Kai apareciera,  la mamá de Yamel le estaba diciendo que la luna habría de salir de la punta de volcán y cuanto se colocara al centro del triángulo de estrellas,  ellas arrojarán los unrats al lago orando la oración de Kai para agradecer.  Pero  ese momento no llegaba, habían encendido un fuego, habían preparado un pequeña casa de telas y comido un par de pescados. Yamel se rindió y quedo dormida con el canto de una ave nocturna que estaba cerca. 

Despertó cuando su mamá empezó a notar el brillo verde de luna detrás del volcán y decidió que era hora de que Yamel  se levantará. Fue a la casa de telas y sacudió el hombro de la niña. Ella se levantó todavía adormilada y sin entender bien el contexto de la situación, salió tomada de la mano de su mamá, aun con ojos entre cerrados y bostezando. Cuando llegó a la orilla contempló el tono diferente del cielo, el verde detrás del volcán era tan fuerte que incluso pensaba que estaba apunto de salir el sol. En el cielo no había mas que unas cuantas nubes, las cuales también se tornaron de un verde-azul, al igual que el agua del lago. Pero había algo raro en el lago, Yamel se asustó al notar que el color del lago era algo mas que el reflejo del cielo, en el había un brillo diferente, el agua tenía su luz propia. El sueño desapareció por completo cuando confirmó que el agua empezaba a brillar, que empezaba a iluminar las orillas, haciendo visible toda la extensión del lago, una mancha de verde-azul  lumínico empezaba esparciese en todo el agua.

Arca de las tierras muertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora