-Hola,Reyna, ¿qué tal?-Hola Percy, demasiado tranquilo como para ser verdad - miró al chico rubio e hizo un movimiento de cabeza - Will, gusto en verte.
-Lo mismo digo, Reyna.
La chica cuyo nombre era Reyna me miró y después miro a Percy.-¿Quien es ella? - Percy se quedó mudo un momento pero después habló.
-Ella es Michelle, creemos que es hija de Zeus.....no se...no a sido reconocida...tal vez sea de Júpiter. - Reyna me sonrió.
-Me gustaría que fuese hija de Júpiter, así la tendríamos en el campamento Júpiter....de igual manera, un gusto Michelle, y un gran honor. - me sonrió y me dio la mano, claro, esta chica me caía muy bien así que se la tendí, rato después vio mi herida en la pierna. - ¿Qué le ha pasado?, Percy.
-Tuvimos un pequeño percance, ya sabes, Espino, peleas, viajes...ya sabes, lo normal.
-¿A ustedes se les hace eso normal?, no me digas cabeza de algas. - rodé los ojos y Percy bufó.
-Hey, esta chica tiene carácter, me cae bien - dijo Reyna riendo - como sea, es hora de la comida y....- Percy salió rápidamente de la habitación haciendo que la puerta sonara muy fuerte, ahí fue cuando me arrepentí de ser tan grosera con él. - no te preocupes, ya se le pasará, Michelle. - asentí.
-Solo, una pregunta, si él se enoja, ¿ a que lugar del campamento iría? - la pelinegra y el rubio se voltearon a ver.
-Probablemente al río, si no lo encuentras ahí, en la cabaña de Poseidón o Atenea.
-¿Que tiene que hacer en la de Atenea?
-Ahí vive su novia, Annabeth, una chica amable e inteligente, claro, aunque esa sería su última opción.
-¿Por que?
-Ellos........han estado peleando mucho, sus gritos los escuchan hasta los dioses del Olimpo......quizá también fue por eso...el estrés. - dijo Will.
(...)
Bien...ahí me encontraba yo, en el río, necesitaba hablar con Percy y disculparme, fue muy fácil encontrarlo, había creado un pequeño remolino bastante visible.
-Hola....- Percy volteo a verme.
-Hola, ¿sabes? , es la primera vez que te diriges a mí sin ser grosera.
-Si.....- me puse roja - sobre eso....quería pedirte una disculpa.
-No tienes por qué... - volteó y nuestras caras quedaron a pocos centímetros...