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Miguel

Iba justo detrás de Daniell mientras caminábamos por lo que parecía una cárcel abandonada, las celdas estaban vacias y el metal que mantenía a los humanos encerrados, estaba tan oxidado que con un simple toque se desharía en las manos.

Una criatura salió de repente de una celda enfrentando al príncipe, era una aberración, tenía el cuerpo torcido a la derecha, pequeños pedazos de piel y pelo colgándole de su cabeza y su piel tenía un tono verde con machas negras; me moví rápido y de un movimiento la dividí en dos con mi espada celestial, la misma espada que había utilizado para derrotar al padre de Daniell.

Lucifer. Mi hermano. Los dos habíamos sido creados al mismo tiempo por dios padre, lo único que nos diferenciaba era la tez, Lucifer tenía la piel pálida como una nube en un día de primavera; y sus ojos se habían vuelto negros como el carbón. Daniell me lo recordaba, era igual de hermoso que mi hermano, solo que él tenía los ojos violetas y el cabello negro de su madre.

-Sigamos adelante. Dijo mi sobrino pasando sobre el cuerpo de la criatura.

Avanzábamos lentamente mientras recordaba la guerra donde mi hermano, el primer caído, se había descontrolado creando demonios con cada suspiro del creador. Había derrocado a mi hermano y lo mande al infierno, donde no saldría jamás, hasta que Lilith, su consorte, otra caída; lo libero.

Cientos de luchas combatimos entre los dos, ninguno lanzaba su arma a matar, o eso quería creer, Lucifer había perdido su lado celestial antes de caer, antes de tentar Eva y Adán, había tentado a tantos de nosotros a revelarnos contra nuestro creador, muchos lo siguieron y todos ellos cayeron. Había sentido la necesidad de seguir a mi hermano contra mi padre, pero todo mi ser se negaba, termine dándole la espalda a mi hermano, y cuando se suscitó la guerra de la luz fui uno de las primeros junto a 6 ángeles más, en ser nombrados arcángeles, ángeles de lucha, los únicos con el poder necesario para matar a mi hermano. Pero ahora después de la segunda guerra celestial solo quedaba yo, nadie entre el cielo y el infierno sabía de esto, todos creían que los 7 seguíamos vivos, cuidando a los humanos con un bajo perfil.

Los gritos y murmullos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes por el pasillo, criaturas del tamaño de mi palma corrían pegados a la pared de un lado para otro, giramos en una esquina y la luz de unas lámparas de hospital nos cegaron momentáneamente.

Había cientos de demonios y criaturas amorfas detrás de mesas con cosas extrañas sobre ellas, algunas parecían comida y alguna otras se veían como objetos antiguos. Caminamos entre las criaturas hasta que Daniell se quedó estático, Kayla, la pareja de Sean, se adelantó esquivando el brazo protector de su amante y fue justo adelante de Daniell mirando la misma dirección que el príncipe.

Al final del pasillo había una mesa llena de intestinos humanos bañados en algo dorado y detrás de toda esa montaña de carne, una chica con expresión perdida miraba un punto fijo detrás de nosotros. Ella podría ser hermosa si su piel blanca verdusca tuviera un color más humano; si sus ojos no fueran totalmente blancos al igual que su cabello. Ella se inclinó a su costado y hablo en voz baja, después un hombre casi de igual aspecto la remplazo.

-Es Destiny. Hablo Kayla al mismo tiempo que la mujer salía detrás de la mesa y corría hacia un pasillo lateral.

-Puede ser una trampa. Hable rápido, cuando el ambiente se llenó de tensión e indecisión.

-O está asustada, ¡piensa que le podemos a ser daño!

Grito la chica mientras corría en dirección de Destiny.

-¡Kayla espera!

El grito de Sean se escuchó ante todo el bullicio de las criaturas. Comenzamos a correr detrás de la chica golpeando demonios al pasar por el apretado pasillo. Kayla al ser pequeña cabía perfectamente entre las criaturas, parecía ser muy escurridiza.

Logramos alcanzarla cuando giro a la derecha, al final del pasillo estaba Destiny, cuando nos vio volvió a correr de nuevo, era como si nos estuviera esperando, evitar que la perdiéramos de vista. Mire a Sean, no podíamos seguirla estaba claro que esto era una trampa, y esperan que él lo viera, pero cuando nos ordenó seguir corriendo supe que no iba a ver la mentira.

Los sentimientos humanos eran muy radicales, el creador nos había dado el poder de amar, solo de amar, pero incluso este sentimiento era limitante, pero no sentíamos algo más, no sentíamos pasión, odio, rencor, nada más, los únicos que podían sentir aquello eran los caídos y los humanos. Sean, su mujer y Daniell, estaban cegados por sus emociones, por ello no verían que tal vez nos dirigíamos a una muerte segura.

Seguimos a la chica por media hora, girando pasillo tras pasillo hasta que al final ella subió unas escaleras y desapareció a nuestra vista, subimos de dos en dos los escalones, hasta una sala oscura, avanzamos lentamente por la penumbra. Todos saltaron cuando se escuchó una puerta cerrar y la luz de la habitación se encendió.

Mi corazón martilleaba al reconocer el lugar. La habitación era una sala de una casa antigua tal vez del siglo V, la risa de una mujer capto nuestra atención, sus ojos azules y cabello negro era lo que remarcaba su rostro, ella era hermosa tan hermosa que dolía mirarla.

-He llegado a casa. Hablo entrando a la habitación su figura era traslucida, era una visión, esto no era real pero la opresión en mi pecho era real.

Saque mi cascó al mismo tiempo que todos lo hacían, Daniell lo dejó caer de sus manos reconociendo a la mujer de inmediato.

-Lilith. La voz de Lucifer me puso alerta, lleve mi mano a la empuñadura de la espada esperando que atacara, pero igual que la demonio, la primera esposa de Adán; él era traslúcido.

La mujer sonrió con devoción y corrió hacia mi hermano besando sus labios. El la giro en el aire, a la vez que una pequeña risa se escuchó en las escaleras. Un pequeño Daniell se asomaba entre el barandal mirando a sus padres, Lilith dejo a su esposo y corrió hacia su hijo besando sus mejillas.

-Eres lo más hermoso que he visto en todos los mundos, pero necesitas ir a dormir.

Daniell sonrió y corrió a su habitación.

La mujer comenzó a bajar las escaleras y cada paso que daba mi corazón latía cada vez más rápido. Sabía que iba a ocurrir cuando ella bajara el último escalón. Camine hasta el pie de las escaleras, tal vez ella no seguirá caminando, tal vez me viera y se detendría, y mi antiguo yo no entraría para matarla, Lucifer había sido liberado y lo dejamos libre por mucho tiempo, lo dejaríamos libre pero alguien debía pagar, la persona que lo libero debía pagar con su vida.

-Tenías razón... Era una trampa.

Lilith había extendido su mano llevaba un puñal de fuego celestial en la mano y antes que pudiera reaccionar ella lo clavo en mi pecho justo en el corazón. Su figura comenzó a cambiar su cabello negro se volvió rubio, sus ojos azules en negros y su rostro se transformó en mi hermano.

-Había olvidado mi venganza contra el creador, Lilith y mi hijo eran mi cielo, me arrepentí de todo y pedí perdón, pero como soy un ángel y no un humano, no me perdono. Me quitaste lo que más amaba Miguel, ahora por tu culpa yo destruiré lo que él más ama, los humanos, nadie me podrá detener, ya no existen los arcángeles.

Lucifer giro el puñal justo para cortar mi corazón, No podía arrepentirme de lo que había hecho, pero sentía el dolor de mi hermano, cuando escupí sangre dorada, manchando a mi hermano, supe que este era el fin. Y todo había sido mi culpa, nuestra culpa. Había visto llorar sangre dorada a Lucifer cuando mate a Lilit, el haber amado a esa demonio le había devuelto su lado angelical y lo destruí. Destruí a mi hermano. Volví su sangre negra.

Cerré los ojos sintiendo como poco a poco me desvanecía. Pude haber evitado todo si hubiera dejado vivir a Lilith, tantas muertes, tanto dolor pero no lo hice y por mi culpa, el mal había ganado.

Destiny Donde viven las historias. Descúbrelo ahora