Ya habíamos aterrizado en Madrid, no habíamos mencionado nada de lo que había pasado en el baño hacía unas horas, Me ponía nerviosa por querer repetirlo otra y otra vez, como si fuese un bucle infinito excitante, Viajamos hacía la casa de la abuela de Luciana, la señora era muy simpática y se mantenía en forma a sus 45 años. La abuela era bastante linda. La mujer nos hizo una paella valenciana, su especialidad, la verdad es que le había salido muy rico.
A la noche, Luciana, la abuela y yo, estábamos en el comedor, nuestros padres se habían ido a un restaurante cerca de aquí. Luciana me empezó a tocar por debajo de la mesa, la invite a ir a un cuarto, ella acepto e invito a su abuela.