VI: Tiempo a solas

223 21 13
                                    

Llegamos a la playa en cuestión de minutos; los ultimos pescadores que se hallaban en la zona se entretenían quitando las redes de pesca del agua con uno que otro pez monstruoso. Los ignoramos y nos sentamos en la arena, la cual se metió en nuestras botas y entre nuestras ropas.

Sarah se recostó y yo la seguí, mirando el cielo estrellado, una hermosa vista sin duda. No dijimos nada por un rato ya que palabras no necesitabamos, no queríamos arruinar ese pequeño momento que teníamos juntos.

Ella volteó su mirar y puso sus manos en su vientre, suspirando. Parecía cansada y angustiada.

—Ha pasado tiempo... —comentó, queriendo que la atmósfera continue tranquila.

—Lo sé. Ya hemos hablado de todo lo que pasó en estos años. —conteste.

Sarah no volvió a hablar por un rato, quería pensar bien sus palabras.

—Recuerdo nuestro primer encuentro en Bliguewater. Fue algo agresivo en esos años, cuando era cazarrecompensas. —contó con nostalgia.

La mire, extrañado. Yo recordaba haberla conocido en la ciudad debajo de Piltover. Ella rió levemente por mi expresión.

—Han pasado muchas cosas en todo este tiempo, debe ser difícil recordarme cuando mi sombrero cubría mi rostro y la atención se iba a mi pecho o a mis armas. —dijo.

—¿Querías hablar de eso? —pregunte, queriendo que vaya al grano.

Si tenía algo malo que decirme deseaba que lo diga ahora, así todo lo malo pasaba y lo bueno venía. Sarah negó con su cabeza, moviéndola de lado a lado.

—No. Solo no quería que este ambiente se rompa. Hace tiempo no me sentía tan tranquila. —respondió, volviendo a mirar el cielo.

A la luz de la luna no podía ver bien su rostro, el cual alguna vez fue el de una joven decidida y valiente, ahora estaba lleno de angustia y estrés. Aún era hermosa, incluso más que antes, pero solo en esos momentos en los que sonreía como si fuera una adolescente con una vida tranquila y acomodada en alguna ciudad pacífica.

—El amor es un sentimiento complicado. —comenzó a decir, frunciendo el ceño y apretando la tela de su cinturón. —Debes dedicarle un buen tiempo; en ocasiones lo que sientes es indescriptible y te hace más débil...

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto, confundido.

—Es peligroso, para ambos, el estar juntos. —soltó.

Me levante de la arena, sentandome en esta. Mire a Fortune algo decepcionado y ¿Triste? Había pasado tiempo que no me sentía así.

—¿Estás terminando lo que teníamos? —pregunte, tratando de ser claro.

—No. No, no y no. —contestó ella, imitando mi posición. —Aunque es lo mejor para la seguridad de ambos, pero no quiero eso.

Las mujeres eran difíciles de comprender, ella solía decir las cosas dando muchas vueltas, sin llegar al punto. Trataban que todo sea más agradable de "digerir", pero solo lo hacían más difícil e incomprensible.

—Solo quiero que nos distanciemos en público. Puedes hacer tus cosas como apostar y estafar; puedes buscar problemas con los cazarrecompensas, hasta puedes robarme y buscar problemas conmigo...

Reí un poco al escuchar lo último, imaginando que clases de "castigos" pondría. Sarah lo notó y me empujó suavemente, tratando de no reír.

—Hace rato no pensabas de esa forma. —dije, acomodando mi sombrero.

—¿Qué? —preguntó, quitando el suyo, dejándolo en la arena.

—Sobre ocultarnos. Me hablaste sobre las múltiples cosas que podríamos hacer ya que todo estaba más tranquilo. —respondí.

Sarah suspiró y acomodó su trenza, jugando con un mechón que se había soltado.

—La emoción del momento, supongo. No me había percatado de los problemas que tendría cuando me vean contigo. —dijo, apenada.

—¿Y es solo conmigo? ¿Por que soy un mago y no uno de los gobernantes de Bliguewater?

—No, es con cualquiera. Por ahora soy la única reina de esta isla, y ese es el problema. Hasta que todas las serpientes no desaparezcan no estaremos tranquilos.

—¿Serpientes? —pregunté con confusión.

—Aliados del antiguo rey, personas que creen que una mujer no puede gobernar. Hay pocos, pero los hay, y son un peligro. Si encuentran mi punto débil...

La interrumpo tomando a la mujer de su fina cintura, obligándola a caer sobre mi, ella no se opone y se acomoda en mi pecho, aún con la mirada en mis ojos.

Sus ojos celestes tenían un brillo que raramente se veía con otras personas, y la dulzuran que mostraban no se veía a todas las horas del día. Su extraño ser solo lo mostraba conmigo, y eso me hacía sentir un poco más importante.

—¿Soy tu punto débil? —pregunte, de forma fanfarrona y engreída.

Sarah movió la cabeza de lado a lado, sonriendo un poco.

—Sí, lo eres. Y eso es lo que más me aterra.

Pasó sus manos por mi cabello y yo acaricie sus mejillas repletas de pecas. Juntamos nuestras frentes y nos quedamos en silencio durante un rato. El silencio era una de las mejores cosas que teníamos en nuestra complicada relación, después de esos momentos de sinceridad e intimidad.

—¿Y qué hay del día de hoy? Muchos nos vieron juntos. —dije, separandome un poco de ella.

Fortune besó mis labios brevemente y se dejó caer en mi pecho.

—Les hare creer que teníamos asuntos pendientes, si alguien te pregunta sobre mí en tus días de apuestas o lo que sea, diles que me debías dinero, y que si no me pagabas con plata, lo pagabas con tu vida. —contestó.

Era muy específica, y de hoy al día en el que me pregunten sobre ella, no creo poder recordarlo.

—Demasiado específico. —comente.

—Tienes razón, solo por si acaso diles todo eso.

Pase mi mano por su cabello y mire a los lados, notando lo solitaria que se encontraba la playa. No podían escucharse personas a la lejanía. Este era el único lugar público en el que podíamos estar juntos.

—¿Y dónde dormiré? —pregunté, bostezando.

—¿Ya estás cansado, cariño? —preguntó, algo apenada.

Aquel tono seductor que tenía en su voz de verdad lo había extrañado. Me gustaba más su lado tranquilo y poderoso, pero debía admitir que me gustaba un poco su lado seductor.

—Solo estoy un poco hambriento. —mentí.

Si tenía algo de sueño, pero no estaba tan agotado como la noche anterior.

—Bien. Tu seguirás viviendo en mi hogar junto a mi, de todos modos nadie sabe donde vivo ya que Rafen logra distraerlos para cuando vuelvo. Malcolm Graves se quedará en mi barco, no me importa exponerlo. Además lo obligare a trabajar junto a mi tripulación.

—Solo buscas pelear con él ¿No, Sarah? —pregunté con una pequeña sonrisa.

—Debo admitir que es interesante provocarlo. Como a cualquier hombre. Tú, eres diferente. No caes fácilmente en mis sucios y odiosos trucos. —comentó, pasando un dedo por mi pecho.

Tomo su mano y beso el dorso de esta.

—Tengo más trucos que tú, Sarah.

—Ya veremos, Tobías.

Puse los ojos en blanco al escuchar mi viejo nombre, era algo tedioso y era algo que había enterrado en el pasado, pero de sus labios se sentía menos pesado aquél nombre.

Casi un año v: soy un fracaso.

Cartas & Balas [Book #2 TF & MF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora