Autobús

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Jungkook, un joven de 23 años que apenas y conoce el mundo, pero actúa como si todo lo supiese. De esos padres que publica en facebook cada  medio minuto sobre la bendición que es ser padre de una bella criatura. Quizás no utilice el término de "papá soltero y luchón", pero sí que lo piensa.

 Su hija había sido producto de una noche de excesos en el final de su último año. Jeon estaba en negación sobre su sexualidad; bajo la enorme presión social sentía que debía demostrar lo contrario. Y no es como si él hubiese sido el típico niñito influenciable, es solo que cuando estás seguro de algo que no quieres estarlo, harías de todo para  enterrar ese pensamiento y taparlo. Tampoco era un jock que se acostase con lo que se le pasara por delante, solamente estaba desesperado por negar la identidad  a la que su interior ya se había hace mucho aferrado. 

Jungkook terminó totalmente ebrio en la cama de una chica que  con mucha suerte su nombre conocía. A la mañana siguiente una nota de "lo siento" y toda duda sobre la sexualidad de Jeon fue dejada en la habitación.

La noticia llegó un mes después, la chica estaba desesperada y sumida en frustración; sentía como su futuro se caía a pedazos.  Le había dicho solo porque no tenía a quién contárselo, ella deliberadamente ya había decidido practicarse un aborto. A Jungkook esto le sentó como un balde de agua fría, mas no pensaba meterse en su decisión (era su cuerpo, ni él ni nadie podían decidir por ella). Se limitó a presentarle la adopción como una opción, pero ella no parecía querer escucharlo. No insistió; comprendía la situación. 

Una semana mas tarde quien cargaba a su hija le comunicó que tomaría el camino de la adopción.  No le tomó mucho tiempo recordar que ella pertenecía a una religión, y como 2+2 son 4, todo le calzó. 

El día en que dio a luz, Jungkook se dijo a sí mismo que quería vivir cada día de la pequeña en quien en algún momento pensó como un error. Y así lo hizo. No tramitaron papeles de adopción,  en su lugar  él tomó la custodia completa. La chica no puso mayor objeción, desapareció de sus vidas, Jungkook le deseó lo mejor. 

Ese día su niña estaba siendo más caprichosa que de costumbre, no quería ir al jardín y estaba armando un berrinche que podría transformarse en algún pasajero molesto gritándole a Jeon. Siempre era así, la gente no tenía mucha paciencia, y Jungkook simplemente no podía reprimir a la luz de sus ojos. Él sabía que el kinder no era del disfrute de todos. 

La pequeña lloraba y lloraba, no podía calmarla. Ni siquiera con su suave cantar cosquilleando sus oídos como solía hacerlo cuando era tan solo una bebé. Ella solo quería pasar más tiempo con su padre, lamentablemente entre trabajo y estudios, esto no era posible. Jungkook quería estar todo el tiempo con ella, pero también quería darle un excelente futuro y pasar, a su vez quería crecer como persona. Además, no le faltaba mucho para por fin obtener su título, todo mejoraría para ellos después de eso.

Entre los llantos de la niña y los enojados pasajeros, había uno que miraba la escena con curiosidad. Park Jimin tenía cierta debilidad por los niños y la ternura, como todo ser humano que no estuviese cegado por su amargura. Se acercó con cuidado de no caer y una sonrisa estampada en la cara. La pequeña detuvo su llanto y lo miró expectante.

—¿A qué se debe esa repentina calma, Jimin?―la niña se encontraba embelesada con el extraño, por lo que ignorar a su padre era una buena opción―. Mi niña, no te enojes, sabes que tengo que trabajar. 

Al mirar hacia quien le estaba robando la atención, se encontró con el hombre portador de la sonrisa más hermosa del mundo. Lograr calmar a la pequeña Jimin era gran cosa, Jungkook le daba mérito por ello. 

 ―¿También te llamas Jimin, pequeña? Es un bonito nombre, te queda―dijo agachándose hasta la altura del asiento― ¿Es tu hermana?―preguntó esta vez a Jungkook―, mi hermano también era así de posesivo cuando tenía su edad, si te soy sincero, me parece de lo más adorable. 

Jungkook pasó saliva. No estaba acostumbrado a que la gente les hablara en el bus si no era para silenciarlos. 

 ―En realidad es mi hija―Jimin quería lanzarse del autobús en movimiento por haberlo puesto en una situación incómoda―, su nombre se debe a que tenía dieciocho y  AOA acababa de debutar, además que la combinación "JJ" quedaba bonita, era un adolescente bastante estúpido―respondió y se golpeó mentalmente por lanzar ese dato del que no se enorgullecía para ser precisos.

―Bueno, al menos cuando crezca podrá cantar a todo pulmón "God Jimin Diva"―rieron ambos adultos.

Jungkook se sentía aliviado de que su hija hubiese cesado el llanto. 

 ―Papá, parece un príncipe―le susurró con asombro y sin mucha discresión.

  ― Ah, así que por eso has dejado de llorar―la regañó con voz juguetona a pesar de que estaba bastante de acuerdo―¿No parezco yo también un príncipe? 

La niña no tardó en negar con todas sus fuerzas, sacando carcajadas de Park y un suspiro de falsa ofensa de Jeon.

 ―Señor príncipe, ¿Usted no conoce a alguna princesa? ¿O a más príncipes?―hizo una pequeña pausa―, pero príncipes de verdad, no como los que mi papá solía llevar.

Jungkook enrojeció furiosamente y decidió que nunca más en la vida le presentaría sus intentos de novio a la pequeña.

―Eso es todo, demasiado por hoy.

No era la primera vez que su hija le dejaba en vergüenza, y ya comenzaba a creer que era a propósito. 

 ―Mhhh―su rostro estaba adornado con una expresión pensativa―, no conozco muchos, pero sé de uno que va en este mismo autobús, y está más cerca de ti de lo que crees―se giró en dirección a Jungkook.

―¿Está usted seguro?―le miró dubitativa y él asintió.

La parada de Jimin se acercaba, por lo que se despidió de ambos con una sonrisa y siguió su camino. Jungkook se encontraba en una pequeña confusíón,  ¿Acababa ese extraño de llamarlo príncipe? 

Sunshine [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora