Dulce coincidencia

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  —Creo que mi hija tiene un crush en ti, sino no me explico cómo su berrinche matutino de todos los días ya quedó en el pasado—le susurró  Jungkook a su ahora compañero de viajes. 

Y es que después de solo haber cruzado un par de palabras, resultó ser que ambos niños disfrazados de adultos le habían tomado el gusto a esas conversaciones triviales. Para qué hablar de la pequeña que parecía ser instantáneamente calmada por la presencia del casi-extraño. Jungkook no se atrevería a decir que él disfrutaba de esa compañía tanto como su niña,  que en él ejercía un efecto bastante parecido al de los primeros rayos de sol; cálidos  e irreales. 

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El día de Jimin resultó ser más ajetreado que de costumbre, y decir eso sería poco. Nunca en sus veinticinco años de edad se había esforzado tanto, y no es como si fuese perezoso, es que simplemente hoy había sido mucho. Eran las 1:30 am y recién se dirigía a la parada, ¿Había siquiera comido algo durante el día? Probablemente no. Un incendio siempre era trágico, mas aún si tu jefe era un hijo de puta que te mandaba todo el día a cubrir esa noticia como si de un espectáculo se tratase, porque de eso se trataban los medios; de ver el dolor de otros como algún tipo de show para que el dueño de algún determinado canal pudiese llenarse los bolsillos. Jimin quería ser periodista para informar y ayudar, quería cambiar el mundo como todo joven con sueños e ilusiones. Sin embargo, terminó siendo parte de la espectacularización del dolor ajeno, del entretenimiento sádico, de la popularización de la nota roja con fines de venta y no de información. 

Decir que estaba agotado sería poco. 

Jeon tampoco había tenido mucha suerte. Estando en época de exámenes  finales su tiempo de estudio en grupo se había extendido notablemente. Sumado a su estudio vespertino, estaba su trabajo como cajero que ocupaba la gran primera parte de su día, y siendo sinceros, los clientes tienden a ser todo lo contrario a amables. A veces las personas no comprenden que viven en un mundo lleno de seres como ellos, lleno de seres que merecen respeto por igual. De la pequeña Jimin se habían encargado sus ruidosos amigos, quienes si bien no eran muy delicados, eran plenamente confiables para el cuidado de niños. 

Park Jimin había recién llegado al paradero y lo primero que notó fue a alguien que se cabeceaba contra el poste de luz. Y ese alguien no era un alguien cualquiera, era nada más ni nada menos que su compañero de viajes con aires de príncipe de cuento de hadas. 

  —¿Jungkook?

—No...shhh...

Jimin se forzó a no reír al ser tratado como una especie de alarma. Insistió nuevamente en que el menor volviese a la realidad. 

—¿Jimin? Lo... lo siento, ¿Qué haces acá a esta hora? Ya son pasadas las una—dijo en una voz tan adormilada que cualquiera pensaría que en realidad estaba demasiado alcoholizado.  

 —Yo podría preguntar  lo mismo, estás al borde de dormirte parado—hizo una pausa para mirarle con una mezcla de reproche y preocupación—, y no es que pretenda decirte cómo ser padre, pero tu Jimin debe estar preocupada. 

Jungkook despertó como si le hubisen tirado agua fría y luego recordó que estaba a salvo. 

 —Está bien, está bien, no soy tan irresponsable—rieron. 

Jimin asintió y abordaron juntos el bus que no tardó en llegar a pesar de la hora. 

En el trayecto ambos pudieron haberse quedado dormidos producto del pesado cansancio sobre sus hombros, pero nada de eso pasó. 

 —Tu jefe es un hijo de puta.

Jungkook no era mucho de perder los estribos, pero la situación lo ameritaba. Siempre había sabido que las personas podrían llegar a ser demonios humanos, mas nunca había escuchado de situaciones y teorías como las que Jimin le relataba. Parecía ser como si en sus clases no le enseñasen todo lo que él debía saber, parecía ser como si la verdad no fuese lo que le habían instruido para reconocer. 

Jimin era muy despierto, ¿Cómo lograba esa calma y armonía teniendo noción de lo que a su alrededor ocurría? Ni siquiera él mismo sabía la respuesta, pero lo que sí sabía es que el niño Jeon estaba empujando sus límites y se encontraba genuinamente preocupado por ello. Ser un padre soltero era difícil, sumémosle a eso estudios y trabajo.

 El camino era largo y demoraba en ser recorrido, sin embargo los temas rondando sus mentes también lo eran.

Esa noche además de intercambiar sus números, intercambiaron emociones que nunca pensaron compartir con un casi-extraño. 

Sunshine [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora