Josh caminó directamente hacia alguna mesilla desolada, aventó su almuerzo y después miró la pequeña cajetilla de cigarrillos que le había robado a su padre ésta mañana. Dio un suspiro y después la abrió para así poder sacar un cigarrillo y darle un par de vueltas con sus dedos.
—Así que también te gustan los cigarrillos —la voz más conocida y fastidiosa se hizo presente en los oídos de Josh—. Sabía que eras 'rudo' —hizo comillas y después soltó una risita—. Pero no creí que fueras tan extremo.
—No es algo que te importe, Tyler —Josh aventó el cigarrillo hasta el otro extremo, llegando al borde del lado del castaño.
—No eres tan extraño —murmuró el menor mirando el cigarrillo—. Pareces ser introvertido y bastante reservado con tus cosas, incluso sueles ser algo 'ilegal' —rió, y por primer vez, a Josh esa sonrisa le pareció tan angelical, que incluso el mismo se dio asco.
—¿Qué haces aquí? —Josh arrebató aquel artefacto de los dedos de Tyler y lo guardó dentro de la cajetilla.
—Quiero disculparme —Tyler se encogió de hombros—, fue algo duro aquello que te dije la otra vez, y no fue correcto el modo en el cual te llamé —lo miró directamente a los ojos. Tyler sintió escalofríos, Josh sólo se limitó a ignorar el cosquilleo en su estómago.
—No importaría mucho que te disculpes ahora —el mayor se encogió de hombros levantándose de su asiento y tomando su mochila.
—Pero, Josh —Tyler se levantó—, no me parece justo, es decir, tan sólo somos niños —alzó sus pequeñas y delgada cejas—, no debería existir alguna rivalidad entre nosotros.
—Tienes razón —Josh asintió—, somos niños, pero eso no significa que debemos llevarnos como tal.
—¿Por qué no?.
—Porque soy extraño, tú eres mimado, soy reservado y tú eres el niño de nueve años más curioso y extrovertido que conozco. Por el simple hecho de gustarme cosas diferentes, de pasar horas ideando planes macabros y escalofriantes, de creerme un gran vaquero —Josh tomó una bocanada de aire y después retomó la charla—, porque yo no soy como tú, sólo por eso —dijo y después comenzó a caminar dejando al pequeño castaño perplejo.
