Lección VI: Corazón desolado.

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Por su lado, Magnus continuaba pensando en su pareja. Abel no había mostrado señales de vida desde hacía una semana, así que decidido a hablar con él de una vez por todas, fue hacia donde aquel tenía clases.

Sí, estaba dispuesto a dejar de lado su dignidad y orgullo, con tal de volver a hablar con él. Simplemente necesitaba verle y saber que se encontraba bien. Su mayor preocupación era que le hubiera sucedido algo y no haberse enterado de ello.

Respiró profundamente y se detuvo a un par de metros del aula. Estaba a punto de ingresar a la misma, cuando escuchó que su móvil sonaba. Infló las mejillas, ¿quién osaba a interrumpir su momento de valentía? En tanto revisaba su teléfono, Abel llegaba a la clase. Éste se dio cuenta de la presencia del danés y a pesar de ello, decidió continuar con su camino.

-Necesito hablar contigo -Berwald ni se molestó en saludar al danés. Requería del consejo de su amigo cuanto antes. Se sentía ridículo pero no sabía a quién más recurrir. Dependía completamente del danés para esta clase de situaciones y no estaba muy cómodo con dicha posición.

-¿Será qué te puedo llamar más tarde? -le preguntó al sueco, un tanto apresurado. Estaba casi seguro de que acababa de ver la figura del neerlandés y aunque presentía la razón por la cual el otro le estaba llamando, no podía dejar pasar aquella oportunidad.

El sueco se limitó a cortar la llamada. Estaba decepcionado de sí mismo y al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en lo que había sucedió hacía apenas veinte minutos. Quizás se había precipitado pero había preferido huir antes de continuar en una situación tan incómoda como ésa.

Tenía bien en claro que él no era nada de Tino, además de compañeros de clase, por lo que estar celoso no tenía sentido. Sin embargo, las emociones no se guían por la lógica y no podía evitar que esa sensación se apoderara de él. Realmente necesitaba de algún consejo del danés, por más tonto que fuera.

Se sentó en su lugar de siempre y acomodó sus libros. Miró a través de la ventana del aula e intentó pensar en cualquier otra cosa. Pero sus pensamientos solo se concentraban en Tino. Por una vez en su vida, deseó que el profesor comenzara la clase rápidamente para poder olvidarse del finés al menos por un par de minutos.

Levantó la mirada y se dio cuenta de que el muchacho estaba ingresando al aula. Éste le regaló un saludo desde la distancia junto a una sonrisa sincera. Tino quería saber qué había pasado momentos atrás pero cuando se había dispuesto a caminar hacia donde estaba el sueco, el profesor ingresó y no le quedó de otra que aguardar hasta la hora de descanso.

Por otro lado, Magnus estaba decepcionado. Después de terminar la llamada, se acercó al aula donde se suponía que se hallaba Abel. Finalmente resolvió arrancar una hoja de su cuaderno y la arrugó de tal manera de convertirla en una bola. Lanzó la misma hacia donde el neerlandés se hallaba y éste miró de inmediato hacia la puerta.

Suspiró y finalmente decidió ir a hablar con el danés, de una vez por todas. Había querido postergar esa conversación tanto como podía, pero ya no podía rehuir de Magnus.

-No me has respondido ni los mensajes ni las llamadas en más de una semana -Fue el primer reclamo que le hizo Magnus al verse frente a frente al otro.

-¿Podríamos hablar de esto un poco más tarde? -le preguntó el neerlandés, esquivando completamente la queja de su pareja.

-¡Ya he esperado mucho para que salgas con esta tontería! -exclamó y todo el salón se volteó para ver que estaba sucediendo entre los dos. No le importaba el haber atraído la atención de tanta gente. Sólo estaba exasperado de tanto esperar por una señal de vida por parte de Abel.

Cómo conquistar a Tino sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora