Capítulo 17: Kalila, candidato a rey y recuperar Parthevia

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Tras darme aquella bolsita con Sindoor, Sinbad se alejó para terminar de preparar todo. Guardé la bolsita entre mis cosas, así no se me iba a olvidar nunca. Sentí la mirada de Ja'far de iba de un lado a otro, aunque se guardó lo que nos iba a decir. Nos volvimos a reunir con la gente del poblado, a mi me costaba un poco caminar pero trataba de disimularlo lo mejor posible. Sinbad agradeció por toda su ayuda a los de la tribu Toran, aunque nos dijeron que en realidad ellos nos debían agradecer a nosotros. Nos preguntaron si era correcto dejarles a los esclavistas, Sinbad les dijo que ellos necesitaban un castigo adecuado pues iban a tomar sus vidas. Antes de marchar el jefe nos detuvo, diciendo que estaba de acuerdo con los ideales de Sinbad. Yo no sabía nada del tema, pero sentí una suave brisa haciendo mover mis cabellos un poco. Pude verla detrás del jefe Toran, era Batsheva. A ojos de todas las personas, no era más que una mariposa azul reposada en su bastón, a mis ojos era una hermosa mujer que sonreía detrás del hombre.

Cuando dijo el nombre del Dios Solomon, la mujer se desvaneció. Sentí como una fuerte tristeza brotar de mi pecho. Sin duda, esto era obra de la mujer, tenía un pasado con Solomon y algún día, sabría la historia. Sinbad estaba feliz de poder conocer el nombre de Solomon, nos invitaron a volver algún día si queríamos investigar sobre alguna cosa. Aunque antes de partir, una mujer tomó mi mano, me di la vuelta y en sus ojos pude ver una profunda tristeza. Me habló en Toran por lo que yo no comprendí nada, hasta que se me acercó el anciano.

-Os pide que si encontráis una niña, os la llevéis, es su hija se llama Kalila y fue expulsada de la tribu. No os puedo decir las razones, pero ha visto que tienes buena mano con los niños.-Me explicó el hombre y asentí con la cabeza.

-Kalila...-murmuré tratando así de recordar el nombre. Sinbad puso una de sus manos en mi hombro.

-Vamos amor, si la encontramos se vendrá con nosotros solo si la encontramos.-Dictaminó Sinbad y yo asentí con la cabeza.

Seguimos andando hasta salir del poblado, Sharrkan preguntó que harían los del poblado con los esclavistas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, esos hombres me hacían recordar a los que me esclavizaron tiempo atrás. Ja'far le dijo que no se preocupase pues eso no tenía nada que ver con nosotros. La mirada de Sinbad parecía en otro lugar, distante.

-"El mundo aún está lleno de injusticia, personas inocentes están sufriendo, siendo cazadas, y tratadas como mercancía...yo no perdonaré eso...ese dolor causado no solo a esas personas si no que a ella también. Tengo que cambiarlo...¡Con mis propias manos!"-esos eran los pensamientos, que recorrían la cabeza de Sinbad sin que yo lo supiera.

Caminamos de nuevo pasando las distintas pruebas que nos ponía el desierto, aunque esta vez nos parecía más fácil. Habíamos acampado por la noche, yo estaba agotada y encima tenía los pies llenos de arena. El anillo en el que tenía a Seire, colgaba de mi cuello golpeando con suavidad el comienzo de mis pechos. Sinbad la otra noche no se había dado cuenta, aunque parecía no molestarle que lo llevara ya que era el anillo que me regaló Vittel. Con el tiempo, las pulseras que me había regalado, ahora me venían algo pequeñas y apretadas. Me gustaría tener un nuevo regalo de Sinbad y yo poder regalarle algo. Me mordí el labio inferior pensando en ello hasta que de repente escuchamos un grito.



Levanté la cabeza, apartando los ojos del fuego de la hoguera. Todos buscamos con la mirada de donde provino el grito, aunque pronto vino acompañado de otros. Salí corriendo sin dudarlo, aunque detrás de mi vino Sinbad quien le chilló a los niños que se quedaran junto con la hoguera. Sin embargo Ja'far acabó viniendo con nosotros también. Bajando un montículo de arena, pudimos ver a cinco hombres rodeando a una joven que tendría la edad de Ja'far. En su boca tenía la oreja de uno de los hombres, al cual se la había arrancado. La escupió hacía la arena, tenía la boca llena de sangre y en sus manos solo tenía una daga. Los hombres se percataron de nuestra presencia y dos de ellos, venían dispuestos a atacarnos, mientras los otros tres rodeaban a la niña.

La aventura de Sinbad y VitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora