"Vivíamos en un campo de refugiados de la armada azul. Raquel, y yo teníamos 13 años cuando comenzaron los desastres: primero la falta de energías, luego la explosión de centrales nucleares alrededor del mundo, el comienzo de una hambruna, crisis, guerras por todas partes...en resumen, cuando la civilización como la conocíamos desapareció. Raquel fue separada de sus padres a la fuerza mientras que los míos simplemente desaparecieron. Fue en ese momento en el que nos conocimos. Ella una niña apenada por perder sus padres, yo un niño que no había entendido que pasó. Nos colocaron a ambos en un bus "escolar" y nos transportaron a una especie de domo gigante. El viaje fue tan largo que tuve tiempo de conocer mejor a esa niña que se encontraba a mi lado. Intenté calmarla pero su llanto no cesó sino hasta el final de la segunda hora. Fue entonces que entablamos una conversación más natural. Conocí a su hermano Martín que era tres años mayor a nosotros y nos miraba de reojo de vez en cuando. Al llegar nos asignaron a cada uno a un hogar diciéndonos que nuestros padres llegarían al siguiente día. Como yo era un chico sin hermanos ni alguien mayor que me cuidará, me hospedé "solo por una noche" dónde Raquel y Martín, que más tarde se volvieron parte importante de mi vida. Los días transcurrían y nuestros padres nunca aparecieron. Supimos cuáles fueron sus fatales destinos, lo que hizo que los dos hermanos llorarán desconsoladamente por días. Yo fui tan sólo un espectador a dicho drama. Nunca entendí por qué la armada azul acabó con los padres de los menores. Pasaron años, y la vida en el campamento se volvía monótona. Las mañanas despertábamos para escuchar el discurso matutino del líder Trébol, después desayunábamos, íbamos a trabajar para hacer progresar a la comunidad, almorzábamos, cenábamos y finalmente dormíamos. Los días se volvían interminables. Raquel trabajaba en el departamento de enfermería, cuidando a los soldados que llegaban heridos desde las afueras. Yo era el encargado de recursos: tenía que revisar las provisiones, armamento y estar seguro que no faltará nada. El trabajo de Raquel sonaba por mucho más interesante, sin embargo ¿a quién se podía curar si rara vez un soldado salía a explorar y encontraba algo peligroso? 4 años después de nuestra llegada empezaron las primeras protestas, en contra del "sistema autócrata del líder Trébol". Comenzó como simples marchas con carteles y recolección de firmas y, en torno pasaban semanas, las protestas se volvían más duras, por el simple hecho que la armada azul las querría detener. Empezaron las detonaciones de bombas, tiroteos la mayoría del tiempo, y solo se observaba muerte y destrucción. Fue entonces que decidimos partir del campamento. Pero estábamos muy asustados. El líder Trébol, hablaba muy seguido sobre todos los peligros que habitaban afuera, desde monstruos deformes hasta bandas callejeras. Aparte, si alguien nos descubría, íbamos a ser directamente ejecutados. Martín no nos quiso acompañar: él se había tragado de lleno el discurso del líder. Se enojó con ambos, pero no quiso hacer nada. Por suerte, él pensaba que cada uno hacía lo que creía correcto. Nos resultó fácil escapar, si excluimos el encuentro con un soldado medio robótico. Caminamos por dos días aproximadamente y llegamos a este campamento."
El líder "B" quedó en silencio por un instante, antes de empezar su ronda de preguntas.
- ¿Significa que ustedes no tienen problema alguno con la armada azul, sin contar con la fuga?
- Así es.
- Interesante... ¿En estos días, han sabido algo de Martín?
- Yo no. Puede que Raquel sí. Al fin y al cabo era su hermano.
- Entiendo... Mencionaste un soldado "robótico". ¿A qué te referías con ello?
Había omitido los detalles de esa parte por una razón que desconocía.
- El soldado que nombré, se encontraba cerca de la salida de las alcantarillas. Con Raquel, pensamos que era un miembro de la armada. Pero esas suposiciones se atenuaron cuándo nos acercamos un poco más. No llevaba el uniforme de la "armada azul"...
- Perdón por interrumpirte, pero me puedes decir cómo era su uniforme o lo que llevaba puesto.
No recordaba con exactitud lo que llevaba, pero hice mi mayor esfuerzo.
- Si mal no recuerdo, eran botas negras, un pantalón negro con bolsillos delanteros y traseros, una... una camiseta blanca con encima el chaleco anti-balas. Este estaba equipado con municiones, la linterna con la que alumbraba las cloacas, y un termo de agua, supongo. Lo más raro era la ausencia de casco, pero eso me facilitó noquearlo.
- ¿Y por qué mencionaste el aspecto "robótico"?
- Por su falta de reacción. Él había tomado del pelo a Raquel después de pegarme en la cabeza. Cuándo lo golpee con un tubo que se hallaba a mi lado, el soldado ni se inmutó. Siguió jalando el pelo de ella y no mostró rasgo de dolor o conmoción. Tuve que pegarle una decena de veces para que dejará de ejercer fuerza y podamos huir.
- ¿Acaso él les siguió?
- No, y nos pareció raro.
- No había escuchado algo así antes. Normalmente la resistencia se enfrenta a pandillas callejeras y soldados de la armada azul. Pero el perfil de ese soldado no encaja con ninguna característica de algún bando enemigo. Y muchas cosas aún no me cuadran ¿Por qué él no se defendió? ¿Por qué solo a Raquel? ¿Quién era? o ¿Qué era?...Bueno Nicolás, tomaré en consideración tu relato y averiguaré un poco más sobre lo que avistaron. Creo que ya es hora de que veas a tu acompañante.
Sonrió y me hizo un gesto con la mano en forma de que accediera al pabellón A. Moría de ganas de ver a Raquel nuevamente. Querría asegurarme de que la hayan tratado bien y qué se sentía cómoda. Tenía en mente abrazarla apenas la viera o mismo besarla sin tenía la oportunidad. Pero claro mis expectativas son siempre tan distantes a lo que es la realidad. Y entonces la vi. Ya no llevaba su mini short de diseño militar, su camiseta blanca ni sus zapatos de trekking. El campamento le había brindado ropa que no estaba del todo limpia. Una especie de camiseta color café que cubría parte de su cuerpo pero mostraba el lado derecho de su abdomen; unos pantalones negros que le llegaban un poco más abajo de las rodillas, con numerosos pliegues y bolsillos; botas negras que se ajustaban a sus canillas y tenían en la parte superior un hilo blanco; y unos guantes negros de cuero que cubrían parte de sus dedos. Tenía que admitirlo: ese estilo post apocalíptico le quedaba genial. Cómo siempre sucedía, no reaccioné como tenía planeado. Quedé atónito al verla en ese estilo nuevo y, más bella que nunca. Fue ella que se acercó y me abrazó muy fuerte, pero tanto cariño no era característico de ella, por lo que el abrazo fue seguido de una cachetada.
- Me tenías preocupada Nicolás. Saliste mucho después de mí allá afuera de lo que tengo entendido.
Aún me dolía el cachete izquierdo. Raquel había guardado esa cachetada por varias horas.
- Tuve que noquear al "encapuchado" para que pudieses escapar.
- Lo sé y lo agradezco eternamente.
- Pues tu manera de hacerlo es un poco rara.
¿¡Por qué no podía establecer un filtro estómago-boca?! Sabía dentro de mí que esa cachetada significó mucho más que un abrazo o un beso.
- Lo siento, no me pude controlar. Me tenías preocupada en serio...además ningún miembro del campamento me dijo algo acerca de ti.
- Oh, eso último no sabía, tendré que hablar con el líder supongo.
- Lo harás. Pero por ahora quédate un rato. Aparte de que no conozco a nadie y esta ropa no me hace sentir del todo cómoda.
- Que mal, por qué nunca te había visto tan guapa.
Ella se sonrojó y me llevó al comedor. Tenía muchas ganas de hablar. Y comer. Sobre todo comer.

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Resistencia B
Ciencia FicciónNicolás, un joven de 17 años, escapa de un campo de aislamiento, construido por la armada azul, en compañía de Raquel, una chica de su misma edad. Se ven enfrentados a varios peligros, el mayor de estos el humano, y envueltos en un romance incompren...