Desperté con una patada media fuerte, que Raquel acomodó entre mis costillas.
- Despierta dormilón, que el sol ya está suficientemente alto.
- ¿Hay maneras más amables de despertar a la gente sabes?
- Oww, ¿el bebé quiere un besito en la mejilla?
Tenía tantas ganas de decir que eso era lo que más deseaba.
- Me conformaría con sólo unas palabras, gracias.
Raquel río. No explotó de la risa. Fue simplemente una sonrisa dibujada en su rostro, que hizo que me derritiera por dentro.
- Pude preparar frijoles de desayuno. Visto que era de día el fuego no llamaría tanto la atención.
El olor que emanaba de las latas de conserva hizo que, por poco, babeara. Aparte de eso Raquel lucía espectacular. Llevaba una camiseta blanca, zapatos de trekking y un mini-short con diseño militar. Su cabello reposaba en sus hombros y estaba totalmente ondulado. Parecía que ella había estado en un spa y no en un mundo apocalíptico durmiendo entre escombros. No sé qué cara tenía yo, pero cuando ella regresó a ver se sonrojó un poco y agachó la cabeza.
- ¿Vas a venir o como de las dos latas?- dijo ella finalmente.
Me cambie de ropa muy rápidamente. Me puse un calentador, una camiseta de "Ratchet & Clank", y unos zapatos deportivos negros. Sabía perfectamente que no lucía tan bien como ella, pero lo que importaba era la comodidad. Me acerqué a los restos de una pequeña fogata y me senté al frente de Raquel.
- Dime por favor que te gustan mis frijoles
Di un bocado. No estaban buenos... ¡estaban deliciosos! No sabría decir si era por el hambre o porqué Raquel los había hecho.
- Están absolutamente...
- ¿Asquerosos? - Raquel río. Ella sabía que esa no iba a ser esa mi respuesta.
- ¡Están fantásticos! Ni los restaurantes de antes hubieran hecho una comida igual.
- No exageres – Ella se sonrojó. Finalmente logré decir un cumplido y no palabras eructadas provenientes directamente del estómago.
- Te aseguro que no exagero - le devolví una sonrisa.
Hablamos durante un rato, riéndonos de todo y a la vez nada. Llegado el momento le dije que debíamos seguir. Yo esperaba igual que ella, que en algún momento encontrásemos alguien que nos ayude, o que esa "resistencia" que inventé exista. Seguimos por el mismo camino por el que habíamos llegado. Esta vez Raquel no entraba en tiendas ni casas en busca de objetos para coleccionar. Algo la preocupaba
- Raquel, ¿Qué está pasando?
- ¿No ves las marcas en las puertas? – Sinceramente no me había fijado. Habían manos dibujadas en cada puerta de almacén- "ESO" me mantiene preocupada.
- No ha de ser nada peligroso. Seguramente es de gente que ha pasado por aquí, y quiso... avisar su camino- yo sabía que no era eso, además ¿A quién se le ocurriría marcar por dónde va?
- Sí...seguramente.
En el resto de la caminata un silencio incómodo reinaba. Ambos sabíamos que teníamos que estar alerta.
Empezaba a anochecer, pero teníamos miedo por alguna razón de acampar dentro de un edificio como lo habíamos hecho la noche anterior. A pesar del cansancio, seguimos caminando. Llegamos a una plaza gigante, que tenía en el medio una fuente con un ángel tocando la trompeta. Era raro ver la fuente con agua y la plaza tan bien cuidada. Le dije a Raquel que se escondiera detrás de un bote de basura mientras yo revisaba todo en busca de algún peligro. Ella asintió sin protestar. Cuándo ya se escondió, investigué más de cerca la plaza, evitando hacer ruido o volverme visible. Arbusto tras arbusto, revisaba cada rincón en busca de algún cabo suelto que nos permitiera decir que correríamos un gran peligro. No hallé nada así que volví dónde se hallaba Raquel. Sin embargo en ese momento, sucedió algo que confirmaba mi temor: un grupo de encapuchados pasó por el medio de la plaza. Eran tres hombres. Uno de ellos llevaba arrastrando una funda blanca y los otros dos solo portaban palos con clavos. Caminaban con la cabeza gacha y muy despacio. Parecía una especie de ritual. Preferí no moverme para evitar llamar la atención. Cuando ya se alejaron, me acerqué a Raquel y le expliqué lo que había pasado.
- ¿Sabes que llevaban en la funda?- Me preguntó ella.
- No sabría decírtelo la verdad... pero era algo grande...como
- ¿Un cadáver?
No querría decirlo.
- Sí...eso parecía.
- Deberíamos volver por nuestro camino. Solo para alejarnos de este lugar. Entre más lejos mejor ¿no?
- Sí, gran idea. La tienda de música que pasamos se veía agradable.
Cómo la anterior noche armamos nuestro "mini campamento". Esta vez no había un sofá así que nos desenvolvimos para acostarnos en el piso cómodamente. No tenía sueño. Sabía que era mi deber cuidar de Raquel durante la noche. Al levantarme para dirigirme a la puerta, noté que ella estaba sentada frente a un estante de música "rock".
- ¿Tú tampoco puedes dormir?
Al escuchar mi voz, ella volteó sorprendida.
- No tengo sueño. Prefiero estar revisando todas estas reliquias...
Me senté a su lado. Tan solo hacerlo, sentí una oleada de calor por todo el cuerpo. Moría de ganas de tomarla entre mis brazos.
- ¿Llamas a esto reliquias?- tomé un disco polvoriento que se titulaba " Elvis' Golden records"
- ¿Siquiera sabes que es, no cierto?
Tan sólo me reí por la seriedad con la cuál ella se tomaba su pasatiempo.
- No...pero contigo todo gana interés.
Se sonrojó y tomando otro disco se acercó más a mí.
- El disco que tomaste antes es uno bastante viejo. Este es menos viejo.
Tomó otro disco, pero sinceramente no me fijé en él. Quedé atónito observando su mirada. Ella no se daba cuenta aún que lo estaba haciendo. Cuando regresó a ver interrumpió su explicación y nuestras miradas se cruzaron. Otro tipo de silenció invadió por completo el almacén. No era aquél silencio de la caminata, era uno que decía mil palabras a la vez. Nuestros rostros se acercaron lentamente mientras uno de mis brazos se deslizaba detrás de su cintura. Pero ese momento fue interrumpido bruscamente. Algo golpeó la puerta del almacén con mucha fuerza. Raquel y yo tuvimos que incorporarnos después del "momento". No entendí que había sentido, pero me había dejado una sensación de marreo y cansancio. ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar, para que aquello se repitiera? Después de darme un sacudón, me escondí detrás de un estante cerca de la puerta. Alcancé a ver los mismo hombres encapuchados de la plaza, pero está vez eran más numerosos. Uno de ellos entró al almacén dónde nos encontrábamos. Teníamos dos opciones: escondernos y rogar para que no nos encontrará; o intentar derrumbarlo y escapar lo más rápido posible. Se nos agotaba el tiempo. Debía decidirlo rápido. Descarté la opción de mantenernos escondidos cuando el hombre encapuchado empezó a acercarse al lugar dónde se encontraba Raquel. Tomé un ladrillo del piso y le hice señas a Raquel que saliera por la puerta trasera. Asustada, titubeó durante un instante, y al rato corrió. Antes de que el hombre pudiese advertir su presencia y avisar a los demás, lo golpee en la cabeza con el ladrillo. El odio que sentía por ellos hizo que el ladrillo se destrozará, y dejará al hombre inconsciente en el piso. Cogí mi maleta y salí corriendo en busca de Raquel. Ella no se hallaba en ningún lado y eso me preocupó demasiado. Me inquietaba pensar que otro encapuchado hubiese tomado como rehén...o algo más. Quería gritar para saber si estaba cerca de ahí, pero en el momento que lo iba a hacer unas manos me taparon la boca y los ojos.
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Resistencia B
Khoa học viễn tưởngNicolás, un joven de 17 años, escapa de un campo de aislamiento, construido por la armada azul, en compañía de Raquel, una chica de su misma edad. Se ven enfrentados a varios peligros, el mayor de estos el humano, y envueltos en un romance incompren...