Aisa

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La noche era fría aun hasta para mi. Cuando quede dormido mi mente se lleno de imágenes que nunca habia visto antes. Solo reconocí una, los estanques de agua y fue ahi donde mi mente se detuvo. En esa escena estaban las tres hermanas jugando con las aguas. Pude reconocer a Minerva, o Aisa, la cual reia divertida. En ese momento un ciervo blanco interrumpió a las jovenes; alterado y muy frenético corrió a esconderse tras Aisa, la cual lo recibió con cuidado y lo calmo. En ese momento llego un hombre alto y de hombros anchos, cabello color café y ojos dorados. Se veia fuerte y lleno de autoridad. Su cabello era lo suficiente largo para sujetarse con una liga pero no pasaba mas de dos dedos de los hombros. Cubierto con una capa hecha de piel y armado hasta los dientes sobre un caballo negro y enorme, como los de Hades. El ordeno al caballo detenerse y bajo del enorme animal de un salto.
-Gracias por detenerlo hermosa dama, pero ese ciervo es mío- dijo mientras extendía la mano reclamando lo que era suyo.
-Dejo de ser tuyo cuando crusaste los limites de la tierra y entraste a las tierras de Hades. Ares, dios de la guerra.
El hombre vio a Aisa con algo de altaneria y avanzo hacia ellas.
-¿Son ninfas? ¿o acaso concubinas de Hades?- pregunto con un tono de picardía.
-Somos el pasado, el presente y el final. No nos hagas menos por nuestra apariencia, recuerda que tenemos poder tambien sobre ti.
Le contesto Aisa serena y segura de sus palabras. Su actitud no ha cambiado nada.
-Es atrevida al igual que hermosa Moira mayor. Es una pena que oculte tras una capa tanta belleza ¿Podría saber su nombre?
La menor tomo del brazo a su hermana indicándole que era mala idea. Pero el dios de la guerra era conocido por ser testarudo y orgulloso, seguro insistirá.
-Mi nombre es Aisa. Pero para ti soy Átropos.
El hombre se le quedo viendo un largo rato y tras explorarla por completo con la mirada sonrio.
-Muy bien Átropos. Dejare al ciervo en paz. Se que observas todo y a todos y no quiero ningún conflicto contigo. Pero no prometo que no voy a regresar.
Dicho esto hizo un gesto con la mano y acomodo su capa hacia atras, subió al caballo y se retiro.La hermana de enmedio miro fijamente a aquella figura mientras desaparecia en la lejanía y dijo algo que no logre entender.

Después sentí como si me ahogara. Desperté y toque mi cuello, dolía, me dirigí al espejo y note que habia marcas rojas al rededor de mi garganta.
Alguien o algo atentaba  contra mi.

Oh my poor goddess.Where stories live. Discover now