Capítulo 14

2.1K 281 202
                                    


—Agárrenme que me voy...

—¿Qué? —Me preguntó George despegando la vista del escenario. Aún no se había dado cuenta de lo que estaba pasando —¿Qué te agarro?

George comenzó a reírse  de mí y me guiñó un ojo, pero yo lo ignoré por la crisis que estaba sufriendo.

—¡Paul! ¡Es John!

George dejó de reír y miró a Ringo, comprendiendo a qué me refería.

—¡Cierto! ¡Es John! —George me zarandeó emocionado mientras que Ringo sonreía como idiota... hasta parecían más felices que yo.

—¡Dejen de gritarlo! ¡No quiero que me note! —Dije alterado, pero para mi mala suerte, el grito que solté llamó su atención —Mierda.

John me miró en un principio asombrado y después sonrió, acercándose al micrófono.

—Gracias ciudadanos de Liverpool, es un honor para mi verles su horrible cara otra vez —Las personas rieron y yo las miré raro —Ya sabes, es broma de la casa.

La gente estalló en carcajadas, dejándome muy confundido. Me sorprendía que John no me hubiera expuesto al publico, y también no entendía muy bien de qué se reía la gente. Eran pésimos chistes.

—Cómo sea... —John continuó hablando y yo le presté nuevamente atención —Esta tarde me ha hecho el honor de estar aquí una persona muy importante para mí pues —Oh no, ya decía yo que era muy bueno para ser verdad —Es la persona que me trae loco.

Las personas comenzaron a mirar desesperadas en todo el restaurante, pero sus miradas se hicieron mas minuciosas cuando John me lanzó un beso. Me puse tan rojo que, de haber estado frente al escenario rodeado de tomates gigantes, me habrían identificado rápidamente.

—Te amo —Me dijo John moviendo sólo sus labios y pronto comenzó a tocar algo de Elvis Presley, haciendo que la gente parara de buscar y comenzara a disfrutar de la música.

Estaba tan impactado que ya ni siquiera me acordaba de mis amigos.

—¿Paul? ¿Te sientes bien? —Me preguntó Ringo poniéndome una de sus anilladas manos en mi hombro, pero yo me negué.

Un mesero se acercó con nuestra orden y no las puso en nuestros lugares correspondientes. Mis amigos dieron una probada a su comida y dijeron algo sobre que estaba muy rica, sin embargo yo no probé bocado.

—¿Paul? —George hizo una pausa en su tarea de devorar el plato —¿No vas a comer nada?

—No tengo hambre.

—Creí que ya habíamos hablado sobre eso —Ringo me miró tratando de reprenderme —Paul, si tú...

—Debo ir al baño, con su permiso —Interrumpí a mi amigo, levantándome de mi asiento y prácticamente huyendo al baño. Sentí la mirada de John sobre mi espalda, pero lo ignoré. Si tenía presentación no iba a poder buscarme.

Llegué al sanitario de hombres y me encerré muy aturdido. Odiaba que John alterara mi vida de esa forma, pero también amaba que ahora formara parte de ella. John era mi contra parte en cierta manera, pero también era mi contradicción. No sabía si en un futuro seguiría con él, pero en esos momentos no podía imaginar otra cosa que no fuera así, y por eso me comportaba así de extraño y temperamental. Pasaron algunos minutos en los que mi respiración era lo único que se escuchaba en el baño hasta que escuché que alguien se adentraba al baño.

—¿Paul?

Joder... no.

¿Qué no se suponía que estaba tocando?

—Sé que estás aquí, bombón —Escuché los pasos de John acercándose a dónde yo me encontraba —Puedo olerte.

Mi corazón se alteró y retrocedí unos pasos, pero como el espacio era muy reducido, choqué con el bote de basura y John supo en que cubículo me encontraba.

—¿Paul? —Tocó tres veces —Ábreme lindura.

—Vete al diablo —Respondí aturdido —No me gusta que me digas así.

Escuché que reía por lo bajo y, de la nada, abrió la puerta. No entendía como lo había hecho si yo le había puesto seguro.

—¡Paul! —John se abalanzó a mí y yo lo empujé.

—¡¿Dónde estabas?! ¡Te desapareciste! —Comencé a quejarme mientras le golpeaba con un poco de fuerza la nuca. A decir verdad, me moría por reclamarle su abandono —¡Perdí mi empleo por ti y tú me abandonaste cuando más necesitaba ayuda!

—Lo siento, no fue mi intención —Me dijo mientras cerraba nuevamente la puerta. Estábamos tan pegados que podía percibir el olor de su shampoo —Me surgió una emergencia.

¿Cómo podía decirme eso tan campante? Estaba sentido de que no me hubiera buscado ni un sólo día. Maldición, era ya dependiente de él.

—Ni una llamada, John —Le dije cruzándome de brazos —Ni una carta... ¡Ni una señal de humo!

—Yo...

—Te estuve esperando por días, ¿y qué pasa? Que te encuentro hoy y actúas como si todo estuviera bien.

—Paul, ya dije que lo siento —Me respondió, colocando sus manos en mis hombros. Yo no me alejé, no quería parecer un dramático —Pero me fui porque encontré la solución a tu problema.

—¿Qué? —Pregunté confundido —¿A qué te refieres?

—Te encontré un empleo.

Come play with me [McLennon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora