3. Stephanie Boggs

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Daria esta parada en la entrada de la biblioteca. Esta cargando sus libros de matemática y aquel de las aves que tenía cuando nos conocimos. Su pie repiquetea impacientemente sobre el piso, al tiempo que gira la cabeza de un lado al otro, buscando a alguien.

Esta nerviosa y tiene los ojos húmedos. La chica gótica aparece entre los casilleros y se para delante de ella. Le entrega una pequeña bolsita de plástico y Daria la guarda en sus jeans. Una vez terminada la transacción, la gótica sigue su camino.

- ¿Que es eso? - le pregunto con tono acusador, sorprendiéndola por detrás.

Daria pega un salto ante mi presencia y luego se cruza de brazos.

- A ti no te incumbe. - me responde a la defensiva.

- Daria ¿Que sucede? - le pregunto.

La chica lo piensa por unos instantes, duda si confiar en mí.

- No puedo salirme de esta Tate. No puedo volar. - me responde con tono nervioso al tiempo que empieza a alejarse de mi.

- ¡Daria! - le sigo el paso para que no se aleje. - Puedes confiar en mi. - le digo, la chica se frena en seco y voltea a verme. - ¿Te esta obligando? - le pregunto.

- Ella sabe algo Tate, y va a decirle a mis padres. - dice al borde del llanto.

Nadie jamás pensaría que una chica como ella tuviera algo que ocultar.

- No puedes hacer de mula Daria.

- Si puedo, y lo haré.

- ¿Que es lo que sabe? ¿De donde la conoces?

- Cuando vivíamos en Santa Mónica, Stephanie era amiga de mi hermano, cuando no usaba ropa negra ni maquillaje opaco. Se la pasaban juntos todo el día y vivía dentro de mi casa. Una vez me encontró, tenía cortes en las muñecas. Le hice prometer que no le diría a nadie, ni siquiera mi hermano. Ella cumplió su promesa y luego se mudó aquí e hizo nuevos amigos.

-Cuando se enteró que estabamos en L.A, fue a visitar a mi hermano, estaba muy distinta. Mi hermano ya no quería juntarse con ella, y se enojó con todos nosotros. Ahora esta metida en todo esto, y me amenaza con contarle a mis padres a menos que la ayude.

- Debes decirle a tus padres.

- Aún si lo hiciera, ¿Crees que no se encargaría de que se enterara todo el colegio? No quiero ser la "Chica Border" de nuevo. 

- ¿Así te llamaban?

- No estoy enferma Tate, pero cuando la gente sabe esas cosas de tí, comienza a llamarte de cualquier manera. Y nunca se acaba, nunca vuelven a verte de la misma manera.

- Yo estaré contigo.

- No se trata acerca de eso, no importa cuantos amigos tenga, no seré solamente Daria, seré Daria la chica Border, y tu serás el amigo de la loca.

- No me importa lo que piensen los demás.

- A mi sí. Y por eso, debes guardarte esto.

- Por favor deshazte de esa bolsa. - le digo haciendo un ultimo intento.

Me acerco pero Daria retrocede.

- Para ya Tate. - dice sin hacerme caso.

Se remueve incómoda y baja la vista.

- Dámela. - le digo de manera firme, no voy a dejar que trafique drogas para esa chica.

Me acerco a Daria y ella retrocede. Logra esquivarme una vez, pero luego choca contra los casilleros al realizar un movimiento en falso.

Esta acorralada, no puede deshacerse de mi. Me acerco a ella dejándola atrapada entre el locker y mi cuerpo.

- Dame la bolsa. - le digo mirándola directamente a los ojos, a sólo unos centímetros de su cara.

- No. - me contesta con la mirada desafiante.

Con la mano comienzo a revisar sus bolsillos. Deslizo la palma a lo largo de la cara del muslo externo, sintiendo la tela de sus jardineros, al igual que en mi imaginación. Puedo escuchar como la respiración se le entrecorta ante mi tacto.

Sigo mi búsqueda y prosigo por los bolsillos internos del saco crema. Mis dedos localizan rápidamente el cálido plástico de la bolsita.

Se la quito rápidamente. Y se la muestro sin moverme un centímetro mas lejos.

Daria me mira con odio por unos segundos y rápidamente se las ingenia para darme una bofetada.

Su mano choca rápida y ágilmente sobre mi mejilla creando un ruido parecido al de un aplauso.

El dolor es punzante, la mejilla me arde, pero la sensación es agradable, real.

Tal vez lo más verdadero que haya experimentado en mi vida.

Nos miramos por unos instantes. Daria me analiza, esperando mi reacción. Al ver que no hago otra cosa que mirarla asombrado, coloca una mano en la mejilla que acababa de golpear.

Abre la boca como para disculparse, pero ningún sonido logra salir de ella, ya que mis labios la detienen.

Por un segundo noto el shock que mi reacción ha provocado, pero inmediatamente se encarga de rodearme el cuello con los brazos y atraerme mas cerca de ella.

Nos besamos en el pasillo de la secundaria como cualquier otro par de adolescentes hormonados. Pero no se siente de esa manera, esto es distinto.

Había besado a algunas chicas ya, pero ninguna me había hecho sentir así jamás. Daria es distinta, al menos para mí.

AHS: MURDER BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora