Louis no se queja, ni tampoco llora en todo aquel largo camino a su hogar. Gruñe de vez en cuando ante los constantes tirones que hace la persona que está guiándolo, bruscos, sobre la correa de metal enlazada al collar negro que envuelve su cuello. Está molesto, demasiado, tanto que sus orejas puntiagudas no hacen más que permanecer alertas, mientras que sus colmillos permanecen en un vago intento por lucir amenazadores. Su cabello negro obstaculiza su visión, un tanto leve, pero aun así lo hace. Y es por esa razón que no nota cuando llegan a la gran puerta, hasta que la voz de quien viene sosteniéndolo con fuerza le advierte que comience a comportarse, porque están a punto de poner su presencia frente al rey.
Es obvio que Louis no lo hace. No se toma en serio las tontas reglas del infierno y si alguna vez lo ha intentado, ha sido solamente por su amo. Sin el aquí, sabe que no habrá un Louis bueno de vuelta otra vez.
Le tiran al piso como si fuese un montón de basura, no puede hacer nada, su cuerpo duele demasiado como para tener la fuerza suficiente y ponerse de pie otra vez. Unas manos cubiertas por guantes blancos de seda, proceden a mover los cabellos que caen por su rostro hasta su oreja. Cuando aquella persona intenta levantar con cuidado su mentón, se mueve ariscamente. —Oh, Louis, siendo un horrible cachorrito como siempre. No me sorprende. Tendrás que comenzar a comportarte para recibir a tu nuevo amo, porque no quieres que tenga una mala impresión sobre ti, ¿O sí?
Louis niega. —No sé cuánto voy a tener que repetirte que no voy a dejar que nadie me domine más. Después de Sebastián no existe nadie más para mí.
—Ah, los lazos dueño y mascota. Demasiado fuertes para ser rotos. ¡Me produce nostalgia! No te imaginas cuanta. Pero no será así como serán las cosas, estas con el rey, y el rey decide que es lo que hace contigo, ¿Entendido?
No dice nada. Guarda un profundo silencio intentando aguantar las lágrimas de las palabras toscas, frías e irónicas. Él no quería que hablaran de ese tema como si no significara nada.
—Han pasado ya varios días, Louis. ¡Pero en serio! ¡Estas siendo patético ahora mismo! Sebastián murió, si, muy triste. Tu amo y la persona por la que has sacrificado tu pellejo todo este tiempo, pero eres un ser del infierno, por favor. Es verdad que sentimientos que no están dormidos como los de nosotros es uno de tus castigos, pero intenta controlarlos. Intenta hacerlo por el bien de todos, estamos hartos de tus aires de rebeldía. ¿Por qué no puedes ser el pequeño perrito sumiso que eras cuando Sebastián estaba contigo?
Gruñó. —Lo que ustedes piensen me importa una mierda. Seguiré yendo al calabozo una y otra vez. No me importará, ya no tengo nada que perder.
El rey entornó los ojos. A pesar de lo mucho que la humanidad especulaba sobre él, Louis cree que es uno de los reyes más infantiles y estúpidos que pueden haber puesto sobre el infierno. Aunque, eso no hace que deje de ser peligroso. —¿Qué es lo que piensa esa tonta cabeza tuya? No vas a durar mucho más si continuas con tu terquedad. Deja de ser tan necio. Sebastián ya no está, pero tú aún tienes una larga condena que cumplir, y eso no va a terminar por mucho que me lo ruegues. Tengo poder sobre ti, yo fui quien te convirtió en lo que eres. Amo a mis creaciones, pero no me gusta que me desobedezcan.
Frunció el ceño, y por primera vez en mucho tiempo, cedió. Fue totalmente a regañadientes, su personalidad orgullosa le obligaba rechazar a alguien más en su vida que no fuese Sebastián. De todos modos, odiaba profundamente saber que su especie era la más débil dentro del infierno. Si no comían las almas suficientes, irremediablemente morían. Sufrían, lloraban y podían sentir amor. Porque aquella parte humana seguía estando intacta, a pesar de todos aquellos aspectos que le destacaban en su parte animal.
Esta vez, el Rey fue el encargado de tomar de su correa. Quiso reprimirse, pero sabía que era inútil. —¿Y entonces? ¿Es esto lo que piensas entregarme?
La voz era gruesa. Incluso más de lo fue la de su amo o la del rey. No quería mirar, pero los dedos de aquella persona desconocida subieron hasta su cabello y lo tiraron hacía atrás para dejar su rostro viendo directamente hacia él. —Me gusta que me miren cuando hablo.
El extraño le inclinó una sonrisa seca, y sintió inmediatamente que la calidez de su anterior amo comenzaba de forma lenta a abandonar todos sus sentidos para transfórmalos en un sentimiento frio y tosco.
Le escupe. Lo hace sin pensarlo o meditarlo. El rey abre la boca detrás viendo aquel acto tan irrespetuoso de manera graciosa, sin hacer nada o intervenir. Cuando el chico se limpia, no hay ninguna chispa de diversión en sus facciones. —Oh, no. Tú no quisiste hacer eso, no conmigo. Soy Harry, desde ahora en adelante, señor, amo o dueño para ti. Después de esto me queda claro que no eres más que un pobre perro callejero sin educación, y así veo que existirán muchas cosas que tendré que arreglar.
La respiración de Louis comienza a volverse pausada, lenta, y por primera vez, siente un poco de miedo hacia lo que le espera. Ante esta repentina muestra de sentimientos mezclados, Harry decide acercase a su oreja, soplar levemente primero, y luego susurrar: —Pero no te preocupes. Odio mancharme las manos.
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Mep. Mep. Meeeep. Estoy aquí con una nueva fic, espero que les haya gustado este pequeño pedacito de introducción (no crean que así de cortos serán los capitulos pq nooo). Pronto, quizá mañana, subiré una guía explicando con más detalle de que va a tratar todo este mundo, las criaturas que tiene, y también que es esto de los perros del infierno "mitad humanos" si tienen alguna duda vayan a mi perfil que ahí explique un poquito. Nos vemos, mucho amor
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Bad, Bad Dog ! ♡ ls [P A U S A D A]
FanficEstas siendo un perro muy malo. Y los castigos no son suficientes.