Vuelvo a ti.

"Me falta una mujer, me sobran seis tequilas" Parte II.

Chenoa:

Deje a David tirado en el sofá medio comatoso y me encerré en el baño. Apoye todo mi cuerpo contra la puerta, cerré los ojos, tome aire e intente asimilar todo aquello poco a poco. Todavía desconcertada y en un acto de exasperación frote mis ojos y pellizque mis mejillas, pero estaba mas que claro que no, que todo aquello no era un sueño.

Encendí el grifo de la ducha para que el agua se fuera calentando, mientras colocaba las toallas cuidadosamente dobladas encima del lavabo, acto seguido salí a buscarle algo de ropa, seguro que todavía tenia algo de Javi por algún cajón.

-Has tardado mucho... pensé que ya te habías olvidado de mi... - Balbuceo al verme entrar al salón, con un hilo de voz prácticamente ininteligible.

Tenia un color horrible, estaba pálido, unas ojeras de color morado asomaban bajo sus ojos cansados, los cuales apenas conseguía mantener abiertos y respiraba con dificultad.

-Perdóname. Ven, ven conmigo, voy a quitarte esa ropa mojada, te vas a dar una ducha y veras como después te sientes mucho mejor, te lo prometo, ¿vale, Tutu? Confía en mi.- Le hable como a un niño pequeño, guiñe mi ojo izquierdo y posteriormente sonreí con timidez al darme cuenta que le había llamado de aquella forma.

Lo levante con dificultad, era un verdadero peso muerto.

Como pude, lo lleve hasta el baño, allí lo senté en la taza y comencé a desnudarle. No era el momento indicado para pensar esto, pero no quedaba nada de aquel cuerpo que yo recordaba, se había convertido en todo un hombre. Inconscientemente pase mi mano por su robusto torso y el se estremeció al contacto de mi cálida piel.

-David venga, abre los ojitos, hazlo por mi... -Musite mientras acariciaba su pelo y el lóbulo de su oreja esperando una respuesta que obviamente no llego.

Me incorpore, y sin pensármelo demasiado, me desnude quedándome únicamente en ropa interior.

-Pues nada Laura, si Mahoma no va a la montaña, la montaña tendrá que ir a Mahoma...

Retire la única prenda que quedaba en el cuerpo de David, me lo eche al hombro y me metí con el a la ducha. Enjabone todo su cuerpo, mientras sentía como su piel se erizaba al roce de mis manos. Poco a poco advertí que los temblores comenzaban a aminorar y la temperatura de su cuerpo estaba volviendo a su estado natural. Suspire aliviada, tan solo podía pensar en que estuviera bien, y se sintiera a salvo, aunque seguramente si fuera consciente de sus actos, este seria el ultimo sitio del mundo donde desearía estar.

Al salir, me puse el albornoz, rodee a David con una toalla y me aferre con fuerza a el, todavía no había mediado palabra. No entendía que había podido pasar para que se presentara en mi casa en este estado, aunque daba igual, estaba aquí y necesitaba mi ayuda, mañana seria otro día y ya llegarían las explicaciones o las lamentaciones pertinentes.

Acabé de secarle y lo vestí con una camiseta blanca básica de cuello pico, que le quedaba mas bien justita y unos calzoncillos de tela con estampados navideños. Reí. Sentí la tentación de sacarle una foto, seguro que a sus seguidores les encantaría verlo así, estaba adorable. A continuación saque de uno de los armarios un bote de colonia de bebé, me puse una poca en las manos y la extendí por sus brazos y su cuello.

Aparatosamente lo conduje hasta mi cama, lo tumbe y coloque unos calcetines en sus pies para que conservara el calor corporal, toque su frente para asegurarme que no tuviera fiebre y deposite en ella un suave beso.

Segundos después me sorprendí a mi misma mirándolo embobada y no era la primera vez que me pasaba en los días anteriores. Volví a recorrer su cara con el dedo pulgar, acariciándola suavemente y sintiendo tras de si cada poro, cada cicatriz, cada imperfección y cada pequeña arruga que asomaba por su piel. Ojala nuestra relación hubiese corrido otra suerte. Jamás he amado ni amaré de la misma forma, fuerza ni sentimiento como lo hice con él, pensé.