2 - Primer día

952 307 148
                                    

Dedicado a IvonneSolanGe, IsellaTHG, yessenia211, Mkeyy45


El sonido de una alarma lo despertó. Tanteó, aún sin abrir los ojos, el celular. Seis y media. Deseaba dormir cinco minutos más. Supuso que la pizza de mozzarella de ayer a la noche le había caído mal. Se apoyó contra la pared inclinada. Antes de las ocho menos cuarto tenía que estar en la nueva escuela. Intentó calmarse contando las bolsas de nylon cerca del escritorio, ocupado por una computadora, y la biblioteca.

—Que chico es mi cuarto, me falta ordenar —Sacó la frazada que tapaba sus piernas e intentó pisar primero con el pie derecho, típico de alguien supersticioso—. Hoy va a ser un gran día, un gran día ¡sí! Un gran día.

Abrió el armario, agarró un jean holgado y una remera de su banda favorita Guns n' Roses. Según él, Axel Rose era de otro mundo. Se veía, lejos, sentado en el banco de una plaza junto a la chocolatada que jamás terminó. «Esas bandas murieron, ahora es diferente. Miles de sonidos te alejan, recorren tu cuerpo y explotan», exclamaba Fernando. Abría la botella de jugo y tomaba un sorbo. «Es puro ruido. Fijate si David Guetta te hace un solo de guitarra como Slash, Joe Perry o Santana. Te acepto a Bruno Mars, ¡pero la electrónica!», reía Ismael, buscaba con los labios el sorbete. «La electrónica no es únicamente David Guetta, siempre la misma conversación. Tendrías que ser igual a mí. Te dije, empezá el gimnasio. A las minas les gusta los que entrenan». «¿Te acorta el crecimiento?». «¡Es mentira!». «Igual me es muy aburrido. Levantas pesas». «¿Qué hago con vos? Debe ser porque sos tan buena gente que te sigo bancando». Ismael apenas se atrevió a decir: «Sí, tenés razón». Sentía que debía ser así: fingir, tal vez por temor al insulto, ante un mejor amigo que creía desconocer el error.

—Seguro que ayer se fue de gira. Me niego a terminar otra vez de brazos cruzados, en la barra, prefiero quedarme en casa. Para él es lo mismo. Se va, borracho, a chamullar cada piba que encuentra. Tendría que llamarlo en la semana, extraño los partidos de play.

Pasó al baño, abrió la canilla y se miró al espejo. Un enredo de pelos. Raras veces, se reconocía. Ansiaba arrancarse la piel. Era tan diferente a lo que mostraba: un soñador oculto en un joven débil y pequeño. Tiró el cabello hacia atrás.

—Podría ir de este modo, sería un acto de rebeldía. Igual, en clase, se burlarían de mi gran frente. Prefiero guardarme los defectos —la cerró.

Dejó el café en la mesa. Hundió el cuchillo en el pote de queso, lo esparció en la tostada. Varías quejas lo obligaron a levantar la vista. Su padre revolvía las bolsas de nylon, buscando una camisa blanca. «¿Dónde está? ¡Nada blanco! Recién me mudo y ya tengo problemas, ¡será de Dios! Medias... ¿para qué tantos pares? ¿Y esto? Negro, sólo negro. Seguro se me fueron un montón de colectivos. Acá esta, al fin, en el fondo, bien para complicármela. ¡Un cinturón!».

Ismael redescubrió el desagrado: su padre se pasaba el brazo por una manga. Buscaba la otra, terminaba rozando el cuerpo viejo e imperfecto. Se abotonaba los puños, metía la panza hacía adentro y la camisa en el pantalón. Se puso el cinturón.

—Chau, me voy en subte. Se me hizo tarde —dijo Raúl. Agarró las llaves y dio un portazo.

Caminaba hacía el colegio. Evadía el terror, inventando un dialogo que surgiría tras expresar su nombre: «¿Vos cómo te llamas? De Villa Crespo ¿vos? Fui a una privada. Es genial mi remera. Yo también soy fanático de los Guns n' Roses. November rain es pura poesía». Sabía que tartamudearía y terminaría en algún monosílabo o en el cómodo silencio. Temía a esos que en su cabeza eran sombras y en cinco cuadras serian dueños de un cuerpo, rostro. Paró en la esquina. La mochila poco le pesaba. Llevaba un par de cuadernos Ledesma y una lapicera negra, detestaba escribir con la azul. Ignoró el semáforo en verde y cruzó.

VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora