Mi talón de Aquiles

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De verdad que no pensaba
que pudiese haber gente
a quien la importara
al menos lo suficiente
para consolarme
cuando más lo necesitaba.

De verdad que no creía
que yo pudiera abrirme,
llorar sobre un  hombro ajeno
y que no me miraran mal por ello
o que incluso pensaran
que sólo sobreactuaba,
que era una falsa.

Me llevan toda la vida repitiendo
que no tenía que dejar ver al mundo
mi lado sensible,
mis inquietudes
junto con mis lágrimas más humanas
dejando mis  mejillas mojadas.

No.

Yo tenía que ser fuerte
levantar ánimos con una sonrisa
aun siendo forzada a veces.

Pero daba igual,
yo no podía caer
por miedo a que los demás
me viesen desfallecer.

Así que era mejor
poner muros y alambradas en mi corazón
para que la gente no pudiese ver
lo que había en su interior.

Más de trescientos días así aguanto
pero todos tenemos días malos
y alguna grieta amenaza mi barrera
y sólo una palabra o acción,
aunque sea con la mejor intención,
puede hacer que todo se desvanezca.

Aquí tenéis una razón
por la que mi persona se aleja
cuando noto ese tipo de amenazas cerca
porque no me gusta que me compadezcan.

Cada uno tiene sus problemas,
los míos los debo cargar yo.
Nadie debe sufrir mi dolor
salvo mi pobre corazón.

Pero aquí viene una contradicción:
yo soy la primera
en presentarse como apoyo moral
sea por lo que sea
hacia los demás.

Ahora toca reconocer
que yo también tengo un talón de Aquiles
y este es
que soy demasiado perceptible,
se me nota cuando estoy bien
y cuando el dolor no me deja ni ver
por mucho que lo quiera esconder.

Es aquí, cuando empiezo a flaquear
y si quieres derrumbarme
sea o no, para de mí interesarte
lo único que has de necesitar
es un abrazo fuerte
y un poco de insistencia por tu parte.

Y, de verdad que no bromeo
cuando digo que pensaba que era de acero
pero se ve que nunca lo fui
y que sólo faltaban ciertas personas cerca de mí.

Ciertas personas
que de forma desinteresada
se me acercaron y me quitaron
una espinita clavada
por la que yo en silencio
lágrimas derramaba.

Poe+ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora