Samanta fue la primera en recibirme al entrar en la zona VIP del antro. Me abrazó efusivamente y me ofreció un shot de tequila. Lo tome desesperadamente y lo desaparecí en un segundo.
-¿Dónde está Valentina? -me preguntó Samanta al verme llegar solo. Me lo pregunto subiendo la voz intentando sobrepasar el ruido de la música que hacía retumbar nuestros oídos.
Preferí no contestarle. En su lugar tome la botella de tequila de la mesa y rellené mi pequeño vaso.
-¡Salud! -dije levantando al aire mi segundo trago.
En ese momento Samanta se dió cuenta de que algo no marchaba bien.
-¿Todo bien? -me preguntó con sus ojos fijos en los míos, como si quisiera sacarme la verdad con la mirada.
No sabía cómo contestar a esa pregunta y mucho menos con esa mirada sobre mí. Tenía mi cabeza llena de sentimientos que no podía explicar.-¿Qué pasó? -insistió Samanta al ver mi mirada perdida
Edgar y Jorge llegaron a interrumpir tambaleándose y abrazandome, cosa que no me molestaba, pero prefería que lo hubiesen hecho en otro estado.
-¡Salud por la amistad! -dijo Edgar.
Jorge me alcanzó la botella de tequila y mi vaso se llenó por tercera vez mientras Samanta no me quitaba la mirada de encima.
Los cuatro alzamos nuestros shots y brindamos. Edgar y Jorge salieron juntos en busca de algunas chicas. Samanta aprovechó el momento para volver a preguntar.-No quiero hablar de eso -la corté, recargándome en el enorme sillón color azul chillante que adornaba la sección más caché del antro.
Samanta tomo asiento a mi lado y se acercó cuidadosamente.-Puedes decirme, cuando el dolor se comparte se hace menos doloroso.
La mire a los ojos y su mirada era tan sincera que no me quedo otro remedio más que explicarle lo que me había sucedido.Después de que Valentina pasó por mi, me preguntó si conocía algún lugar donde pudiéramos observar la ciudad entera desde lo alto. Mi primera opción fue guiarla hasta un mirador que solo pocos conocemos. Ahí estacionamos el coche de cara hacia el valle noreste. Sacó una botella de vino, una que su padre había traído desde Madrid y que al parecer era muy fino.
A mí no me gusta mucho el vino, así que cada vez que tenía oportunidad y que Valentina no me miraba, yo tiraba poquito al suelo para terminarlo más rápido.
Comenzamos a platicar de la felicidad, de lo que significaba para ella y de lo que significaba para mí. Me dijo que para ella la felicidad era sentirse libre poder tomar decisiones sobre tu vida y no depender de que alguien más las tomara por ti. Yo le dije que para mí la felicidad consistía en lograr tus sueños, los pequeños y los grandes. En viajar, en conocer nuevas personas y experimentar en lo que te rodea. La felicidad está en no quedarse con las ganas.
De la nada, me besó. Nunca nos habíamos besado. No porque yo no quisiera, sino porque no se había presentado la ocasión. Nos habíamos comportado todo este tiempo como amigos. Pero, en ese momento me dejé llevar y la besé de regreso. La fuí acercando a mi cuerpo con la fuerza y torpeza de quien no había hecho eso antes. En nuestra guerra por amarnos nos arrancamos la ropa y de entre ese punto de máxima locura rompimos las copas que aún guardaban un poco de vino.
Poco a poco fuí llevando mis besos hasta su cuello, de tal manera que ocasione que ella se estremeciera. Mis manos se movían por si solas, recorriendo lentamente su cuerpo, sin intenciones de detenerse. Era tan cálido, tan perfecto, cada centímetro de su piel era un éxtasis para mí cabeza. Regresé a sus labios, tal cual adicto regresa a su destrucción, mientras, con unas suaves caricias tomaba su pecho con una mano y en la otra tomaba su cintura firmemente empujándola hacia mi. Cada segundo que pasaba dentro de ella para mí era como volver a vivir y sus jadeos un golpe de calor para mí corazón.
![](https://img.wattpad.com/cover/91753945-288-k546521.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Ocho lugares que me recuerdan a ti ♡
Novela JuvenilSantiago no cree en el amor, piensa que está sobrevalorado. Claro, hasta que conoce a Valentina. Por ella estaria dispuesto a cruzar el Atlántico con sus amigos para poder recuperarla. Puede parecer una locura... Pero en el amor no se vale perder po...