«Aléjense de mí.»
«No se atrevan a tocarme.»
«¿Qué está a punto de pasar?»
«Dios Santo.»
Por lo extrañas que se veían sus caras y lo dilatados que estaba sus ojos, pude notar que sin duda alguna estaban igual de borrachos que la mayoría de los adolescentes de este pandemónium. Pero, ¿por qué a mí? ¿Por qué ellos habían aparecido justo ahora que me iba? ¡Mierda, mierda, mierda!
Entonces, sintiéndome pequeño e intimidado por ellos no pude contenerme y empecé a temblar por el pavor que le tenía a esos matones. Se veían un poco torpes por la borrachera, pero me seguían dando mucho miedo.
- Ay, vaya, parece que el pequeño Alex tiene frío. Tendremos que calentar a la nena entonces- habló Louis con esa enorme sonrisa que tenía, mientras me miraba desde arriba como si yo fuese una cucaracha.
Ya hasta mis manos estaban sudando.
- ¡Oh, buena idea!- concordó Roger con un tono más lento y torpe que su amigo, inspeccionando todo mi cuerpo con unos ojos que me dieron ganas de vomitar. Porque yo de verdad estaba notando... sus asquerosas intenciones-. Llegó el momento de calentar a la nena- dijo, y antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, el enorme cuerpo de ese matón de instituto se abalanzó encima de mí, y me atrapó con sus enormes brazos. Ahogué un grito, y quizás si hubiera gritado nadie se fuese enterado por la fuerte música que había retumbando en toda la casa.
Intenté apartar al enorme cuerpo de Roger, pero él era demasiado fuerte. Por eso me rodeó con facilidad, atrayéndome hacia él.
- ¡S-Sueltame! ¡¿Qué diablos te pasa?!- espeté con un temblor nervioso en cada palabra, intentando quitármelo de encima por la fuerza, pero mis esfuerzos eran inútiles y cada vez más me sentía más aterrado-. ¡Debo irme ahora mismo! ¡D-Dejame ir!
Escuché que ambos matones se echaron a reír, y que me miraron con completa superioridad. Como si ellos tuviesen el control absoluto sobre mí. Eso me enfadó tanto..., y me hizo sentir alguien bastante patético.
- Relajate, pequeño, que yo te llevaré a tu casa- escuché a Roger decirme con un tono de voz bastante lascivo y pervertido. Además, podía oler claramente que apestaba a licor y a cigarrillos. ¡Qué asco!
- Dejame ya, ¡detente!- insistí con miedo, tratando de que la voz no me temblase y que el pánico no se apoderase de mi cuerpo. Pero estaba aterrado, y no sabía qué hacer más que estremecerme entre los brazos de ese simio.
Los brazos de Roger me tenían atrapado contra su enorme cuerpo, sin movimientos, no podía hacer ninguno ya que él era muy fuerte. Y yo tenía miedo. Tenía mucho miedo, y no sabía qué hacer para salir de esa situación... hasta que de pronto sentí que las callosas manos de ese matón empezaron a bajar por todo mi pequeño cuerpo, tanteando en busca de la carne desnuda. Entonces, el corazón me dio un vuelco y solté un pequeño grito de horror, con la leve esperanza de que alguien me escuchara. Pero la música estaba demasiado fuerte, y todos estaban en lo suyo.
Y por eso me limité a sentir con desagrado y temor como Roger metía su mano dentro de mi suéter marrón para tocarme el torso. Y en ese momento yo comencé a estremecerme entre sus brazos con mayor violencia. ¡No, no, no!
«¿Qué está pasando?»
«¡Él no podía hacerme eso...!», me dije mentalmente cubierto de pánico, y sin saber qué más hacer traté de golpearlo en la ingle. Pero él no me dio chance alguno de tan siquiera levantar la rodilla y patearlo en las bolas, porque cuando notó mis intenciones me dio la vuelta bruscamente. De modo que mi espalda quedó contra su pecho, y sin yo poder procesar lo que pasó, me acorraló sin más como un depredador contra la encimera de cerámica. Ahogué otro grito, y él inclinó todo su pesado cuerpo encima de mí, aplastándome y dejándome todavía mas indefenso.

ESTÁS LEYENDO
Eres Mío ©
RomanceDesesperado y con ganas de nunca volver al instituto, así se sentía Alex King. Al tener que ser la bolsa de boxeo de tres matones que hacían de su vida en la preparatoria un completo infierno. Teniendo que soportar las horribles palizas de esos chic...