Especial Junior.

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Los Ángeles, California.

Maldición, iba tarde. Bueno, teniendo en cuenta que había salido de fiesta cuando le dijo a su novio que no lo haría no iba tan mal.
(…) corrió hasta el departamento como alma que llevaba el diablo.
—¡Buenos días, Joan!
El portero alzó la vista del periódico que leía y levantó la mano.
—Buenos días, (…).
Ella entró corriendo al elevador, marcó el código de acceso al ático mientras trataba de recuperar el aliento después de tanto correr.
—No hay nadie —dijo, recorrió las otras habitaciones rápidamente y fue al dormitorio principal para asearse y espabilar un poco. Lo de las fiestas hasta el amanecer eran una locura, detuvo la inspección sintió que algo se enredó en su zapato. Y en efecto, conocía bien al dueño de aquellos calzoncillos.
Claramente alguien había estado allí, Nash siempre dejaba la ropa tirada por el suelo. (…) hizo tripas corazón e ignoró el desorden, de hecho, no tenía tiempo para arreglar nada. Llegó a la habitación y se metió en el baño, se desmaquilló y se metió a la ducha con prisas para que no la pillaran como una quinceañera que salía de fiesta sin el permiso de sus padres. En este caso, (…) había ignorado totalmente las palabras de su posesivo novio.
Con mucho cuidado se lavaba el cuerpo para no mojarse el pelo, aunque fracasó en más de un sitio. Salió de la ducha y tomó una toalla.
Al darse la vuelta se dio de bruces con unos pectorales duros, desnudos y muy familiares.
«¡Mierda!»
—¿Te he cogido por sorpresa? —dijo el rubio con voz baja y amenazadora.
(…) se quedó pasmada en el lugar al ver los ojos de Nash tan oscuros y amenazantes. El señor Dominante-Narcisista había llegado y no estaba segura que iba a estar ilesa esa mañana de resaca.
—Un… un poco —reconoció la chica nerviosa.
—Me lo imaginaba. Tenemos un pequeño asunto que resolver.
Que la pillara así le destripaba los planes de resaca en casa y sola. ¿No se suponía que él y sus compañeros tenían un partido con los estudiantes universitarios japoneses?
Aunque eso no evitó que la punzada de placer saliera disparada a su entrepierna, ver a Nash sobre ella con su figura tan alta y amenazadora, junto a su respiración profunda, le decían que no estaba en posición de protestar. Pero sólo por ser una suicida nata… (…) no podía contenerse.
—¿Y si digo que no? —susurró.
Ni muerta le diría que no.
—No lo harás.
(…) admitía que la conocía bien. Nash estaba seguro de sí mismo, ella jamás podría decirle que no. Y si se daba el caso, le haría entrar en razón aunque eso le supusiera quedar sin caminar un par de días.
—Puede que sí.
Hasta que Nash se pegó a ella no se había percatado de que estaba desnudo, había olvodado por completo lo que le encantaba andar desnudo por la casa.
La cabeza caliente y resbaladiza de su erección exploraba el abdomen de la chica que dio un respingo que la hizo tirar la toalla al suelo.
(…) le vio a los ojos que ardían con promesas oscuras, los músculos de su vagina se contrajeron ante la anticipación.
—No te andes con juegos, (…). Ambos sabemos que eso nunca pasará.
Nash le tocó la mejilla hasta llegar al hueco que había detrás de su oreja.
Ya había perdido. Otra vez.
—Has salido aunque te dije muy claro que no lo hicieras, ¿verdad?
—Si —contestó con sinceridad.
—Eso no me gusta. —(…) soltó un gemido cuando sintió la mano de Nash en su sexo—. Creo que mereces un recordatorio. Que me desobedezcas me… jode… vivo. —Enfatizó las últimas tres palabras que se grabaron a fuego en la cabeza a (…) mientras su mano amenazaba su sexo expuesto.
En fin, ella pensaba que Nash no se daría cuenta de su ausencia.
Le cogió el pezón con el pulgar y el dedo anular de la otra mano, cosa que hizo gemir a (…) débilmente. Comenzó a retorcerlo y a alargarlo endureciéndolo aún más. Ella cerró los ojos, dos intensas punzadas de dolor que la excitaron demasiado.
Nash sonrió de forma arrogante al ver las mejillas rosas de (…), muy despacio la penetró con dos dedos, jugando con sus pliegues resbaladizos.
—¡Ah, Dios! —gimió echando la cabeza atrás mientras se agarraba a los hombros de Nash tratando de mantener el equilibrio.
Él aprovechó que tenía acceso libre al cuello de (…) y le besó en el centro, dejando una caricia delicada y húmeda. (…) sintió los ojos húmedos, sentía que podía estallar en cualquier momento e incluso los delirios de la resaca se habían esfumado por completo.
Los dedos de Nash siguieron trazando torturadores círculos en el interior palpitante de (…), preparándola para lo que tenía pensado.
«Joder, esto no me gusta.»
(…) estaba demasiado preocupada, y tenía razón en estarlo. Nash podría llegar a ser muy malo dependiendo de la situación.
—Voy a follarte hasta hacerte gritar, (…). —Lo dijo con una voz tan ronca que (…) pensó que no podía enloquecer más. Estaba segurísima de que la iba a hacer gritar.
Era una muerde almohadas profesional cuando Nash planeaba algo malo.
El rubio parecía estar muy enfadado, aunque ella no sabía si tener miedo o no. ¿No bastaría con que le echara la bronca para resolver el pequeño asunto?
Temblorosa y lista para él, simplemente estaba en el momento idóneo. (…) era ese tipo de droga que le excitaba hasta las pestañas sin razón, por ese motivo y el hecho de que estaba más que enamorado de ella le llevaron a jugar sucio contra un universitario para robársela. Cosa que consiguió muy fácil ya que el antiguo novio de (…) la dejaba tirada siempre.
Tiró un poco de su barbilla para tenerla mirándole a la cara. (…) no se aguantó y le besó de forma inesperada, no pasaron ni dos segundos cuando se apartó al sentir que Nash le mordía de una forma demasiado ruda.
«Del castigo no me escapo.»
—Vamos, ponte de rodillas en la cama, mirando hacia delante. Vas a gritar mucho...
(…) ni rechistó, inmediatamente obedeció. Notó el pecho de Nash sobre su espalda temblorosa, ¿porqué no se pensó el ponerse a cuatro patas en la cama? Nash le tomó las manos y las abrió para llevarlas a los pechos desnudos de (…). Ella se sintió un poco extraña tocándose a sí misma, pero no podía decirlo en voz alta.
—Ah… ¿Nash? —preguntó (…), sus manos siendo guiadas por las de Nash le apretaban los pezones y trazaban círculos, moldeaban y tiraban de sus pezones sensibilizados. La sensación era sensual pero pronto desapareció y (…) lo hecho de menos.
—Tranquila.
Con aquella simple palabra ella obedeció, luchaba contra el impulso de su propio cuerpo pero con Nash sobre ella no podría salir corriendo aunque quisiera. Le agarró de la cintura con ambas manos, tocar aquella piel tersa le endurecía más. Con una sonrisa arrogante le besó en el centro de la espalda, sintió que aquello pilló por sorpresa a (...) pero no le quedaba de otra que aceptar aquella caricia.
(...) se mordió el labio al sentir la erección de Nash rozando su entrada desde atrás, nunca le había gustado esa posición porque la hacía sentirse expuesta y vulnerable. Pero era irónico porque en cualquier posición con Nash estaba en desventaja.
—Abajo.
Nash le rodeó el vientre con un brazo y con el otro la sujetó por la espalda, (...) tenía la cara pegada a las sábanas de los pies de la cama. Arrugó las sábanas en sus puños al sentir cómo Nash se abría paso en su sexo. Palpitaba demasiado por las atenciones necesarias que por algo inexplicable sólo Nash le daba. Era arrogante, si, un cabrón también pero con ella era una persona distinta.
Y se lo sabía enseñar con todas las partes de su cuerpo.
—¿Sabes lo sensual que estás así?
Ella no contestó, estaba más ocupada sintiéndo el pene de Nash que jugaba de una entrada a otra muy prohíbida. (...) no se relajó hasta que él dejó de jugar y la agarró con fuerza de las caderas para presionar su erección contra la piel húmeda y sensible. Qué alivio fue para ella, estaba segura que en esa pose no habría podido si Nash insistía.
—No te muevas. —(...) no le miraba pero por su tono de voz supo que tenía la mandíbula apretada.
La obligó a mantenerse inmóvil. Ella notó que sus músculos se distendían y luego trataban de aferrarse de la deliciosa pero torturadora invasión. (...) de inmediato comenzó a jadear.
—¿La quieres toda? —Esa voz grave y seductora la excitaron más si eso era posible.
No reconocía la voz de Nash, pero estaba loca por tenerlo dentro por completo.
—Sí —respondió sin perder el tiempo.
Que Dios la ayudara.
Nash retiró su erección medio sumergida y (...) gimió por la pérdida de contacto. La necesitaba toda. Por impulso, echó el trasero hacía atrás y sintió una potente estocada y un golpe de la mano en la nalga.
—¡Joder! —gritó (...).
La punzada de dolor se extendió por su nalga seguida de una extraña sensación placentera. Él volvió a penetrarla pero no por completo.
—Te gusta, ¿verdad? —preguntó provocativo, ya sabía la respuesta—. ¡No te muevas!
(...) sentía que iba a morirse si no la penetraba por completo, aceptaba el castigo pero las penetraciones a medias las odiaba incluso más. Jadeó de nuevo cuando el dolor se mezcló con la deliciosa invasión a medias. Ese hombre sabía lo que hacía.
—¡Nash! —suplicó con la cara enterrada en el colchón.
—Lo sé.
Cerró los ojos tratando de concentrarse en las órdenes que su cerebro dictaba, pero no podía relajarse mientras Nash la estuviera torturando. Le era imposible. Sentía que se deshacía como el agua, la estimulación de su cuerpo con el dolor no eran compatibles. Aunque... Nash estaba probando lo contrario.
¿Se habría vuelto masoquista?
Bueno, mientras estuviera con el apuesto rubio Nash Gold Jr que así fuera.
—No puedo hacerlo...
(...) lloriqueó entre el dolor y el placer, no soportaba esas cosas a medias.
—Si que puedes, (...). —Embistió hacia delante, se metió en (...) por completo y la dejó sin aire en los pulmones.
Gritó. Incluso quedó ronca al instante.
Nash salió lento, jodidamente controlado volviendo loca a (...) que se retorcía como una víbora debajo de él.
—¿Qué te dije que ibas a hacer? —preguntó con un gruñido mientras la penetraba con furia.
(...) no podía hablar. No le quedaba aire en los pulmones y el poco oxígeno que llegaba a su cerebro no era suficiente. Sentía que sus pechos se balanceaban al son de Nash, sus piernas estaban entumecidas y resbaladizas.
El rubio repitió el movimiento que había noqueado a (...).
—¡Contéstame! —rugió, y volvió a darle un azote en el culo enrojecido.
—¡Gritar! ¡Dijiste que ibas a hacerme gritar! —(...) se atragantó con las palabras cuando volvió a penetrarla.
—¿Estás gritando?
—¡Sí!
No vaciló en responder. Él gruñó y volvió a penetrarla con rudeza, una y otra vez, y otra, y otra más. (...) no tenía tiempo para pensar en si los vecinos le estarían escuchando gritar, la respuesta era obvia.
—¿Te gusta, preciosa?
¡Joder, sí! No tenía que preguntar algo como eso. El escozor de los azotes y las embestidas de su miembro incansable la habían llevado a otro nivel. Un nivel donde Nash podía ser malo con ella y su trasero, demasiado.
(...) quería llorar. Quería llorar de sorpresa, llorar de dolor, llorar de felicidad... Llorar de placer puro y duro. No había otra forma de etiquetar su estado.
Aquella salvajada la tenía enfrascada, no sabía ni cómo se llamaba ella misma.
—¡(...)! ¿Vas a volver a irte? —Entró y salió con cada palabra, tiraba de las caderas de (...) para que se encontraran con sus embites.
Ella estaba mareada, no recordaba qué había preguntado.
Otra embestida acompañada de un fuerte azote la hicieron reaccionar.
—¡No! —respondió desorientada.
—¡Qué te quede claro, joder! —dijo, y volvió a darle un azote en el culo para enfatizar sus palabras.
El nudo que crecía en el bajo vientre de (...) le indicaba que estaba a punto de estallar. Nash se aferró a las caderas de (...) y tiró de ellas hacia atrás con cada dura embestida de castigo. La presión acumulada en su sexo se iba a detonar a lo bestia. Tal y como lo era Nash. Maldito demonio. (...) gimió, ¿no podía hacer algo más?
No, estaba claro que no.
Una última palmada en su trasero la llevó a la locura. Gritó. Muy fuerte. Un grito afónico, desesperado, doloroso y satisfecho.
Nash gruñó y aceleró sus movimientos. (...) lo notó tensarse y después relajarse de golpe.
Jadeos.
Eso era lo único que se escuchaba en aquella habitación con olor a sexo duro.

N/A: señoritas del Lado Oscuro, disculpen la demora :'u Ya estoy de vacaciones y trataré de subirles uno o más caps entre semana, no prometo nada pero lo intentaré (?)
Espero les haya gustado Nash, disculpen si no metí suficiente relleno al inicio pero no conozco mucho su personalidad pero la verdad creo que él sería algo así x'D
Ya sé que Kuroko-chin iba antes pero ese lo haré un poco más... consistente, la razón, porque es Kuroko xD

Próximos: Hyuga, Teppei y el idiota de Wakamatsu :'u #hagansuspedidos

KnB X Lectora (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora