Es de noche y mis párpados se empeñan en no cerrarse.
Mi mente tiene un pacto con el corazón de no perturbarse el uno al otro y así no hacer colapsar mi cuerpo.
En días como hoy la razón decide quitarse el disfraz de héroe,
llenar una taza de té,
y recostarse en el sofá,
olvidarse de que el mundo se ha olvidado de mí,
y declarar una tregua entre mis lágrimas y yo,
que aunque de rodillas les ruegue que se alejen
se empeñan en no abandonar mi alma.
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