Capítulo Único

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Años y años de tradiciones habían marcado la vida y los pensamientos de las personas, estableciendo un "mal" y un "bien" a partir de lo que la sociedad creía, de sus propios fundamentos. Los estereotipos nacieron. La mujer perfecta. El hombre perfecto. La pareja perfecta.

Con el tiempo, las parejas dejaron de lado los matrimonios arreglados, pedir la mano de la mujer en casa de sus padres. Con el tiempo, se dejó escoger a quién se amaba. Con quién compartir la vida.

Sin embargo, las tradiciones no podían borrarse fácilmente de las mentes más viejas, aún si las nuevas generaciones adoptaron pensamientos distintos, porque, a pesar de que estos eran nuevos y libres, eran también limitados.

Dicho anteriormente, aunque las parejas pudiesen escoger con quien pasar el resto de su vida, no podían elegir "a quien sea". El estereotipo perduraba. Hombre. Mujer. Pareja ideal. Una pareja del mismo sexo... Eso no estaba bien.

Por ello, vivían con miedo. Claro, no todos. Pero sí la mayoría.

Rin Matsuoka era un chico de alrededor de dieciocho años de edad, abiertamente homosexual. Vivía su vida con tranquilidad, aunque no podía negarse que tenía miedo. Un temor que no era irracional, sino que había sido planteado a partir del rechazo que sabía sufrían los chicos "como él".

A Rin le gustaba un chico. Iba en la clase de al lado. Su nombre era Sousuke Yamazaki. Alto, cabello oscuro... Sus ojos eran de un lindo color azul verdoso...

—El chico perfecto —dijo en una ocasión, mientras comía con su mejor amigo, Kisumi. Él suspiraba con fastidio y asentía.

—Pues ve y háblale, en vez de andar mirándolo a lo lejos.

Kisumi era bastante honesto con lo que pensaba. Rin decía que su honestidad era su mayor virtud. Pero él estaba seguro de que era, también, su mayor defecto. Solía decir las cosas con sinceridad, sin importar si aquella persona con quien hablase era o no su amiga.

—Igualdad ante todas las cosas —mascullaba cuando alguien se quejaba.

A Rin le gustaba eso de él. Su autosuficiencia. El que estuviese tan bien consigo mismo que no se venía abajo por las cosas que podían llegar a decirle a él. Recoges lo que siembras.

—No es tan sencillo —respondió Rin, soltando el aire, dejándose caer sobre el respaldo del asiento—. Él no parece... gay

—Nunca se sabe. Yo lo veo muy gay.

La amistad que ambos tenían era única. Se podría decir que eran inseparables. Les gustaban las mismas series, películas, personajes, historias, libros, prácticamente todo. A Kisumi le gustaba eso. A Rin también.

—No creo que deba hablarle. No es para...

— ¿No es para tanto? —El pelirrosa alzó una ceja, mirándolo con incredulidad— O sea... Te pasas la mitad del tiempo en que estamos juntos hablando de lo hermoso que es su cabello y lo lindo que es de modos... No tienes derecho a decir que "no es para tanto".

—Pues... Si tanto quieres, entonces ve y háblale tú —contestó, chistando.

—Si le hablo yo, me lo quedo yo, es lo justo, ¿verdad? —Rin la miró feo, con el entrecejo fruncido y un mohín en los labios mientras Kisumi abría su bolsa de papas y se echaba algunas a la boca.

—Tu definición de "justo" es extraña. Eso no sería justo para nada —se quejó. El contrario se encogió de hombros y continuó comiendo.

—Mi definición de justo es justa. Punto.

El paradigma sobre amar |SouRin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora