My Little Sweet Boy → KaiSoo

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Kyungsoo estaba comportándose completamente extraño.

Desde que Kyungsoo dormía con él en la misma habitación, compartiendo la misma cama, jamás había despertado con él entre las sábanas. Era un gatito muy madrugador, que se apegaba a eso de hacer el desayuno y tocar notas sueltas en su guitarra sentado en el alfeizar de la ventana; pero ese día, justo ese después de la cita, Kyungsoo había amanecido junto a él en la cama, con su cara de medio lado, las orejas puntiagudas y los ojos abiertos mirando fijamente a Jongin.

Jongin tardó en asimilar la imagen porque pensó que era un sueño, pero cuando espabiló, se dio cuenta que efectivamente el chico-gato estaba junto a él, con una tenue sonrisa y arropado hasta el cuello con la misma manta que cobijaba a Jongin.

-¿Kyungsoo? -preguntó Jongin, extrañado por el comportamiento poco atípico, a Kyungsoo no le gustaba mucho romper su rutina, fuese como fuese ya a esa hora debía estar haciendo de las suyas en la sala, cantando, ambientándolo todo con su hermosa voz-. ¿Te sientes bien?

Kyungsoo asintió, rompiendo de a poco el espacio que se había establecido entre los dos. Quedó una pequeña línea divisora que descolocó a Jongin por segundos, pero que supo aprovechar y disfrutar en el instante siguiente. Cerró los ojos por inercia cuando Kyungsoo escabulló un dedo por su pecho, haciendo círculos por encima de la tela de pijama y suspirando por la acción. Jongin, quien estaba tan sorprendido, abrió los ojos a más no poder, mirando él mismo cómo el dedo lechoso de Kyungsoo hacía círculos en las dos direcciones diferentes.

-Kyungsoo qué... -El mismo dedo que Kyungsoo estaba usando para acariciar, fue utilizado para callar los quejidos mañaneros de Jongin. La sonrisa que vivía día y noche en los labios de Kyungsoo desapareció, para dejar sólo una fina línea en sus belfos y mucha curiosidad en sus ojos, fijos, atentos, y mirando los labios resecos de Jongin.

-Jonginnie... ¿por qué eres tan lindo? -preguntó pero el tono que había empleado, y su mirada enfocada en un solo punto más la constante insistencia sobre los labios de Jongin con sus dedos, le decían a éste que estaba pensando en voz alta-. Tu piel es tan suave, y tus ojos son tan llamativos...

Ante tales palabras, Jongin no tuvo nada qué decir, esta vez era muy diferente de las veces que Kyungsoo lo adulaba y luego se entretenía en otra cosa, sin medir el peso de sus palabras sobre Jongin. Esta vez Kyungsoo se quedó para ver el resultados de sus frases, para degustar él mismo la expresión de Jongin y para seguir acariciando su rostro esta vez usando ambas manos, como si nuevamente estuviese haciendo un ritual de reconociendo.

Jongin no lo vio venir nunca, pero aún si lo hubiese hecho el resultado final hubiese sido el mismo porque no habría sido él quien frenara a Kyungsoo de hacer lo que hizo instante después. Kyungsoo era inocente, sus acciones y comentarios nunca tenían doble sentido o estaban malintencionados, sus besos eran dados con la mayor de las ingenuidades, como acto de agradecimiento porque a lo mejor eso fue lo que le enseñó Jongdae, por ello cuando ese gatito encimó su cuerpo para estar más cerca de Jongin, éste perdió el norte, el sur y todos los puntos cardinales.

«Kyungsoo es inocente» se repetía Jongin con insistencia, pero su inocencia no era exentada en todos los casos, mucho menos cuando era de naturaleza híbrida y tenía necesidades aunque no entendiera la mitad de ellas; Kyungsoo tenía cara de decisión, otra cara si le preguntaban a Jongin, una más segura, pero al mismo tiempo confusa e impulsiva. Eso fue lo que le llevó a sentarse sobre la pelvis de Jongin, y a chocar sus frentes con los ojos abiertos llenos de intenciones. La cabeza de Jongin gritó peligro porque aquello era zona riesgosa, porque con Kyungsoo encima de él, con la manga corrida revelando parte de su cuello y hombro no podría controlarse, porque podía ser que Kyungsoo no sabía lo que estaba haciendo, pero Jongin sí, y mierda, claramente podía ver el final si no se contenía.