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légamo de color verde y anunciando un horror latente. Los muros y pilares estaban cubiertos de
jeroglíficos, y desde algún punto bajo el suelo le llegó una voz que no era tal; una sensación caótica que
tan solo la imaginación podría transliterar en sonido, cosa que intentó hacer por medio de un revoltijo
casi impronunciable de letras: “Cthulhu fhtagn”.
Este galimatías fue la clave para que el profesor recordase algo que le preocupaba y confundía.
Preguntó al escultor con minuciosidad científica, y estudió con intensidad casi frenética el bajorrelieve en
el que el joven se encontraba trabajando cuando, helándose de frío y vestido sólo con su pijama, despertó
de repente y se sorprendió al ver lo que hacía. Mi tío culpaba a su edad, como dijo Wilcox
posteriormente, de su lentitud en reconocer los jeroglíficos y el diseño pictórico.
Muchas de sus preguntas le parecieron fuera de lugar al visitante, especialmente cuando el
profesor intentó encontrar conexiones entre Wilcox y extrañas sectas y sociedades. Wilcox no pudo
entender las repetidas promesas de silencio que le fueron ofrecidas a cambio de admitir su pertenencia a
una extendida organización religiosa de carácter pagano o místico. Cuando el profesor se convenció de
que Wilcox ignoraba la existencia de cualquier tipo de culto o de saber arcano, no dudó en asediar a su
visitante solicitándole futuros informes acerca de sus sueños. Esto dio su fruto de una forma continuada,
ya que tras la primera entrevista el manuscrito hace constar las visitas diarias del joven. en las que
relataba sorprendentes fragmentos de imágenes oníricas cuyo principal contenido era siempre alguna
terrible panorámica de carácter ciclópeo, y de piedra oscura y chorreante, a la que acompañaba una voz o
inteligencia subterránea que de forma monótona profería enigmáticos impactos sensoriales imposibles de
transliterar salvo en un galimatías. Los dos sonidos repetidos con más frecuencia. mencionados en las
cartas, eran “Cthulhu” y “R’lyeh”.
El 23 de Marzo, según apuntaba el manuscrito, Wilcox no apareció; las pesquisas en su
alojamiento revelaron que había sido asaltado por una especie inusual de fiebre y que había sido llevado a
la casa de su familia en Watterman Street. Wilcox había estado gritando durante la noche, despertando a
varios de los otros artistas que vivían en la residencia, y desde entonces sólo había manifestado estados
alternativos de inconsciencia y delirio. Mi tío se apresuró a telefonear a la familia, y desde ese momento
en adelante prestó una gran atención al caso, llamando a menudo a la consulta del Dr. Tobey en Thayer
Street, al enterarse de que era el médico de Wilcox. Al parecer, la febril mente del joven se explayaba
sobre cosas extrañas; y a ratos el doctor se estremecía al oír hablar de ellas. Tales visiones no se limitaban
a la repetición constante de cosas soñadas con anterioridad, sino que aludían locamente a una gigantesca
cosa “de kilómetros de altura” que caminaba, o se movía, pesadamente. En ningún momento llegó a
describir por completo a aquel ser, pero algunas palabras frenéticas y ocasionales, repetidas por el doctor
Tobey, convencieron al profesor de que debía ser idéntico a la monstruosidad sin nombre que había
tratado de representar en aquella figura esculpida en sueños. El doctor añadió que cualquier referencia a
este objeto suponía, sin excepción, el preludio del hundimiento del joven en un estado letárgico.
Extrañamente su temperatura no estaba muy por encima de la normal; pero su condición, por lo demás,
indicaba la presencia de una auténtica fiebre y no de un trastorno mental.
Alrededor de las 3 de la tarde del 2 de Abril, todo rastro de la enfermedad de Wilcox
desapareció de repente. Éste se sentó sobre la cama, asombrado de encontrarse en casa de sus padres, y
completamente ignorante de lo acontecido en los sueños o la realidad desde la noche del 22 de Marzo.
Tras darle de alta el médico. Wilcox tardó sólo tres días en volver a su alojamiento; pero en adelante dejó
de interesar al profesor Angell. Todo rastro de sueños extraños se había desvanecido al llegar su
recuperación, y mi tío dejó de tomar nota de sus visiones oníricas tras una semana de explicaciones
irrelevantes y sin sentido acerca de sueños corrientes.
Aquí termina la primera parte del manuscrito, pero algunas referencias a ciertas notas dispersas
me dieron mucho en lo que pensar. hasta el punto de que sólo el arraigado escepticismo que caracterizaba
mi filosofía por aquel entonces, era capaz de explicar mi continua desconfianza por el artista. Las notas
en cuestión eran las que describían los sueños de varias personas a lo largo del mismo periodo en que el
joven Wilcox había experimentado sus extrañas visitaciones. Parece ser que mi tío inició rápidamente un
sistema increíblemente ramificado de investigación entre casi todos los amigos a los que podía preguntar,
sin parecer impertinente, acerca de sus sueños nocturnos así como de la fecha de cualquier visión fuera de
lo común que hubieran experimentado en tiempos recientes. Según parece, la acogida de su solicitud
resultó muy variada, pero al menos debió recibir más respuestas de las que una sola persona podría ser
capaz de atender sin la ayuda de un secretario. La correspondencia original no ha sido conservada, pero
sus notas al respecto forman un minucioso y significativo resumen. La gente normal de la vida social y de
los negocios -la “sal de la vida” de la sociedad de Nueva Inglaterra- dio un resultado negativo casi en su
mayoría, aunque hubo algún que otro caso aislado de intranquilas e indefinidas visiones nocturnas,
siempre entre el 23 de Marzo y el 2 de Abril, periodo que coincidía con el delirio del joven Wilcox.
Aquellos dedicados a la ciencia no resultaron mucho más afectados, aunque cuatro casos de vagas

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2016 ⏰

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