Capítulo 58*

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N/A: Un favor, avisenme si no se ve el capitulo, porque en mi móvil aparece que no TnT

—¿Qué?

La voz se le fue en ese instante, para ella era como recibir un balde de agua fría. Con cuidado se sentó en el borde de la cama.

—Decidieron por él.

—¿Ustedes sabían esto?

Ninguno de su pareja de amigos respondió. El silencio afirmaba su respuesta.

Una respuesta que cambiaba todo.

2 semanas atrás.

Llovía ligeramente por las calles de Madrid, Adrien veía desde la ventana de su limosina como se agrupaban en esta. Suspiro mientras veía a su acompañante, Nathalie estaba demasiado distraída ese día, con esfuerzos pudo decirle a tiempo que su padre necesitaba hablar con él. 

No era que se preocupara, seguramente eran ofertas de trabajo que su padre había aceptado por él. Nunca pasaban de eso sus charlas, no había otra cosa de que hablar para su progenitor que no fuera sobre la carrera de modelo de Adrien.

Llegaron a la mansión Agreste en pocos minutos. Cuando entro a su casa no recibió más que el crudo silencio de esta, no era nuevo para él, desde el fallecimiento de su madre todo se había vuelto más difícil.

—Sigueme, tu padre esta en su oficina.— No supo descifrar la mirada que Nathalie le dio en ese momento, mientras le indicaba a donde ir.

Mientras más caminaba, mas podía sentir una opresión en su pecho, una sensación que le desagradaba en su totalidad.

—Deberás hacerme caso.

Paro en seco al oír esa voz. Esa no era la de su padre, abrió la boca iniciando una pregunta a Nathalie cuando fue esta la que lo calló. Esta dio un suspiro antes de dar dos golpes a la puerta de aquel estudio.

—Adelante.

Fue entonces que Adrien entendió la opresión en su pecho.

Frente a él se encontraba un fastasma, alguien a quien sólo recordaba en su pasado. Y a quien pensó no volver a ver.

—Felix.

Se dio cuenta que había dejado de respirar cuando dijo el nombre de su hermano en un jadeo. Y es que ahí estaba, quien había sido su héroe cuando era niño; casi no había cambiado, seguía igual de alto y su cabello rubio hasta la mitad del cuello. Sin embargo, sus ojos ahora eran más fríos, sin un sentimiento que pudiera reflejarse en él.

Félix lo veía de pies a cabeza, el menor deseo en ese momento poder leer los pensamientos de su hermano. Saber que era lo que el mayor estaba pensando al verlo.

—Pasa Adrien, toma asiento.—Su padre era el más calmado en esa sala al parecer.

—Creí que estarías en América otros cinco años.—Adrien ignoro a su padre, dirigiéndose directamente a su hermano.

Nathalie entonces veía otra cara en Adrien, una que le costaba creer pudiera tener, en su rostro no había más que frialdad y rencor a su hermano.

—Así es. Pero tenía cosas que ver con padre.

—¿Qué cosas?

—Adrien no lo repetiré, sientate.—El mayor de los Agreste intervino entonces.

El silencio volvió a inundar aquel cuarto, pero esta vez, de una forma abrumadora, cada persona centrada en sus pensamientos, cada uno ahí presente dando más tensión de la que ya había.

—Tu hermano llegó hace dos días, tenía una propuesta para mi.

—¿Por qué yo no sabia nada?

—No había necesidad de que supieras. Hasta hoy—Gabriel le dio una mirada a su hijo menor advirtiéndole que se callara.—América quiere expandir nuestra industria de diseño, y necesita que alguien la represente.

—La escuela en la que asisto está dispuesta en hacer un espacio.

Se levanto al momento en que entendió lo que su hermano y padre le trataban de decir.

—No me puedes hacer esto.—Miro enojado a su padre.—Aquí tengo mi vida.

—Harás lo que padre ordene.—Felix le quito la palabra a Gabriel.

—¡No eres quien para ordenarme hermano!

—¡Pero yo si!—Ambos hermanos se callaron al oír la voz del mayor.—Esta decidido. En tres semanas te iras para América a encargarte del modelaje ahí. Es una orden.

Adrien apretó sus puños con cólera, esto era tan injusto para él.

No dijo nada, ya ni siquiera tenía voz para retar a su progenitor. Lo único que pudo hacer fue salir de ahí casi azotando la puerta.

—Adrien.—Nathalie habló bajito, para después ver de reojo a su jefe, antes de salir de esa oficina también.

Aquel cuarto quedo en un silencio bastante tenso, Félix veía por el gran ventanal mientras su padre se sobaba algo brusco su cabeza.

—Si es él.—El mayo de los hijos se volteo hacia su padre.—Su anillo, ahí está el Kwami.

—No puedo perderlo.—Dijo casi en un susurro.—No como a su madre.

Gabriel cerro con fuerza sus ojos, se estaba ganando el odio de su hijo, lo sabia mas que nadie. Pero prefería que lo odiara, a que no volver a verlo, a perderlo como lo hizo con su amada esposa.

Abrió los ojos cuando sintió la mano de Félix en su hombro, dándole un poco de apoyo.

—Bridgette y yo lo cuidáremos. Te lo prometo.

Tiempo Actual.

—Me lo dijo ese mismo día.—Nino se sentó al lado de la azabache.—Pero no quería que tu te enterarás.

—No confía en mi.—Susurró aun con la cabeza gacha.

—¡¿Acaso eres tonta?!

Ambos alzaron la cabeza sorprendidos de oír gritar a Alya.

—¡Has visto todo lo que él es capaz de hacer por ti, todo lo que han pasado!, ¿Y te atreves a decir que no confía en ti?—El enojo fluía de sus venas.—Aún cuando él es el afectado aquí. Lo que menos quiere es que tu sufras.

Fue como si un balde de agua fría le hubiera caído a Marinette, se sintió estúpida en ese momento. Le quedaba sólo una semana con Adrien, no quería malgastarlo en reprocharle sus decisiones.

Alzo la cabeza mientras veía la caja donde tenia las cartas escritas. En eso sonrió, ya sabía lo que tenía que hacer.

—Necesitare su ayuda chicos.

Querido Adrien [Adrinette/LadyNoir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora