Labios de fuego

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Tracy era una chica de tez clara y pequeños ojos marrones, su cabello caía hasta su cintura en adorables rizos de chocolate. Ella pasaba la mayor parte de su tiempo rodeada de libros de cualquier tipo, la ciencia ficción la hacía volar, el terror la hacía acurrucarse en su cama bajo sus sabanas, el amor la hacía suspirar, y así, cada tipo de literatura provocaba diferentes emociones en su tímido corazón. Ella intentaba no verse en el espejo pues lo que veía en él normalmente la deprimía, no era alta ni con curvas como las chicas de revistas, tampoco tenía afilados pómulos ni labios gruesos, ella veía solo una cara más, como las millones de caras que solo ves pasar, nada digno de recordar. Sus padres eran personas comunes con problemas comunes y una casa común, todo en ella gritaba "normal" en cada aspecto de su vida, por eso prefería perderse en las incontables páginas de las incontables historias que yacían a su alcance. Estaba intentando tomar un libro de la parte superior de una de las estanterías de la biblioteca, pero su menudo tamaño se lo hacía imposible no importaba cuanto estirara sus pequeños dedos, ya resignada y por bajar su mano alguien le susurra muy cerca de su oído
-permíteme ayudarte- ella involuntariamente se sobresalta y empuja la estantería un poco haciéndola vibrar y tumbando algunos libros al piso, avergonzada se agacha para recogerlos y los coloca en su lugar, voltea para mirar a aquel chico y lo ve con sus ojos muy fijos en ella, lo cual solo logra avergonzarla más.
-te ofreces a alcanzarme los de arriba, pero eres incapaz de ayudarme con los que he tirado al piso por tu culpa- puso mayor énfasis en el 'tu'. Él lanza una sonrisa torcida antes de responder
-si voy a ayudarte con algo, es porque lo necesitas, no porque quiera ser amable. No podías alcanzar aquel libro- dijo señalando hacia arriba - pero esos que cayeron estaban perfectamente a tu disposición.
-a veces, la amabilidad es más útil que la necesidad - le dijo con cara de pocos amigos. Aquel chico tenía algo peculiar, era alto, pero sin llegar a ser larguirucho, no era musculoso, pero tenía brazos firmes, su cabello y ojos oscuros le daban un aire de misterio, pero a la vez parecía no guardar secretos, como si no le importara lo que pudieran decir de su vida. Su mirada era intensa y no se perdía uno solo de sus movimientos, como un depredador al acecho, Tracy suspiro antes de decir
-el de cubierta carmesí, por favor-
-primero dime tu nombre- ella sorprendida ante la pregunta... Y la intensidad de la pregunta, tartamudea al responder
-Trac... Tracy-
-bueno, trac Tracy - se inclina para tomar el libro, pero no se lo entrega antes de ojearlo primero, ella se sonroja un poco antes de estirar su mano hacia él
-entrégamelo, por favor-
- amor, lujuria, desespero y venganza. No parece la clase de libro que leería una pequeña niña como tú.
-no soy una niña pequeña, tengo 19 años.
-pues pareces de 12- le dice antes de entregarle el libro- no preferirías experimentar un poco de eso en lugar de solo leerlo? - más que una pregunta casual, parecía más una propuesta, sus penetrantes ojos taladraban los de Tracy, ella apenas podía respirar, aun sin poder procesar completamente sus palabras, él se inclina hacia ella de forma que a su espalda estaba el estante y al frente estaba él, estaba atrapada y él robaba centímetros segundo a segundo, ya sin distancia que los separase, la besa, sin preguntas ni objeciones, la besa como si la deseara de toda su vida, sin importarle nada ni nadie, y más increíble aún, ella le besa también, le responde el beso como si muriera de hambre y su lengua fuera el más exquisito manjar, él se distancia solo unos centímetros para susurrarle muy cerca, casi lamiendo su oreja, -por cierto, me llamo Adrien- y le regala otra de sus sonrisas de medio lado, ella con la cara encendida lo mira a través de sus pestañas y le pregunta -¿por qué? -
- no hay mucha explicación, eres una pequeña chica con una vida tan común y miserable que pasas cada segundo disponible aquí, rodeada de libros e historias que nunca te sucederán. Y aquí estoy yo, ofreciéndole a tu triste vida unos minutos dignos de un libro como los que adoras leer. - dice señalando el libro en sus manos, la besa en la mejilla y se va, mientras ella se abraza a sí misma y aprieta el libro de cubierta carmesí contra su pecho y una solitaria lagrima corre por su mejilla.
Y así pasó la tarde y la mañana esperando una respuesta a su gran interrogante, a esa curiosidad de porque tan apasionado beso que le cambio la manera de ver el mundo, ¿cómo en tan poco tiempo pudo ingresar así a su vida y luego en un abrir y cerrar de ojos desaparecer? ¿como? Debería averiguar quién es Adrien... ¡Y que hacía aquí, Dios!!! ¡Me gustó ese beso!!!!! ¿Jamás sentí algo así, de tanto me perdí en todo este tiempo? Decidí salir a respirar por que el aire se volvió tenso, y un nudo en la garganta no me permitía estar tranquila.
Caminaba hacia el centro comercial, mis pies tenían destino fijado pero mis pensamientos llevaban otros rumbos, me disponía a cruzar la calle plagada de automóviles, cuando de pronto sentí mi cuerpo despedirse por aire dando varios giros en el aire sin dirección alguna, caí aparatosamente y mi recuerdo se puso confuso. Tres horas después desperté en el hospital, inmovilizada, y un dolor abrumante, partes del cuerpo enyesadas y meticulosamente inmovilizadas... ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Pregunte a voz en cuello sin importarme el dolor que solo hacer eso me causaba... que paso conmigo?
¡Accidente de auto!!! ¡Respondió detrás de mí una enfermera, te atropello un coche!! Tienes suerte de vivir, el coche te envistió a 80 km/h es un milagro que sigas viva, da gracias a dios por eso!!! Pero reza por el alma del conductor que no tuvo la misma suerte que tu... murió luego de envestirte, perdió el control del auto y fue a para a chocar con un camión, en su traslado murió.
¡Ya horas después recibí una visita inesperada en mi habitación - Hola! ¡Nos volvemos a ver, supongo que habrás tenido mejores días que estos!!! Jajaaja al menos estas vivas no? Jajaaja - si muy gracioso respondí- casi muero idiota y tú me dices que debí haber tenido mejores días? ¡Que te deán!! Y a todo esto ¿tú qué haces aquí? ¡Pues venía a ver a mi hermano, tuvo un accidente en la autopista... hablando de eso, debo irme, apenas le den el alta a mi hermano paso a verte si!! ¡No te vayas a mover de aquí por favor!!!- ¿A dónde me iría, idiota? Respondí entre dientes, mientras veía cómo es que desaparecía su silueta hacia el pasillo de la sala de hospitalización.
¿Mi corazón latía a ritmo acelerado su sola presencia me ponía de buen humor, aun con dolor esa sensación era excitante, pero cómo? ¡Solo pasaron horas!!! ¿Será que me enamore?... no, no puede ser, quien haría eso en su sano juicio!!- Noooooooooooooo!!!!- se escuchaba el estridente grito de un hombre al otro lado del pasillo, su desgarrador grito había calado mi pecho, esa sensación de pena, culpa y asombro me vaticinaban algo malo, que sería, pero no me gustaba la sensación - Pasos muy rápidos sonaban por el pasillo, instrumental caía sobre el piso y enfermeros y personal gritaba: ¡Deténganlo, deténganlo!!! ¡Incertidumbre y miedo plagaban más y más con cada paso que daba por el pasillo, ya se hacía incontenible, apunto de las lágrimas una silueta atravesó la entrada hacia mi habitación... oh sorpresa!!! ¡Aquí estas aun no te vas!!! ¿Por qué de todas las personas en esta ciudad tuviste que ser tú? ¿Porque? ¿Qué demonios hiciste? ¿En qué pensabas? ¿Dónde estaba tu cabeza cuando cruzaste así la calle? ¡Dios!!!! ¡Mi hermano está muerto Tracy!!! ¡Tú imprudencia lo mato, lo mato... y aunque hallas salido con vida y estés convaleciente con tremendo accidente nada ni nadie me devolverá a mi hermano, dios!!! ¿Porque tú? ¿Por qué tu Tracy? - con lágrimas en los ojos, destrozado y molesto se dirigió a la puerta y desapareció mientras yo estaba en shock con tremenda noticia, apenas lo conocía, solo nos dimos un beso, solo me desatraje un momento y logré matar a su hermano en el transcurso de llenar mis pensamientos de él y de aquel hombre, él tenía toda la razón!! ¿yo en que pensaba? ¡Pude haber muerto! Pero nada de eso paso, pero sin embargo logre matar a su hermano en el intento de materializarlo en mis pensamientos. Hubiese que todo hubiese sido un sueño, una mentira, quizá un delirio esquizofrénico, pero no eso! Debí haber salido corriendo tras el pero esta condición mía de poder salir de la cama no me dejaba otra opción que quedarme ahí a esperar que todo esto acabara pronto para poder ir tras él y explicarle todo o al menos pedirle perdón como es debido hacerlo, quien sabe soltar una interminable suplica para lograr que me perdone quien sabe solo avivara su odio, pero aun así fuese debía intentarlo.
Meses pasaron desde el accidente y yo aún no recuperaba las funciones motoras al cien por ciento, pero me encamine a buscarlo... ¿Dónde empezaría? ¿Por dónde? ¿Ir a la biblioteca era una opción, pero supuse que sería el último lugar al que le gustaría ir después de lo que paso, pero que más podía hacer? Era el único lugar que se me ocurría ir, no sabía nada él; ¡apenas sabia su nombre y que me beso... solo eso!
A pasos de la entrada a la biblioteca ensayaba mi discurso interminable de suplicas de perdón por la muerte de su hermano a Adrien, pero con cada paso que daba más me llenaba la pena y la vergüenza de verlo a la cara. Camine hasta el amplio salón lleno de pinturas y estructuras coloniales, brillante piso de mármol negro y relucientes adornos todo digno para un palacio, cautivada por regresar a este lugar levante la mirada y ahí estaba el, miraba fijamente hacia mí, su actitud era desprecio y llevaba el ceño fruncido. Vino hacia mi como catapultado por un deseo de venganza hasta encontrarme frente a frente y sin ninguna palabra que describiera lo que sentía en ese momento... me beso, sentí sus fascinantes labios sobre los míos llenando de placer mi cuerpo y creando un hondo sentimiento de curiosidad que poco a poco iba decreciendo en mi interior hasta solo quedarme con el placer que creaban sus besos en mí. ¡Lo aparte para respirar, me miro y no dejo que le dijera una sola palabra - acompáñame! Me dijo- mientras tomaba mi mano muy fuertemente y me llevaba hacia afuera donde nos esperaba su auto. Luego de una de conducir por la carretera y sin ningún tipo de idea para iniciar una conversación sana me quede ahí sentada muda tras pensar lo que debería decirle para romper el hielo, en todo caso ya no sabía que hacer... todo era tan confuso. Tomamos un atajo al lado de la carretera, camino de tierra, baches por todos lados del camino, polvo y lodo en ciertos tramos de ella me hacía pensar que todo llevaba a mi asesinato, vida por vida... o quizás solo sea mi imaginación lo que llevase a crear tal paranoia, en todo caso sentía mucho miedo. ¿Hacia dónde vamos? - logre articular con voz temblorosa y poco creíble - Es una sorpresa! Respondió el mientras sonreía de oreja a oreja en un gesto malévolo - la piel se me erizo con cada palabra que me dijo cuando de pronto una vista impresionante lleno mis ojos de asombro... una cabaña junto al lago, toda hermosa de esquina a esquina, con jardines hermosos, gansos y cisnes por todos lados hacían gala de toda su hermosura. Adrien paro el auto y me quedo mirando - baje la cabeza en señal de vergüenza, ¿en serio está pasando? Pregunté dentro mío, cuando sentí su mano recorrer mi cuello y luego bajando hasta mi mentón logro en un acto muy sutil levantarme el rostro. ¡Cuando lo hice ya era muy tarde! Sus penetrantes ojos estaban sobre los míos y sus labios de fuego besaban los míos con una pasión incontrolable, no pude evitar nada, todo eso colmo y aplaco cualquier cosa que hubiese querido decirle en ese instante... simplemente las palabras sobraban.

Encuentro InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora