Cap. #34
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"¿No vas a venir?"
Me tragué el nudo en la garganta, oyendo pasos acercarse detrás de mí. Mi labio inferior temblaba ligeramente mientras estaba de pie congelada al lugar, no muy segura de cómo manejar la situación. Mi mente todavía estaba tratando de procesar lo que Justin había hecho. Yo nunca había estado en esta posición antes.
"Te quiero ahí... por favor."
Mi corazón latía, la voz ronca de Justin más cerca de lo que esperaba. Salté cuando él agarró mi mano, caminando con cautela alrededor de mi cuerpo. Él la levantó, su boca presionando un beso ligero en la parte posterior. La misma boca que había abusado de mi piel unos minutos antes.
"¿Por qué hiciste eso?" Pregunté en voz baja.
Su agarre apretándose, obviamente refiriéndome a la pequeña escena que le había hecho a Austin. Vi sus ojos dirigiéndose a la dolorosa marca que había infligido a mi piel pálida.
"Él tiene que saber." Justin habló con frialdad. "No te puede tener... Nadie puede".
¿Por qué iba a pensar que yo permitiría que eso sucediera? Yo nunca había estado en una relación antes, pero yo no ignoraba el hecho de no ir correteando hacia otro muchacho mientras tenías un novio. ¿Y por qué diablos iba yo a querer hacer eso de todos modos? Tenía a Justin. Él era todo lo que quería.
"¿No confías en mí?"
Mi voz sosteniendo un poco más dolor de lo que había previsto que lo haga.
"Por supuesto que sí. Es en él y en todos los demás que en los que no confío "
Mi boca comenzó a secarse mientras miraba a Justin. Sus mechones claros estaban revueltos en su cabeza debido a mis dedos tirando de ellos antes. Intentos sin éxito de obligarlo a soltar su agarre sobre mí. Sus ojos habían vuelto a un tono más brillante de café claro, un marcado contraste con lo profundamente oscuros que eran un poco antes. Sus dedos aún entrelazados con los míos, apretando ligeramente, consciente de que estaba siendo cautelosa al tacto.
"Rose, igual vas a venir, ¿no?" Su voz un poco desesperado.
Miré a Justin, sus bonitos ojos llenos de preocupación. No importaba lo mucho que intentara desechar la idea, sabía que había ido poco a poco enamorando de él. El muchacho alto, de pelo liso con una oscuridad impredecible. Seguramente no podría suceder tan rápido. Me encontraba a mí misma contando las horas antes de que llegara a verlo, esperando a que llame o me mande un texto durante el tiempo en que no estábamos juntos. Mi anhelo constante hacia él estaba empezando a asustarme. Y también lo era la profundidad con la que estaba dispuesto a protegerme. Apoyé la frente en su pecho, mis brazos envolviéndose alrededor de su cintura. Mi cabeza ligeramente asintió antes de que él tomara mi barbilla, inclinándola. Su toque se retiró.
"¿Puedo darte un beso?" Justin dijo casi en un susurro.
Sus palabras hundiéndose en mi corazón. La mirada de miedo esparciéndose en su rostro, alarmado de que había ido demasiado lejos esta vez. Pero no pensaba negárselo. Todo lo que quería era que Justin me abrace, que me asegure que todo iba a estar bien, olvidarme de la maldita pelea. La idea me hizo estremecer.
"Sí." suspiré.
Apenas registré el roce de sus labios carnosos con los míos, el gesto íntimo tan delicado y suave. ¿Cómo podía ser tan abrumadoramente posesivo un minuto y el completamente romántico el siguiente? Mis ojos permanecieron cerrados mientras nuestras narices se rozaron. Nuestros labios rozando continuamente mientras compartíamos el aliento cálido del otro. Los fuertes brazos de Justin envueltos en mi cintura, sosteniéndome cerca en el abrazo.
Un beso pequeño se dejó en la esquina de mi boca antes de que sus labios cuidadosamente bajaran por mi cuello. Me tensé cuando la cabeza de Justin empujó suavemente la mía a un lado, aumentando su acceso. Su toque calmante sobre el chupetón que él había creado fervientemente. Pero nuestro abrazo no duró mucho más, Justin alejándose. La ausencia de su calor hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo tembloroso.
"Rose".
Su mano se extendió para que yo la tome. El simple gesto que parecía poseer mucho más significado. Mis ojos viajaron desde su rostro ansioso hasta la extremidad extendida. Me recordó la noche en que me había rescatado. Yo había puesto toda mi confianza en él. Vi a Justin tragar el miedo, el temor de mí no queriéndolo, al igual que él pensaba que su familia no lo había querido.
Tomé su mano, una pequeña sonrisa difundiéndose en su rostro. Pero a medida que me guió hacia su coche pronto me di cuenta de lo que se llevaría a cabo en cuestión de horas. El evento al que había estado temiendo. La pelea.